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Quiénes son los niños hoy?


Enviado por   •  6 de Junio de 2014  •  Prácticas o problemas  •  2.941 Palabras (12 Páginas)  •  178 Visitas

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“El niño del mañana”

¿quiénes son los niños hoy?

Escribe: Lic. Mariela A. Carassai

Licenciada por la Universidad Nacional de Quilmes (2001). Especialista en Educación, con Orientación en Gestión Educativa y Candidata a Master por la Universidad de San Andrés con beca nominada "Paz Illobre". Es Miembro del Programa Prioritario de Investigación “Sujetos y Políticas en Educación”, dirigido por el Doctor Mariano Narodowski. Universidad Nacional de Quilmes (1998). Coordinadora de la Comisión del Boletín de LEA (Lugar por la Educación Argentina).

El objetivo de este trabajo será indagar acerca de la concepción moderna de infancia y su estado actual. Para ello se tratará de construir cuales son las características de la concepción moderna de infancia, indagar si ha habido cambios en esta concepción y detectar cuál es el estado actual de esta concepción.

A partir del siglo XVIII aparece un interés distinto por el niño que culminará con una concepción de la infancia distinta y propia de la modernidad. La escuela surge como producto de la modernidad, como así también la concepción de infancia. De esta forma, la escuela impone su forma de sociabilización que se ejerce sobre la población infantil, es decir, implica formas de disciplinamiento que son canalizadas por esta institución.

La niñez constituye a su vez el elemento por el cual no hubiese sido posible la producción pedagógica, que no sólo proyecta una infancia deseada sino también constituye una fuente de preocupaciones teóricas, como las expresadas por la psicología y la pediatría, entre otras.

De todas ellas, la pedagogía es la que elabora un discurso de la infancia en situación escolar, en donde se imprime e impregna toda la producción disciplinaria; abocándose a la infancia integrada en las instituciones escolares que se especializan en producir adultos siendo considerado al niño en tanto que es alumno.

Fue Phillipe Ariés en 1960 quien desde el ámbito de la historia y la demografía afirma sobre ciertas características históricas de la infancia, demostrando que esta se trata de una construcción histórica moderna, en la que además la institución escolar, ocupa un rol destacado.

Cabe aclarar que anteriormente a esta concepción, los niños eran considerados como adultos pequeños, es decir, no se diferenciaban de los adultos; lo que Ariés denomina “Ancien Régime”. Según Gélis, “la infancia deja de ocupar su lugar como residuo de la vida comunitaria, como parte de un gran cuerpo colectivo” .

Esta concepción nueva de la infancia, entendiéndola desde una perspectiva histórica (y por lo tanto cambiante) es una construcción social que tiene determinadas características: se concibe al niño como un cuerpo heterónomo, que necesita ser educado y que es dependiente de los adultos; en términos de Gélis, “el niño es una cera blanda”.

La infancia es una construcción moderna, difundida por la adjudicación de características como la dependencia y la heteronomía, a una parte de la sociedad, características que se plasman en instituciones y discursos que “son punto de partida y de llegada de la pedagogía”.

Ariés destaca el surgimiento del “sentimiento de infancia” a partir del siglo XV en Europa, debido a las nuevas formas de trafico comercial y producción mercantil que hacen eclosión finalizando en la Edad Media con una lenta transformación de actitudes, sentimientos y relaciones frente a la infancia.

En la modernidad, el niño es percibido como un ser inacabado, carente, reconociéndose en este la necesidad de resguardo y protección. “Esta transformación implica la aparición del cuerpo infantil” (Narodowski, 1994)

Es a partir de los siglos XV a XVII, cuando se vislumbra un cambio de responsabilidades atribuidas a los más pequeños, como un cuerpo que inspira amor, ternura y preocupación, que necesita ser amado y educado, deberes cuya responsabilidad esta a cargo la familia.

De modo que este “sentimiento de infancia” con relación a la niñez implica una nueva caracterización, en donde la dependencia constituye no sólo una diferencia con el adulto, sino también un sometimiento a este, ya que el niño es carente, necesitado de protección e incompleto. Estas faltas solo podrán ser compensadas por el adulto que es un ser autónomo, independiente y completo.

Sin este sentimiento moderno de infancia no hubiese sido posible la producción de un discurso pedagógico como el expresado en el Émile ou de l´education de Jean Rousseau; donde aparecen estas reflexiones acerca de la infancia y que configuran la pedagogía moderna. En este texto, se da a la niñez un lugar especial, caracterizado y determinado, diferenciándolo del adulto.

“La obra descubre la infancia nombrándola y normatizando su existencia” (Narodowski, 1994) Este descubrimiento implica amarlo, reivindicarlo, comprenderlo y protegerlo; ya que el paso del niño al adulto se va dando de una forma natural: del no-adulto a la adultez, de la dependencia a la autonomía, de la carencia de razón a la razón adulta. En este sentido, la educación es el instrumento que permite que esto transcurra naturalmente.

En el Emile, el niño es carente de razón adulta, por lo que necesita de un adulto, de su protección, de las leyes de un adulto, es decir, es un ser heterónomo. Es el adulto quien compensa la carencia del infante evitando aquello que es antinatural y que le permita al niño seguir el natural sendero hacia la adultez.

Comenius en “La Didáctica Magna” (136 años antes de que la pedagogía diera a luz a la infancia moderna en el Émile) expone una concepción de infancia totalmente distinta a la expuesta por Rousseau, ya que el cuerpo infantil no es objeto de reflexión, lo que interesa es hallar el “orden en todo”, la gradualidad que va de lo más simple a lo más complejo. Donde la infancia también esta sujeta a esta gradualidad que va de lo simple y carente a la completitud.

La diferencia fundamental entre estos dos autores reside en que mientras para Rousseau la infancia implica una peculiaridad humana en el sentido de la capacidad natural de ser formado “la naturaleza quiere que los niños sean niños antes de ser hombres” (Émile, pag.: 108); para Comenius, la infancia implica un proceso gradual que va desde lo simple (el niño) a lo complejo (el adulto) como en todas las cosas, radicando la diferencia en una cuestión de grado de desenvolvimiento en donde lo importante es la acción sobre la niñez a través de un método de enseñanza eficaz que enseñe “todo a todos”, denominado “ideal pansófico”. En Comenius, niño y alumno son indistinguibles.

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