Sexismo y educación

Era un día soleado de 1993, recuerdo que estaba en la clase de educación física y el maestro dividió la clase en hombres y mujeres. A ellos les puso a jugar basketball y a nosotras a hacer ejercicios de estiramiento.

Una niña se puso a hacer los ejercicios de estiramiento con demasiado ahínco y recuerdo que el maestro le dijo:

“No abras tanto las piernas porque si te lastimas y te rompes el himen nadie se va a querer casar contigo porque la gente pensará que ya no eres virgen”.

Aunque parezca increíble, en pleno siglo XXI, ese es el tipo de ideas que muchos maestros transmiten a sus alumnos. Ideas que contribuyen a perpetuar estereotipos y creencias erróneas sobre las mujeres y que favorecen el machismo.

Si leemos la Constitución Mexicana, ésta sostiene que hay una igualdad jurídica para toda la población. Además se pronuncia en contra de cualquier forma de discriminación ya sea por origen social, raza, etnia, sexo o credo.

Sin embargo, en el mundo real es todo lo contrario. Todos somos testigos diariamente de todo tipo de prejuicios y discriminación. Sin embargo hay un tipo de discriminación, al que desgraciadamente, no se le presta mucha atención e incluso es aceptado por la mayoría de las personas ya que se le considera normal.

Estoy hablando de la discriminación de género o sexismo.

De acuerdo a investigaciones recientes el sexismo es el conjunto de todos y cada uno de los métodos empleados en el seno de la estructura social patriarcal para poder mantener en situación de inferioridad, subordinación y explotación al sexo dominado: el femenino.

Sin embargo, muchos de nosotros diremos: ¿Qué el fin de la educación no es echar la luz sobre las tinieblas y desterrar de la mente de las personas prejuicios e ideologías discriminatorias de todo tipo?

Idealmente si. Pero no perdamos de vista que la escuela responde a políticas educativas y a modelos económicos y exigencias del gobierno.

¿Qué significa esto? Que la educación que tenemos refleja los intereses de las clases dominantes y lo que estas quieren es que se conserve el orden de las cosas, el status quo. Este proceso de adaptación al orden social o socialización empieza en la familia y continúa en las escuelas.

Discriminación de género y socialización

La socialización es un proceso de suma importancia en el desarrollo del ser humano, pues solamente de esta manera podemos adquirir el llamado “código de especie”. Por código de especie entendemos un conjunto de personas, de instituciones, de valores éticos y religiosos, normas jurídicas y consuetudinarias, conocimientos de sentido común y científicas, prácticas y papeles a desempeñar.

Uno de los primeros ámbitos en donde se da la propagación de este código de especie, el cual incluye los roles que la sociedad ha establecido para hombres y mujeres, es en la familia.

Aquí es donde por primera vez les colgamos etiquetas a niños y niñas de acuerdo al sexo.

Como eres mujercita tienes que tener ciertas características: ser dulce, cariñosa, sumisa, dependiente, callada, etc.

En cambio si eres niño debes ser valiente, agresivo, competitivo, independiente, etc.

Y si el varón no cumplía con estos requisitos quien no recuerda los regaños de los que era objeto: “¡Eres un marica¡ ¡Los hombres no lloran¡ etc.

Lo cual no solo mermaba su autoestima sino que lo hacia sufrir ya que su jerarquía se venia abajo al pertenecer a otra menor que es la de las mujeres.

Incluso los juegos y juguetes que utilizan niños y niñas ayudan a la difusión de estos estereotipos.

El tipo de juego que prefiere el niño es más brusco, con mayor contacto físico, con menos contacto verbal, es decir el niño adopta una actitud más “activa”. El de las niñas está más centrado en reglas y sugerencias y con mayor contacto verbal. Además, desde pequeñas a las niñas se les enseña a no ser bruscas y a jugar en silencio en un rincón mientras que al niño se le da más libertad de movimientos. Cuando crezcan, a la mujer se le dificultará más el manejar y la motricidad como consecuencia de esto.

Sexismo en el salón de clases

Aunque las autoridades se preocupan porque haya igualdad de oportunidades y equidad en la escuela primaria, la educación, así como los mensajes que reciben niños y niñas no es el mismo. El currículo oculto, la formación e ideología de los profesores influye para que se de un trato distinto a las niñas y muchas veces, este trato influye no solo en su rendimiento escolar sino también en su identidad y contribuye a perpetuar los roles estereotipados de lo que una mujer debe ser y hacer.

Las conductas sexistas se manifiestan sobre todo en la interacción verbal entre profesores (as) y alumnos (as). Así se emplean más adjetivos diminutivos con las chicas y se habla un 20% más de tiempo a los chicos.

El personal docente mismo emite mensajes sexistas ya sea de forma consciente e inconsciente. No falta el caso del típico maestro que emite sus ideas misóginas sobre las mujeres ya sea directamente o por medio de chistes que refleja la idea estereotipada que se tiene de las mujeres como simple objeto sexual.

Además, los y las docentes conceden un trato preferente a los chicos y tienen más interacciones con ellos. El profesorado se dirige con mayor frecuencia a los chicos que a las chicas y son más tolerantes a la indisciplina

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