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LA EVALUACIÓN: UN PROCESO DE DIALOGO, COMPRENSIÓN Y MEJORA MIGUEL A. SANTOS GUERRA

pattysm7 de Abril de 2014

613 Palabras (3 Páginas)899 Visitas

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La naturaleza del proceso evaluador.

La evaluación es una parte del proceso de enseñanza/aprendizaje, no es un apéndice, un complemento o un adorno. De cualquier modo, no importa tanto evaluar ni siguiera evaluar bien, cuanto el poner la evaluación al servicio de la mejora de la actividad y, por ende, de los alumnos. Lo decisivo en la evaluación es saber qué papel desempeña en todo el proceso de enseñanza/aprendizaje y si ese papel contribuye a la calidad del mismo, tanto en lo que respecta a su racio¬nalidad como a su justicia. La evaluación no es, fundamentalmente, un problema de medición sino de comprensión.

Evaluar es atribuir valor a las cosas, es afirmar algo sobre su mérito. Se evalúa para comprender y, en definitiva, para cambiar y mejorar.

"La evaluación es un instrumento que sirve al profesor para ajusfar su actuación en el proceso de enseñanza y aprendizaje, orientándolo, reforzando los contenidos insuficientemente adquiridos por los alumnos y realizando la adaptación curricular necesaria.”

Evaluación como diagnóstico.

Este diagnóstico permitirá ajustar la acción a las características de los alumnos, a su peculiar situación. El diagnóstico inicial permite saber de qué punto se parte, cuáles son los conocimientos previos de los alumnos, qué tipo de concepciones tienen sobre la ciencia, la escuela y el aprendizaje.

Evaluación como selección.

La evaluación permite al sistema educativo seleccionar a los estudiantes. Mediante la gama de calificaciones, la escuela va clasificando a los alumnos. Unos son eliminados porque no llegan a unos mínimos. Otros van situándose en puestos de diferente categoría según la clasificación.

Evaluación como jerarquización.

No es casual que el único evaluado en el sistema educativo sea el que ocupa el último lugar en la escala jerárquica1, el alumno. De ahí la necesidad de reflexionar para que ese proceso no sea utilizado como un recurso opresor sino de ayuda.

La evaluación como comprobación.

Las pretensiones educativas sobre el aprendizaje se concretan en activi¬dades instructivas. El resultado de las mismas puede ser comprobado a través de la evaluación. Es un mecanismo elemental y aparentemente simple. El riesgo se corre cuando se simplifica excesivamente el proceso: esto es lo que hay que aprender y esto es lo que se ha aprendido

La evaluación como comparación.

La evaluación, cuando se realiza en un aula, encierra una faceta compa¬rativa. Todos los alumnos son evaluados de forma parecida y a todos se les exigen unos conocimientos mínimos. Es más, se pretende aplicar unos mismos criterios para realizar una evaluación justa. El alumno sabe cómo le han ido las cosas si compara los resultados con los que ha conseguido el compa¬ñero. Un criterio de referencia sobre la evaluación individual es el contraste con la evaluación de los otros.

La evaluación como comunicación.

El profesor se relaciona con el alumno a través del método, de la experien¬cia... y de la evaluación. Esta comunicación tiene repercusiones psicológicas para el alumno y para el profesor. El alumno ve potenciado o mermado su auto-concepto por los resultados de la evaluación. El alumno se ve comparado con los resultados de otros compañeros.

La evaluación como diálogo.

En la evaluación tiene lugar un diálogo entre evaluadores y evaluados. Un diálogo que puede ser enriquecedor (si se realiza en libertad, con actitud de aper¬tura y con voluntad de ayuda) o bien convertirse en un monólogo despótico y avasallador. También hace posible un diálogo entre los evaluados y entre diferen¬tes evaluadores.

La evaluación como orientación.

La evaluación proporciona una información que puede ser el punto de parti¬da para la toma

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