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Trabajo integrador: planeamiento Curricular, Psi Social, Psi Evolutiva, Filosofía


Enviado por   •  9 de Agosto de 2018  •  Informes  •  9.273 Palabras (38 Páginas)  •  131 Visitas

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE LA PLATA

-FACULTAD DE HUMANIDADES-

EXTENSIÓN ROSARIO

 

Carrera Docente para Profesionales

Primer Cuatrimestre

Trabajo Integrador – 2018

Alumna: María Fernanda Trebol

E-mail: mftrebol@gmail.com 

Fecha de entrega: 19 de julio de 2018.

Cátedra: Antropología Filosófica

Consigna:

Investigar en el PEI de la institución donde se realiza la observación, qué concepción antropológica sostiene el proyecto educativo.

El PEI del Instituto de Eduación N° 28 “Olga Cossetini” fue elaborado para el período 1995 / 1999, pero continúa en vigencia. Para el trabajo de análisis, me centraré en los cuatro finen institucionales que se enuncian en su fundamentación.

Fines institucionales:

  • Impartir la Enseñanza Superior con carácter científico y humanista para formar educadores, investigadores y técnicos con amplia capacidad para investigar, integrar y transmitir los datos de la cultura nacional y universal.

  • Asumir la responsabilidad de su quehacer en términos de colaboración y mejoramiento social permanente, promoviendo al respeto mutuo y el trabajo cooperativo entre docentes, no docentes y graduados.
  • Educar en el espíritu de las libertades democráticas, los derechos humanos, la soberanía y la independencia nacional, contribuyendo con su acción a la confraternidad de los pueblos, a la paz y al uso adecuado de los recursos para el mejoramiento de los niveles de vida.
  • Garantizar la más amplia libertad de juicio, criterio y orientaciones filosóficas en el dictado de las cátedras.

Esta enumeración deja entrever una concepción antropológica que, en su primer punto, concibe a un ser humano capaz de ser formado por una institución, y cuya formación tiene que ver con la investigación, integración y transmisión de datos pertenecientes a dos estamentos identificados allí como “cultura nacional y universal”. Este primer punto del PEI nos habla de un hombre que:

  1. está escindido del mundo (tanto la institución como sus alumnos -posibles educadores, investigadores y técnicos- son seres diferentes del sistema “cultural” que deben “transmitir). Este hombre es, por lo tanto, “sujeto”. Es, entonces, un ser capaz, según Joseph Gevaert, de “…decir “yo, tú, nosotros, esto es, de reflexionar, de tomar distancia frente a las cosas, de darse cuenta, aunque no plenamente, de su propia condición humana.”[1] 
  2. Puede ser “formado” por la institución, con lo cual se asume una concepción sociológica de este sujeto. En su libro “Perspectivas”, Rubén Vasconi apunta: “…Siguiendo el camino señalado por Comte (el hombre) sólo podría ser pensado como: a) algo que, formando parte del mundo animal, es moldeado y orientado en su conducta por su realidad biológica, o como b) algo que, formando parte del mundo social, es configurado por la sociedad a la que pertenece”[2]. Es claro (y es casi una obviedad decirlo, por tratarse de una institución educativa cuyo fin es formar educadores), que el PEI sostiene una concepción antropológica en la cual la sociedad configura al hombre. Citando, esta vez, a Émile Durheim, Vasconi reforzará el planteo con la siguiente frase: “La sociedad es la obrera y la detentadora de todas las riquezas de la civilización, sin las cuales el hombre caería en la categoría de la animalidad”[3]
  3. Va a recibir un saber que tiene dos características: es “científico” y “humanista”. Ese estatus científico del conocimiento ya nos habla de un saber que se encuentra estrechamente relacionado con un concepto que puede dar lugar a una variedad de interpretaciones. ¿Qué sería un saber “científico”, en el caso particular de un Instituto de Formación Docente? En contraposición con un enfoque tecnocrático, que sólo considera ciencias a aquellas disciplinas cuyo conocimiento es adquirido a través del llamado “método científico”, esta institución considera “científico” al saber relacionado con las llamadas Ciencias Sociales o Humanas. A éstas, Joseph Gevaert las define como “las ciencias que examinan al hombre como “objeto” (aunque sin confundirlo con las cosas) y que lo estudian desde puntos de vista relativos o sectoriales: psicológico (comportamiento), biológico, fisiológico, político, económico, etcétera.”[4] . En lo referente al carácter “humanista” del conocimiento que impartirá el Instituto, si bien no aparece especificado en el documento, entendemos que remite al laicismo. Esta característica, entonces, nos habla de un saber en el cual no existe la figura de Dios como Ser Supremo, fundamento de la realidad. Ese lugar está ocupado por el ser humano. Este “laicismo” es herencia de procesos de secularización de la sociedad occidental. Citando un artículo de Alfonso Pérez Agote (Universidad Complutense de Madrid), la secularización “como noción sociológica, el proceso propio de las sociedades modernas a través del cual las ideas y las organizaciones religiosas pierden influencia social; esta pérdida es debida al desarrollo de la racionalidad, la ciencia y la tecnología que acompaña al proceso de industrialización y urbanización. Se trata de un proceso complejo que comprende una pluralidad de dimensiones individuales, sociales y políticas de la religión (Tschannen, 1992).”[5]

En el segundo fin institucional comenzará a aparecer la interrelación como elemento importante. El PEI habla de que la asunción de la tarea (o responsabilidad” debe realizarse “en términos de colaboración y mejoramiento social permanente, promoviendo al respeto mutuo y el trabajo cooperativo entre docentes, no docentes y graduados.” Podemos colegir, en principio, que los responsables de la tarea educativa han sido definidos como tres grupos diferentes: docentes, no docentes y graduados. Más allá de las cuestiones propias de cada individuo, la pertenencia a uno (o más) de estos tres grupos será importante a la hora de la definición de roles de cada persona.

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