Teoria Feminista, Pierre Bourdieu
cataborqueza1 de Junio de 2014
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Sin duda que Pierre Bourdieu es uno de los intelectuales contemporáneos más importantes en la actualidad, no solo por bagaje teórico que manejaba sino también porque fue capaz de aventurarse en temas desconocidos y que en su condición de hombre lo hacían posicionarse de manera diferente frente a la realidad. Uno de estos temas fue el problema de la mujer en la era moderna, problema al cual trato de dar solución por medio de la teoría que él ya había trabajado y también utilizando conceptos nuevos que iban a ser capaces de explicar la situación en la que se encontraba la mujer de la era moderna. Es así que “La dominación masculina” es uno de sus libros más importantes pues por medio de conceptos como la dominación, la violencia simbólica, la virilidad, entre otros, buscaba establecer como este mundo moderno percibe a la mujer como un elemento más de la sociedad pero que distingue sus funciones con la de los hombres, planteando así una diferenciación por género.
En un principio Bourdieu platea que existe una construcción social de los cuerpos en la que la sexualidad se construye de tal manera que ha hecho perder el sentido de la cosmología sexualizada (Bourdieu, 2000) por lo que la superioridad del hombre por sobre la mujer radica muchas veces en los movimientos corporales que estos tengan sexualmente, como por ejemplo que el movimiento hacia arriba está asociado a la erección y a la posición sexual, entendiendo que cuando un hombre, en el acto sexual, está arriba de la mujer es un símbolo de seguridad y superioridad sobre ella, pero también de dominación pues esta posición le da el poder de controlar el acto sexual pero por sobre todo, de controlar a la mujer entendiendo que existe una mezcla entre el control sexual y el control social pues una vez que los hombre entienden que pueden dominar a la mujer en un aspecto de sus vidas se dan cuenta que pueden hacerlo en el resto.
«En la fuente (tala) es donde el primer hombre encontró a la primera mujer. Ella estaba sacando agua cuando el hombre, arrogante, se le acercó y pidió de beber. Pero ella había llegado antes y también tenía sed. Molesto, el hombre la empujó. Ella tropezó y cayó al suelo. El hombre vio entonces los muslos de la mujer, y eran diferentes de los suyos. Se llenó de estupor. La mujer, más astuta, le enseñó muchas cosas. "Acuéstate", le dijo, "te contaré para qué sirven tus órganos." El se echó al suelo; ella le acarició el pene, que aumentó dos veces de tamaño, y se acostó encima de él. El hombre sintió un gran placer. Seguía por doquier a la mujer para repetir la cosa, ya que ella sabía más cosas que él, alumbrar el fuego, etc. Un día el hombre le dijo a la mujer: "Yo también quiero enseñarte; sé hacer unas cosas. Túmbate y me echaré encima de ti." La mujer se echó en el suelo y el hombre se colocó encima de ella. Sintió el mismo placer y dijo entonces a la mujer: "En la fuente, eres tú (quien domina); en la casa, soy yo." En la mente del hombre lo que más cuenta son siempre las últimas palabras, y a partir de entonces a los hombres siempre les gusta subirse encima de la mujer. Así es como se convirtieron en los primeros y en los que deben gobernar.» (Bourdieu, 2000, pág. 17)
La cita anterior da a cuenta la manera en como la mujer en un inicio le enseña al hombre como utilizar sus órganos para sentir placer, pero no dimensiona que este va a ser capaz de entender este placer como un mecanismo de dominación, pues al decir “En la fuente, eres tú (quien domina); en la casa, soy yo”, el hombre claramente esta manifestando que en la estructura social es él quien domina y en la intimidad de la fuente es ella, relegándola e instituyéndola a desempeñar un papel privado dentro de la sociedad y al mismo tiempo situándola en el campo de lo interno, delo húmedo, de abajo, de la curva y de lo continuo, adjudicándole trabajos domésticos los cuales eran privados, invisibles, ocultos y vergonzosos tales como el cuidado de los niños, de los animales, el cuidado de la tierra y todo lo que eso conlleva, en general eran trabajos sucios y monótonos como Bourdieu diría. ¿Pero realmente eran trabajos vergonzosos para la mujeres?, más bien quizá eran trabajos vergonzosos sucios y monótonos para los hombres, quienes una vez visto el potencial publico que podían tener las mujeres al enseñarles a usar sus órganos de una manera tan especial y deseosa, se dieron cuenta de la necesidad masculina de placer y que realmente dependían de ellas para saciar el deseo, por eso decidieron postergarlas y anularlas en tareas privadas y denigrantes para suprimir todo tipo de autoestima que generara un atisbo de sublevación por parte de ellas, pues la necesidad era tan grande que la dominación se hacía necesaria para ejercer un control. De esta manera es que además de denigrar y discriminar a la mujer privadamente por su condición, relegándola a ese tipo labores, también se hacía necesario hacer pública su condición de inferioridad, pues era la única manera de mantenerlas al margen, entendiendo que en esta acción radica la necesidad del hombre de ser el encargado del espacio público.
En ese sentido es que el hombre necesita de una publicidad para sentir la dominación hacia la mujer, necesita del reconocimiento de sus pares para sentirse lo suficientemente hombres y por eso demandan psicológicamente el poderío del espacio público dentro de la sociedad. No así la mujer quien como lo vemos en la historia del señor Ramsey, inscrita en el libro “Al faro” de Virginia Woolf, su esposa la señora Ramsey al darse cuenta de la vergüenza que pasaría su marido si todo mundo se entera de que recitaba en voz alta “La carga de la brigada ligera”, busco la manera de no hacer pública tal situación tremendamente desprestigiante para el señor Ramsey y así mantener el honor de hombre de su marido intacto. Ahora bien esto se relaciona con lo anterior pues si la señora Ramsey hubiese estado recitando en vez de su marido, no hubiese sido un gran problema, primero porque ella no es una persona publica pues es mujer y segundo porque actividades como la que estaba haciendo el señor Ramsey son muy mal vistas en un hombre, de tal manera que al estar dentro de este espacio privado la señora Ramsey no tiene que cumplir con algunas de las normas que están prohibidas para los hombres, sino que ella como mujer las puede desempeñar con mucha fluidez. En este sentido es que las mujeres no necesitan de una aceptación social para ser suficientemente mujeres pues durante tanto tiempo han estado invisivilizadas en lo público y relegadas en lo privado, que se saltaron toda esa disputa masculina infantil e insípida sobre quien la tiene más grande o sobre quien tiene más amantes, o sobre quien tiene más dinero, pues como a ellas no se les permitía ninguna de esas interesantes actividades, no luchan por saber quién es más femenina, ya que si bien dentro de las relaciones que se establecen entre mujeres existen vanidades, egocentrismos y competencias que pueden llegar a ser mayores que la de los hombres, ninguna siente la necesidad de probar que es mas mujer que la otra en términos sexuales y de género, porque todas ya son mujeres y eso es lo que importa, las rivalidades que pueden desarrollarse a lo largo de las relaciones que tienen en el diario vivir pero que no son un significativo a la hora de identificarse como tal en la vía pública. Además ninguna puede decir que su vagina es más grande que la de la otra, así que esa cosmología sexualizada que se ha perdido según Bourdieu y que lleva a considerar movimiento y cantidades corporales, para la mujer no aplica, entendiendo por cantidades la competencia histórica que han tenido los hombres por ser el que tiene el falo más grande.
Por lo anterior es que se entiende que dicha aceptación que el hombre necesita no solo debe darse en el ámbito sexual sino también cultural, político y económico, principalmente en estos dos últimos pues por algo han sido los hombres quienes deben y han de ser los primeros en gobernar o en la actualidad son los que poseen mayores oportunidades de hacerlo. Según datos de las naciones unidas un 12% de los 193 países del mundo pertenecientes a la ONU, son gobernados por mujeres, es decir, 23 países de todo el mundo son representados por el sexo femenino, cifra que si bien hace diez años atrás no eran ni 15 los países gobernados por mujeres, es muy baja, considerando que hace mucho tiempo ya quedó demostrado que las capacidades cognitivas que puedan llegar a tener las mujeres pueden ser iguales o superiores a la de los hombres. De esta manera es que se da cuenta de la necesidad masculina de tener presencia en lo público y al mismo tiempo de que las políticas de inclusión a nivel mundial instauradas por cada país no favorezcan al desarrollo femenino dentro de la vida política y económica de los países, más bien las excluye o les dificulta el camino, entendiendo que la exclusión está constituida por limitaciones o degradaciones de status de una categoría social o sistema de interacción que se expresan multidimensionalmente en cuanto a precariedad de poder o bien barreras estructurales de las posiciones sociales de una categoría social o sistema de interacción que se expresan en limitaciones multidimensionales a su poder (Chuaqui, 2011). Es así que la mujer dentro del concepto teórico de exclusión constituye una categoría, la categoría de exclusión por género, dándole así más soporte a lo planteado anteriormente pues se entiende que el género femenino se encuentra en una desventaja sustancial en relación al masculino y que las políticas inclusivas son solo una fachada que esconde mucho mas adentro.
En relación a esto es que Bourdieu establece que existe una división
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