Amb. Y Sust
SandyD907 de Mayo de 2013
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A) En formato Word y en dos cuartillas, expliquen cuidadosamente la teoría de Gaia.
El científico James Lovelock, en 1972, formuló una teoría revolucionaria que unificó la teoría de la evolución y la geología, hablando del planeta azul como un organismo autorregulado cuya finalidad es albergar vida. Lo que en un principio parecía ser una simple hipótesis se convirtió en una teoría, que, a pesar de ser la gran desconocida, es actualmente aceptada por la comunidad científica como Ciencias del Sistema Tierra, aunque niega que la finalidad de la autorregulación de nuestro planeta sea la vida.
El término de los antiguos griegos, Gaia* ha tenido enorme importancia a lo largo de toda la historia de la humanidad, tomando de base a una creencia que aún existe junto a grandes religiones. Lo natural y de desarrollo de la ecología se ha especulado recientemente sobre la posibilidad de que la biosfera sea algo más que el conjunto de todos los seres vivos de la tierra, como el mar y el aire. Cuando la raza humana ha podido contemplar desde el espacio la refulgente belleza de su planeta lo ha hecho con un asombro teñido de veneración que es el resultado de la fusión emocional de conocimiento moderno y de creencias ancestrales.
Este sentimiento, a despecho de su intensidad, no es, sin embargo prueba de que la Madre Tierra sea algo vivo. Los viajes espaciales, además de presentarnos la Tierra desde una nueva perspectiva, han aportado una ingente masa de datos sobre su atmósfera y su superficie, datos que están haciendo posible un mejor entendimiento de las interacciones existentes entre las partes orgánicas y las inertes del planeta.
La materia viviente de la Tierra y su aire, océanos y superficie forman un sistema complejo al que puede considerarse como un organismo individual capaz de mantener las condiciones que hacen posible la vida en nuestro planeta. Cuando de asuntos medioambientales se trata, la comunidad científica parece estar dividida en grupos beligerantes colectivizados, en tribus enfrentadas cuyos miembros sufren fuertes presiones por parte de los dogmas oficiales respectivos para que se adecuen a ellos.
La búsqueda de Gaia comenzó hace más de quince años, coincidiendo con los primeros planes de la NASA (National Aeronautics and Space Administraron) estadounidense encaminados a resolver la incógnita de la existencia de vida en Marte.
A despecho de su amplitud y vaguedad, esta clasificación de la vida indica al menos la dirección acertada. Sugiere, por ejemplo, que existe una frontera o interface entre el área "fabril" que procesa el flujo de energía o las materias primas, con la consiguiente disminución de la entropía, y el entorno que recibe los desechos generados por este procesamiento. Sugiere también que los procesos de la vida -o los que a ellos se asemejan- requieren un aporte energético por encima de un determinado valor mínimo para iniciarse y para mantenerse. Un físico decimonónico, Reynolds, observó que las turbulencias de líquidos y gases aparecían únicamente cuando el flujo superaba un cierto nivel crítico en relación con las condiciones locales. Para calcular la magnitud adimensional de Reynolds basta conocer las propiedades del fluido en cuestión y sus condiciones locales de flujo. De modo semejante: para que aparezca la vida, el flujo de energía ha de ser lo suficientemente importante, no sólo en cuantía sino también en calidad, en potencial. Si, por ejemplo, la temperatura de la superficie del Sol fuera de 500° centígrados en lugar de serlo de 5.000° y su distancia a la Tierra se redujera correspondientemente, de tal modo que recibiéramos la misma cantidad de calor, las diferencias climáticas respecto a las condiciones reales quizá fueran escasas, pero la vida nunca habría hecho acto de presencia. La vida requiere una energía lo bastante potente como para romper las uniones químicas: la mera tibieza no basta.
La Hipótesis de Gaia postula que las condiciones físicas y químicas de la superficie de la Tierra, de la atmósfera y de los océanos han sido y son adecuadas para la vida gracias a la presencia misma de la vida, lo que contrasta con la sabiduría convencional según la cual la vida y las condiciones planetarias siguieron caminos separados adaptándose la primera a las segundas. Término inventado por un fisiólogo americano, Walter Cannon. Se refiere a esa notable capacidad que poseen los seres vivos para mantener determinados parámetros dentro de márgenes muy estrechos a despecho de los cambios que su entorno pueda experimentar.
Es posible que, en última instancia, nuestro frenético desarrollo tecnológico se pruebe doloso o destructivo para nuestra especie, pero las pruebas aportadas para demostrar que la actividad industrial, ya sea en su nivel de hoy o en el de un futuro inmediato, puede poner en peligro al conjunto de la vida de Gaia, son verdaderamente muy endebles.
La teoría de Gaia se refiere a la Tierra como un organismo autorregulado compuesto por los océanos, las rocas de la superficie, la atmósfera y los seres vivos, formando un sistema que evoluciona conjuntamente, y cuyo objetivo es la regulación de las condiciones de la superficie en función de su habitabilidad, en función de la vida. Este postulado, que ha realizado predicciones correctas y se basa en observaciones y modelos teóricos, procede de la inicial hipótesis de Gaia. Ésta era contraria a la tesis común que afirmaba que la vida se adapta a las condiciones del planeta existentes y que la vida y el planeta evolucionan de forma separada. Una vez matizada, la hipótesis dio lugar a la teoría de Gaia; y la tesis convencional se convirtió en lo que hoy conocemos como la ciencia del sistema Tierra. Se trata de una disciplina dedicada ala estudio de la Tierra por parte de aquellos científicos que opinan que los fenómenos de nuestro planeta no pueden ser explicados por la geología tradicional. La conclusión de que la Tierra es una entidad dinámica en la que lo vivo y lo inerte está relacionado y que posee una autorregulación climática y química constituyó la base de la Declaración de Ámsterdam en 2001.La ciencia del sistema Tierra se diferencia de la Teoría de Lovelock en el presupuesto de un objetivo, mantener el planeta habitable.
La idea surgió en los años 70, de la observación de cómo la biosfera y la evolución de los procesos vitales contribuyen significativamente a la temperatura global del mundo, la salinidad oceánica y el resto de los factores de habitabilidad. En los primeros momentos fue recibida con rechazo por los expertos, pero más recientemente fue aceptada por algunas corrientes, especialmente las relacionadas con la ecología de los sistemas.
El elemento más importante de esta hipótesis es que defiende la existencia de un equilibrio planetario determinado por las distintas formas orgánicas, el cual persigue activamente mantener las condiciones óptimas para la vida, aun cuando lo amenacen elementos terrestres o de la realidad espacial.
Según la Teoría de Gaia, a diferencia de otros planetas donde las condiciones atmosféricas se regulan por los procesos químicos que se están produciendo, en la Tierra la estabilidad de la atmósfera se regula por los procesos vitales. Salvo los gases nobles, el resto de los gases atmosféricos que hay en el planeta son provocados por los organismos vivos.
Al parecer, mientras más especies haya en el sistema más fuertes y balanceados son sus mecanismos. La Hipótesis de Gaia le da alto valor a la biodiversidad para mantener condiciones habitables. Precisamente por esta razón los que defienden los principios de esta teoría plantean que con el aumento de la población humana y, consecuentemente, de su impacto en el medio ambiente, dicho equilibrio se está viendo amenazado.
La noción de una Tierra viviente ha sido muy controvertida dentro de la ciencia, basado sobre todo en lo metafórico que suenan muchas de las aseveraciones que sus teóricos han presentado. Las críticas aparecen también cuando no se explican matemáticamente sus principios fundamentales, cosa que ocurre en otras descripciones científicas.
En cualquier caso, la Teoría da cuenta de una serie de relaciones complejas que se producen entre los distintos niveles de los ecosistemas terrestres y, aun con sus limitaciones, representa un punto de partida para el estudio de los procesos de cambio climático que actualmente están poniendo en riesgo la supervivencia del planeta.
La hipótesis de Gaia es un conjunto de modelos científicos de la biosfera en el cual se postula que la vida fomenta y mantiene unas condiciones adecuadas para sí misma, afectando al entorno. Según la hipótesis de Gaia, la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como un todo coherente donde la vida, su componente característico, se encarga de autorregular sus condiciones esenciales tales como la temperatura, composición química y salinidad en el caso de los océanos. Gaia se comportaría como un sistema auto-regulador (que tiende al equilibrio).La teoría fue ideada por el químico James Lovelock en 1969 (aunque publicada en 1979) siendo apoyada y extendida por la bióloga Lynn Margulis. Lovelock estaba trabajando en ella cuando se lo comentó al escritor William Golding, fue éste quien le sugirió que la denominase ³Gaia´, diosa griega de la Tierra (Gaia, Gea o Gaya). Lovelock fue llamado por la NASA en 1965 para participar en el primer intento de descubrir la posible existencia de vida en Marte. Participó como asesor de un equipo cuyo objetivo principal era la búsqueda de métodos y sistemas que permitieran la detección de vida en Marte y en otros planetas. Uno de los
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