Política Pública Y Política Social
carlosamm31 de Enero de 2014
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3 Modelos o Paradigmas de Política Social
3.1 Los Modelos más Significativos de la Política Social
Es menester partir de dos grandes enfoques relativos a los modelos de política social, por lo mismo, proponemos por una parte, la instrumentación de ciertos modelos sustentados a partir del tipo de régimen sociopolítico que el país en cuestión haya adoptado. En este sentido, hablaremos más del tipo del modelo socioeconómico y político instrumentado, que del modelo de política social en sí . La razón resulta obvia, el tipo de régimen viene a determinar y con mucho, el modelo de política social a seguir. Y, por otra parte, los modelos en sí, ahora con independencia del tipo de régimen instituido por el país o nación de que se trate .
Una vez establecida la mecánica de análisis, es importante señalar que para el desarrollo del presente apartado, seguiremos muy de cerca los textos que han adquirido ya un cierto nivel de clásicos en la materia de por lo menos cuatro estudiosos de la materia, los cuales nos brindan elementos muy importantes para la dilucidación de tema tan candente. Dicho esto, iniciemos con denuedo nuestra tarea.
3.2 Modelos o paradigmas de política social que siguen un determinado sistema socio-político
A continuación se hará la explicación de los modelos según la tipología propuesta por Rodríguez Cabrero.
1) De conformidad con Gregorio Rodríguez Cabrero , la política social liberal, ahora denominada neoliberal, es la que fundamentalmente expresan con sus ideas, tanto Milton Friedman como Friedrich A. Von Hayek , las cuales se centran en un demoledor ataque sobre el Estado como eje de la vida económica de una nación. Por lo mismo, critican severamente la expansión del Estado en tratándose de actividades de corte social. Para ellos los valores esenciales de toda sociedad moderna deben ser: la libertad y el individualismo. Por lo mismo, los llamados derechos sociales no hacen otra cosa sino distorsionar la capacidad natural del mercado, el cual se encarga de asignar eficaz y eficientemente los recursos; resultando en consecuencia, el sector público una instancia de ineficacia, ineficiencia y burocratismo. Añaden estos autores, que la planificación es una terrible amenaza para la libertad individual, simplemente constriñe su actividad en el más amplio sentido de la palabra. Sólo en situaciones de verdadero apremio y cuando las condiciones objetivas y subjetivas lo justifiquen, es posible aceptar de manera siempre limitada y sin que altere un ápice el libre mercado la intervención del Estado en la economía. Como bien se aprecia, con las características de este modelo, el cual puede asumir un determinado Estado, no es factible instituir política social alguna. Aquí lo que campea es el <Darwinismo Social>, “solamente aquellas especies fuertes y robustas serán las que sobrevivan, las demás, necesariamente deberán perecer”. A todo esto habrá que sumar desde la óptica eminentemente operativa el trascendental <Consenso de Washington> el cual estableció y echó a andar, en definitiva, la globalización neoliberal.
2) Por su parte, el famoso economista norteamericano, John K. Galbraith, asesor del entonces Presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy (1961-1963), propuso un cierto tipo de política denominada: liberalismo tecnocrático. Sabemos muy bien, y no podría ser de otra manera, Galbraith defiende también valores sociales como el individualismo, la libertad y el mercado de carácter competitivo; pero, con una diferencia importante: como valores relativos; es decir, ello en virtud de que la dinámica del crecimiento del capitalismo mismo haya establecido un proceso con evidentes limitaciones para autorregularse, ello sin dejar de considerar que también la tecnología prohija una serie de imperativos insoslayables como la planificación misma. En tal virtud, para John K. Galbraith, lo que nosotros los latinos llamamos política social resulta para él (bajo la acepción del <Welfare State>, Estado de Bienestar) una necesidad funcional y técnica del sistema, ya que su implementación responde de manera fundamental, a determinadas demandas generadas por evidentes incapacidades del mercado, para llevar a cabo la supuesta asignación óptima de los recursos. En síntesis, para que el sistema establecido opere con eficacia y eficiencia, la política social (el Estado de Bienestar para Galbraith) deberá cumplir funciones que tienda al equilibrio y no a la redistribución como algunos pretenden. Es evidente que este modelo presenta ciertos avances con respecto al de política social liberal o neoliberal; sin embargo, para los enormes rezagos y los graves desequilibrios que padecemos en México, este modelo en particular apenas y sería una especie de paliativo, como una aspirina para curar un cáncer.
3) Este modelo o paradigma propone una concepción eminentemente reformista, la que deviene de la socialdemocracia; sin embargo, esta corriente nos ofrece dos versiones: una, caracterizada por lo que podríamos llamar reforma con una orientación social, la que describe Richard M. Titmuss y se caracteriza por seguir los estudios empíricos referentes a lo social, así como una clara actitud tendiente a realizar una especie de reforma gradual, eliminando cualquier tipo de sobresalto, teniendo como telón de fondo el crecimiento económico. Se nos dice, por parte de este autor, que la intervención del Estado resulta una práctica sana y sobre todo comprometida con el cambio social (¿), todo lo cual se fundamenta en valores como el humanismo, la justicia y la fraternidad. La otra concepción, dentro de este mismo modelo, es la que alude a lo que se conoce como doctrina de los derechos sociales, la cual al final de cuentas es, ni más ni menos, que la materialización misma de la política social. En suma, muy a la estadounidense, se le concibe como el resultado de un desarrollo histórico constructivo y necesario de los derechos civiles (SIC) y políticos, compatibles con el capitalismo, a fin de alcanzar el anhelado cambio social
4) Para concluir este primer bloque de paradigmas, según la versión propuesta por Gregorio Rodríguez Cabrero, se impone que hagamos una sucinta revisión de la concepción socialista o neomarxista, la que como es de suponer abreva en las ideas de Carlos Marx. No habrá que ir muy lejos para imaginar que para este pensador alemán, creador del socialismo científico, la política social simple y llanamente es una expresión más del desarrollo histórico del capitalismo; esto es, la política social sólo será un paliativo más, tendiente a garantizar el proceso de acumulación capitalista. Ahora bien, de entre toda la pléyade de neomarxistas, cabe destacar la posición que esgrime Claus Offe, quien establece que la política social, después de todo no es más que un instrumento de intervención estatal, el cual convalida la coexistencia de la lógica de la reproducción capitalista con la lógica de las necesidades humanas . Vale la pena también, hacer referencia de la congruente y sólida posición que Ian Gough sostiene cuando establece, como genuino continuador del pensamiento marxista, un riguroso análisis del estado de bienestar y por supuesto de la política social en el seno del sistema capitalista.
Versión de Jordi Estivill:
I) El llamado modelo liberal-reaccionario, cuyo exponente más conspicuo es nada menos que Milton Friedman , quien se encarga de argumentar, de manera más o menos chabacana, que la política social (para él Estado de Bienestar) no tiene otra función que la meritocracia; es decir, el poder destacar dentro de un determinado segmento de la sociedad, aquellas personas que resulten ser dignas de algún reconocimiento o premio. Hacer súper-selectiva la gestión de la política social. Empero, este adalid del neoliberalismo va más allá y esgrime que, en todo caso, la política social adquiere, a la vista de todos, un claro carácter parasitario. Ello es debido a que determinados grupos de personas, sólo esperan medrar del presupuesto oficial, sin retribuirle nada a cambio a la sociedad que los tutela vía el Estado.
II) En cuanto al modelo liberal de equilibrio, representado por el ya citado John K. Galbraith, el cual apoyándose sobre todo en las tesis del economista y político inglés William H. Beveridge , expone que la política social de instrumentarse debe ser necesariamente selectiva; es decir, de manera evidente, no todos pueden ser beneficiarios de ella. La política social (Estado de Bienestar) no puede, por ninguna razón, adquirir el carácter de universal, ya que de hacerlo estaremos beneficiando a quien no debemos y con ello haremos más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Asimismo, Galbraith introduce, en la política social, el novedoso concepto de subsidiaridad.
III) Por lo que se refiere al paradigma socialista, en este caso no resistimos la obligación de señalar para el caso concreto de México al maestro Jesús Silva-Herzog, como el artífice de este peculiar modelo. En efecto, desde la academia (como ilustre profesor en la antigua Escuela Nacional de Economía de la UNAM), en el gobierno (como probo y honrado funcionario público) y como prolijo e incansable escritor, argumentó en favor, cuantas veces pudo, por una sana y comprometida intervención estatal que coadyuvara en la radical solución de las necesidades sociales de millones de mexicanos.
IV) Para
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