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La problemática Axiológica


Enviado por   •  26 de Febrero de 2015  •  Ensayos  •  2.042 Palabras (9 Páginas)  •  284 Visitas

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La problemática Axiológica

La problemática axiológica, conecta directamente con una rama de la filosofía denominada Axiología, palabra que viene del griego axios, que significa “valioso”, “digno”, y de la palabra logos, que podemos traducir como “estudio”, “tratado” o “teoría”; por lo tanto la Axiología es la rama de filosofía que se dedica a estudiar o reflexionar sobre los valores.

En este estudio figura el de saber qué es el valor mismo, cuál es su esencia, si realmente existen y qué tipo de existencia tiene; el de saber si es posible conocerlos y realizarlos para acceder a un mundo mejor; en fin, saber cuáles son los valores superiores y cuáles los inferiores y en que se basa esta clasificación.

Vivimos en un mundo regido por los valores, no obstante que muchos de ellos no se cumplen y que tal vez se nos antoje que jamás lleguen a cumplirse.

Los valores que trata la axiología nos son de tipo económico, más bien nos referimos, a aspectos como son: la belleza, la verdad, la justicia, la salud, la paz, la democracia, el amor, etcétera. Todo eso se designa como valores.

En el terreno de los valores, como dice un filósofo, “hay un campo por arar, una cosecha por recoger, tesoros por descubrir, recursos por movilizar, energía por liberar, que bien puede compararse con los de la naturaleza”.

Así, pues, vivimos en varios niveles de épocas. En lo que se refiere a nuestro mundo moral, a nuestro mundo sentimental, estamos aún en una edad de piedra: “odiando y amando, envidiando y deseando tan primitivamente como el hombre de las cavernas y rompiendo de tiempo en tiempo, con inaudito salvajismo, el barniz de nuestra civilización”. Hemos aprendido a controlar la naturaleza antes de haber aprendido a controlarnos a nosotros mismos.

Los problemas fundamentales de la axiología

Los filósofos de los valores no se van a dedicar a inculcar ciertos valores, sino más bien a analizarlos, a reflexionar sobre la naturaleza, sobre la posibilidad de conocerlos y realizarlos. De esta manera, se plantean una serie de problemas, tale como, ¿son los valores objetivos o subjetivos?; ¿dependen de nuestro modo de ser y de percibir las cosas?; o ¿son en “sí y por sí” independientes del sujeto que los capta?; ¿Cómo se captan realmente los valores?, ¿por el intelecto, por el sentimiento, por la intuición?

El problema sobre la naturaleza de los valores

El problema sobre la naturaleza de los valores plantea la siguiente pregunta: ¿qué naturaleza tienen los valores? Para la solución de este problema vamos a encontrar dos posiciones antagónicas y al parecer irreconciliables: el Objetivismo y el subjetivismo axiológicos.

Para el Objetivismo, el valor tiene una naturaleza o modo se ser objetivo, pues existe independientemente de un sujeto o de una conciencia valorativa, mientras que para el subjetivismo sostiene que un valor debe su existencia, su sentido o su validez a reacciones ya sean filosóficas o psicológicas del sujeto que valora.

El objetivismo y el subjetivismo de los valores

Según el objetivismo, el sujeto no es necesario para la captación de los valores, ya que éstos existen en sí y por sí, con independencia del sujeto. Como dice Max Scheler (1875 – 1928) - representante del objetivismo- el asesinato siempre es malo, sin necesidad de que alguien lo repruebe como tal.

Para el objetivismo los valores son independientes de los bienes o cosas valiosas y de los sujetos que los valoran. La naturaleza del ser humano, sus cambios a lo largo de la historia, el influir constantemente de las preferencias, las vicisitudes de los deseos, deja a los valores intactos e imperturbables.

A diferencia del objetivismo, el subjetivismo axiológico sostiene que el sujeto es esencial o imprescindible, en toda valoración, pues si no existe un sujeto encargado de valorar las cosas, el valor, simplemente, no es posible.

El subjetivismo dirá, que los valores son para mí (en cuanto a sujeto que valoro). Podríamos decir que el subjetivismo resucita la antigua frase de Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Para el subjetivismo no podemos hablar de valores fuera de una valoración real o posible. En efecto, ¿qué sentido tendría la existencia de valores que escaparan a toda posibilidad de ser apreciados por el hombre? ¿Cómo sabríamos que existen los valores si estuvieran condenados a mantenerse fuera de la esfera de las valoraciones humanas?

Por su parte, el objetivismo afirma que en es cierto que la valoración es subjetiva, pero es indispensable distinguir valoración del valor y el valor es anterior a la valoración.

Si no hubiera valores, ¿qué habríamos de valorar?

Confundir la valoración con el valor equivale a confundir la percepción con el objeto percibido. La percepción no crea al objeto, sino que lo capta; lo mismo sucede con la valoración. Lo subjetivo es el proceso de captación del valor. No podemos reducirlo valioso a aquello que nos agrada o interesa.

Por encima del agrado o desagrado existe un deber objetivo, un valor moral que no depende de los vaivenes de nuestros gustos o disgustos.

Estos argumentos nos muestran la complejidad que encierra el problema de la naturaleza de la existencia de los valores.

Hacia una superación del objetivismo y el subjetivismo

No podemos negar que cada una de estas posiciones -objetivistas y subjetivistas – tiene algo de convincente y nos pasaríamos largo tiempo discutiendo sobre sus argumentos. ¿Cómo resolver entonces el problema del objetivismo y subjetivismo?

Autores como Risieri Frondizi han planteado la cuestión de otra manera. Este filósofo argentino piensa que tanto el subjetivismo como el objetivismo son unilaterales. Considera que el valor surge de la relación entre el sujeto y el objeto, y que esa relación axiológica origina una cualidad estructural empírica.

Agrega que dicha cualidad estructural no se da en el vacío, sino dentro de un situación humana concreta, y que, la jerarquía axiológica es también situacional y compleja, no lineal. Sostiene, además, que los valores sirven de fundamento a las normas éticas y que éstas, lo mismo que las normas jurídicas, son situacionales.

Según

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