Representación por alumnos del 5to sec. A
Valeria AbadResumen16 de Septiembre de 2017
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HAMLET
Representación por alumnos del 5to sec. A
Hamlet........................Luis Barnuevo
Gertrudis...................Paola Rivera
Claudius.....................Alessandro Fukuhara
Ofelia.........................Valeria Abad
Polonio........................Christian Castillo
Laertes........................Christian Castillo
Hamlet Padre...............Marco Wong
Primera escena: Horacio, Bernardo y Marcelo están en el Elsinor. Llevan lanzas y espadas. Han visto al fantasma la otra noche, pero esta vez Horacio desmentirá todos los pensamientos que tenía sobre aquel espectro.
Entran Horacio y Marcelo.
Bernardo: (Levantándose de su asiento) ¿Quién está ahí? ¿Es Horacio?
Horacio:(Hace aparición en la escena) Una parte de él
Bernardo: (Saluda con la cabeza) Bienvenido Horacio. Bienvenido buen Marcelo.
Marcelo: ¿Y qué, se ha aparecido aquella cosa otra vez?
Bernardo: Nada eh visto.
Marcelo: Horacio dice que es producto de nuestra imaginación, y nada quiere creer sobre esta temida aparición que hemos visto dos veces. Por eso le he rogado que venga con nosotros a la guardia de esta noche, para que, si vuelve la aparición de nuevo, él pueda confirmar lo que vimos y le hable.
Horacio: (En tono de burla) Por lo tanto no se aparecerá
Bernardo: (Señalando una roca) Siéntate mientras, y déjanos al menos acometer tus oídos con la historia que tanto repugna oír, y que dos noches hemos presenciado.
Horacio: (Tomando asiento) Bien sentémonos y oigamos al buen Bernardo decir esto.
Bernardo: (Toma asiento y se acerca a los dos hombres para relatar el acontecimiento pasado) La noche anterior, cuando la luna estaba en su punto mal álgido iluminando esa parte del cielo donde ahora brilla, Marcelo y yo, al tiempo que la campana sonaba una vez…
Entra el Fantasma del padre de Hamlet en escena.
(Los soldados se levantan asustados y desenvainan su espada al mismo tiempo)
Marcelo: ¡Espera! ¡Calla! Míralo por dónde viene otra vez.
Bernardo: Con la misma figura que tenía el difunto rey.
Marcelo: Horacio, tú que eres un hombre preparado, háblale.
Bernardo: ¿No se parece al rey? Fíjate, Horacio.
Horacio: Es muy parecido. Su vista me conturba con temor y asombro.
Bernardo: Querrá que hablen.
Marcelo: Pregúntale, Horacio.
Horacio: (Al fantasma) ¿Quién eres tú, que usurpas este tiempo a la noche, junto con esa presencia noble guerrera que tuvo alguna vez el difunto Rey de Dinamarca? ¡Por el cielo te lo pido, habla!
Marcelo: Parece que está ofendido.
Bernardo: Miren, se va enojado.
Horacio: ¡Detente! ¡Habla! ¡Te lo pido, habla!
El fantasma se va.
Marcelo: Se ha ido y no nos contestó.
Bernardo: (En son de burla) ¿Qué te pasa Horacio? Tiemblas y te vez pálido. ¿No es esto algo más que solo fantasías? ¿Qué piensas?
Horacio: Así lo tengo entendido yo también, y en parte lo creo. Pero miren la mañana, cubierta con rosado manto, viene pisando el rocío de aquel alto monte oriental. Terminemos nuestra guardia; y soy de la idea que contemos al joven Hamlet lo que hemos visto esta noche. Porque, por mi vida, este espíritu, mudo con nosotros, hablará con él. ¿No les parece nuestra obligación decirle estas noticias?
Marcelo: Hagámoslo. Se los ruego. Yo sé dónde podemos hallarlo con seguridad esta mañana.
Segunda Parte: Rey y la Reina sentados festejando el compromiso. Polonio a un lado.
Rey: Aunque todavía está fresca la memoria de nuestro querido hermano Hamlet, Y nos ha tocado soportar el dolor de nuestros corazones, mientras la tristeza se extendía por todo nuestro reino; sin embargo, tanto ha luchado el discernimiento con la naturaleza, que pensamos en el con dolor más prudente, pensando a la vez en nosotros mismos. Por tanto, a nuestra antigua cuñada ahora, nuestra reina, imperial heredera de este valeroso estado, como si dijéramos con rostro derrotado, con un ojo alegre, pero el otro ojo triste, con regocijo en el funeral y lamento en el matrimonio, la hemos hecho nuestra esposa.
Aplausos
Entra Laertes a conversar con el Rey.
Rey: Bien Laertes, ¿qué noticias traes contigo? O quizá algún petición, ¿qué quieres pedir Laertes?
Laertes: Mi señor, mis pensamientos se dirigen de nuevo a Francia. Implorando vuestra graciosa licencia y permiso.
Rey: ¿tienes el permiso de tu padre?, ¿qué dice Polonio?
Polonio: Señor me ha arrancado a mi pesar el permiso a fuerza de insistente petición (ríe) Y al fin contra mi voluntad, eh aceptado. Os ruego que le deis permiso para marchar.
Rey: Elije una buena hora Laertes, que el tiempo sea tuyo. Adiós. (Despide a Laertes con dos besos en la mejilla y el joven se va)
El Rey y la Reina se van a conversar con Hamlet a sus aposentos.
Reina: ¡Hamlet! ¿Hamlet?
Rey: Aquí estas mi sobrino Hamlet. Mi hijo.
Hamlet: Un poco más que pariente y menos que padre.
Rey: Es bonito y plausible que rindas homenajes a tu padre, pero debes recordar que tu padre también perdió a un padre, y ese padre, también perdió al suyo. En cuanto a tu intento de regresar a Wittemberg, es muy contrario a nuestros deseos, quédate en Dinamarca como nuestro principal cortesano, sobrino eh hijo nuestro.
Se va el Rey al sonar unas cornetas.
Reina: (Acercándose a Hamlet) Hamlet, deja tu color nocturno, y mira como amigo al Rey de Dinamarca. NO busques con los parpados bajos continuamente a tu padre en el polvo. Ya sabes que todo lo que vive ah de morir.
Hamlet: si señora es lo común.
Reina: No hagas que tu madre desperdicie sus ruegos. Te suplico que te quedes con nosotros.
Hamlet: Os obedeceré en todo lo que pueda señora. (La Reina abraza a Hamlet)
La Reina sale cuando suenan nuevamente las cornetas.
Cambio de escena para con Laertes.
Laertes: Mi equipaje está embarcado
Laertes: Con respecto a Hamlet y a la frivolidad de su atención, tómalo como una cortesía, un capricho apasionado, una violeta que en la juventud de su natural florecimiento, se adelanta a vivir y no se sostiene; hermosura no durable; perfume de un momento y nada más.
Ofelia.: ¿Nada más que eso?
Laertes: Pienso que nada más. Quizás él te ame ahora, sin que nada manche la pureza de su sentimiento; pero debes temer al considerar su grandeza, pensando que no tiene voluntad propia y que se comporta de acuerdo a su nacimiento. Él no puede, como cualquier persona, elegir por sí mismo, pues de su elección depende la seguridad y riqueza de esta gran nación; y por lo tanto su elección debe estar circunscrita a la voz y el consentimiento de ese cuerpo, del cual él es la cabeza.
Polonio: ¡Laertes! ¿Sigues aquí Laertes? Abordo. Abordo.
Laertes: Calma padre, ya estoy aquí.
Polonio: Vaya contigo mi bendición.
Laertes se va despidiéndose con la mano de todos.
Polonio: ¿Qué te dijo Ofelia?
Ofelia: Algo sobre el príncipe Hamlet. Últimamente me ha dado muchas señales de afecto.
Polonio: Bah, ¿y le has creído esas señales?
Ofelia: No sé qué debería pensar señor.
En los aposentos de Hamlet. Entran Marcelo, Horacio y Bernardo.
Horacio: Buenos días señor.
Hamlet: Horacio, me olvido de mí mismo. ¿Cómo estáis señores? Me alegro mucho de verte, pero dime que te ha traído desde Wittemberg?
Horacio: mi señor, vine a presendar los funerales de su padre.
Hamlet: te lo ruego, no te burles de mí, compañero. Yo pienso que fue para ver la boda de mi madre.
Horacio: en efecto, mi señor, la celebración se llevó a cabo en seguida.
Hamlet: economía, economía, Horacio. Los manjares del funeral todavía no se enfriaban cuando se utilizaron para el banquete de la boda. Hubiera querido encontrarme en el cielo con mi peor enemigo, antes que ver ese día, Horacio. Mi padre... creo que veo a mi padre.
Horacio: ¿oh dónde, mi señor?
Hamlet: lo veo con los ojos de la mente, Horacio.
Horacio: yo lo vi alguna ocasión. Era un magnífico rey.
Hamlet: era un hombre tan cabal en todo que no podría encontrar otro igual.
Horacio: mi señor, creo que yo lo vi anoche.
Hamlet: ¿lo viste? ¿A quién?
Horacio: al rey su padre, mi señor.
Hamlet: ¿al rey mi padre?
Horacio: calme su ansiedad por un momento, y escuche con atención lo que voy a contarle, apoyado por el testimonio de estos caballeros. Esto lo sorprenderá.
Hamlet: ¡por amor de dios, cuéntame!
...