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La colaboración familia-escuela


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2013  •  Ensayos  •  1.664 Palabras (7 Páginas)  •  176 Visitas

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Los planteamientos y sentido de las relaciones familia escuela han ido evolucionando dotándolas de coherencia e incorporando progresivamente un discurso de colaboración cada vez más estructurado hasta el punto de que esta cooperación se ha convertido en uno de los ejes que definen la calidad educativa en la etapa 0-6 y uno de sus retos más importantes.

La participación de los padres en el planteamiento educativo de un centro de educación infantil es una garantía de eficacia de la acción educativa. Y en la educación de los más pequeños es uno de los criterios más claros de calidad de la oferta educativa debido a la especificidad de los aprendizajes antes de los seis años, a la necesidad de completar la acción educativa sobre el niño y al impacto de los programas compensatorios (Palacios y Paniagua, 1992).

La colaboración familia-escuela dirigida a orientar a las familias y a fomentar el acuerdo sobre los objetivos educativos, es una manera de promover el desarrollo infantil y, a la vez, de apoyar y hacer crecer la competencia educativa de las familias ya que, desde el acuerdo y la confianza mutuas, los profesionales de la educación pueden ayudar a las familias a reforzar determinadas prácticas educativas y a hacer ver los problemas implicados en otro tipo de actuaciones.

La atención en el momento evolutivo inicial del niño depende de las condiciones que el adulto le proporcione. La familia y la escuela son los contextos que contribuyen a crear el ambiente adecuado que propicie el desarrollo saludable del niño, es decir, que crezca física, psíquica y emocionalmente sano.

Importancia del contexto familiar en el desarrollo infantil

La responsabilidad de educar a los hijos ha recaído durante muchos años en el grupo familiar y progresivamente, la escuela y otros agentes educativos han ido asumiendo la tarea y la responsabilidad de satisfacer las necesidades que plantea el desarrollo de los niños y las niñas y de preparar su futuro en el seno de la sociedad.

La familia es para el niño su primer núcleo de convivencia y de actuación, donde irá modelando su construcción como persona a partir de las relaciones que allí establezca y, de forma particular, según sean atendidas sus necesidades básicas (Brazelton y Greenspan, 2005). Este proceso de construcción de su identidad se dará dentro de un entramado de expectativas y deseos que corresponderán al estilo propio de cada núcleo familiar y social.

Los padres como primeros cuidadores, en una situación “suficientemente” buena, establecerán un vínculo, una sintonía con el niño/a que les permitirá interpretar aquellas demandas de atención y de cuidado que precise su hijo en cada momento. Ellos serán los primeros responsables en la creación de unos canales y significación que favorecerán la construcción de la identidad del niño. López (1995, 9) a partir de sus investigaciones sobre las necesidades de la infancia y la atención que éstas precisan afirma que:

“… Para la infancia no es adecuado cualquier tipo de sociedad, cualquier tipo de familia, cualquier tipo de relación, cualquier tipo de escuela, etc. sino aquéllas que le permiten encontrar respuestas a sus necesidades más básicas. El discurso de las necesidades es hoy especialmente necesario, porque no todos los cambios sociales que se están dando en la estructura familiar y en la relación padres e hijos están libres de riesgos para los menores”.

Las prácticas educativas parentales no sólo son la primera influencia para el niño y la niña sino también la más significativa ya que muestran la manera en que los niños son educados y tratados por sus padres según algunas investigaciones como las de Ainsworth y Bell (1970); Schaffer y Crook (1981); Rodrigo y Triana (1985); Palacios y Oliva (1991); Goodnow (1996); Rodrigo y Palacios (1998); Hidalgo (1999); Palacios; Hidalgo; Moreno (2001); Sánchez (2001); Alonso García (2002); Barudy (2005).

Según Barudy (2005) los buenos tratos a niñas y niños aseguran el buen desarrollo y el bienestar infantil y son la base del equilibrio mental de los futuros adultos y, por tanto, de toda la sociedad. El punto de partida de los buenos tratos a la infancia es la capacidad de madres y padres para responder correctamente a las necesidades infantiles de cuidado, protección, educación, respeto, empatía y apego. La competencia parental en estos aspectos vitales permite que las niñas y los niños puedan crecer como personas capaces de tener una buena autoestima y de tratar bien a los demás.

Este autor ofrece una descripción precisa de los daños que pueden causar la falta de competencia y a menudo de conciencia de madres y padres que por diversos factores de tipo individual o contextual están demasiado ocupados con sus problemas profesionales o sentimentales para hacerse cargo de sus hijos y proyectan en éstos sus propias carencias e insatisfacciones. Esta clase de malos tratos, a menudo inadvertidos, pueden causar trastornos de apego y otros síntomas del comportamiento que manifiestan el sufrimiento invisible de los niños.

Es evidente que la familia juega un papel fundamental al ser el contexto en el que las niñas y los niños establecen

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