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VIEJOS HOSPITALES


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2014  •  4.321 Palabras (18 Páginas)  •  288 Visitas

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VIEJOS HOSPITALES

Personajes

Una mujer, con su bebe

Un linyera

Indicaciones para una puesta en escena

Aún cuando no hay marcaciones técnicas en el texto, sí están señalados, en intervalos expresivos, los diferentes momentos en los que el personaje femenino habla con su hijo, recuerda, o imagina qué es lo que puede depararle su larga espera. De esta manera, estas mismas situaciones que fluctúan permanentemente entre la realidad, el pasado y el futuro de esta mujer, expresan, también, un diálogo.

Igualmente, la vida que comienza cada amanecer en una ciudad cualquiera, crece y acompaña a los personajes durante todo el transcurso de la obra.

La noche se va, un día de verano, en una plaza. Una plaza pobre, de árboles tristes, delante de un viejo hospital. En una esquina de la plaza hay tres bancos despintados. Sólo uno de ellos está ocupado: a todo lo largo, duerme un linyera. A su lado tiene un par de atados de ropa donde guarda todo cuanto le pertenece. De a ratos, agitado, pareciera que va a despertarse pero, no: continúa durmiendo, y vuelve a cubrirse son su manta de hojas de diario. La madrugada de anuncia cuando a lo lejos se escucha el canto de un gallo. Entonces llega una mujer. Una mujer que lleva un chico en brazos, bien envuleto, bien abrigado. Llega lentamente, está cansada: ha andado mucho para llegar hasta allí. Elige un banco y se sienta y descansa. Después busca entre sus ropas hasta que encuentra un trapo. Con él va a secar de tanto en tanto, la frente del chico. Con el canto del gallo también llega, imperceptiblemente, el canto de los pájaros. Y, a su vez y en voz baja, la mujer entona:

MUJER: “Duermase mi niño,

duermase mi sol,

duermase pedazo,

de mi corazón”.

duermase pedazo, de mi corazón.

Acá. Acá vamos a estar bien.

Ese hombre. Ahí. Parece dormido.

Y usted?. Así, bien abrigadito. Va a estar mejor. Con la ropa que le puse. Que no se me vaya a enfriar.

Vamos. Duérmase otro poco, que ya se va a poner mejor. Se va a poner sanito.

Y ya no va a llorar más. No va a hacer falta llorar más. Y nadie, nunca más, lo va a oír llorar porque se va a poner fuerte, porque el sueño le va a venir, solito, sin hacer ruido, va a venir nada más que para mi chiquito. Nada más que para él.

El sueño sabe traer cosas buenas a la cabeza cuando se es así, un chiquito.

El sueño que me le cuenta historias. Cuando se sueña, es como si a una le hablaran. Como si a una le dijeran como tendrían que ser todas las cosas. Eso está bien.

Así que, duérmase. Vamos.

Vamos.

Que soy la primera que llegué, ¿eh?. Que no va a haber ninguna antes que yo, ¿sabe?. Y, entonces, no habrá que esperar tanto: primero, me lo van a revisar.

El primer número para nosotros. No va a ser como las otras veces.

En los hospitales hay que andar con números:

“Ochenta y nueve. Pase!.

Noventa!”.

“-¿Y el número de historia clínica?”.

El número de hsitoria clínica.

“-¿En sala número siete, me dijo?”. Dónde quedará esa sala.

Así es que son los hospitales.

Ese hombre. Dormido, así. Qué.

A la vuelta, por allá, me pareció, cuando estaba llegando, que había otro. Dormido, medio dormido, igual. Se irán, después, y juntarse entre ellos, a contarse que soñaron, que alcanzaron a soñar. Y entre todos, cada uno pondrá lo que se acuerda, y armarán uno solo, que alcance para todos, menos triste, que sea. No, si yo también sé que los sueños la acompañan a una. Parece que le hablan y le vuelven a decir lo que le contaban, de chica, no sé.

Como para que una deje de pensar, de repetirse. Dejar de acordarse, y dormirse.

Por qué irán a hacer las plazas, delante de los hospitales. Para qué. Igual que esas plantas que crecen, adentro, en los patios. De dónde.

Para quién serán las flores, en los hospitales. Qué son. Los enfermos, buscan cerrar los ojos, dormir un rato. Olvidarse, también.

Flores en los canteros, esos. Las pondrán para que crean que se parecen a qué.

“-Miren por las ventanas, mirenlás”. Ah, ésas, ahí: qué tendrán. Qué enfermedad será esa que las hace crecer medias arrinconadas, contra la pared.

Medio abrigadito que te traje. Me van a atender primero. Vas a ver.

Deben faltar como dos horas para que empiecen a atender.

Dos horas y voy a ser la primera para sacar turno.

Ya conozco bien cómo funcionan los hospitales, yo. El que llega tarde se queda sin turno, y tiene que volverse. Si son diez turnos por día, son díez y nada más. Qué pensarán que hay después de esos diez enfermos:

“-Otra vez habrá que venirse más temprano”.

“-A ver, pase. Venga”.

“-Sí, doctor”.

“-No sé doctor. Empezó con que no me quería dormir”.

Ahora está bien tapadito. Mirenlé la carita.

Y cuando una menos se da cuenta, ah. Qué.

Y así, flaco, irá a ser. Crecerá. Manos grandes. Dedos largos.

Ah, conozco esas manos, yo.

Pero vas a ser más alto, vos. Más alto, sí. Y el pelo parecido al mío vas a sacar, ¿no es cierto?

El crío más lindo, vas a tener que ser. Si no es nomás tu madre que te lo dice, no. Pero quién tiene esos ojos, ¿eh?. Esos ojos. Que te miran, que siempre te están mirando, como buscándola a una.

Hasta qué edad es que no ven las criaturas. Es así como

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