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Enviado por   •  18 de Febrero de 2015  •  2.340 Palabras (10 Páginas)  •  143 Visitas

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Juan José Arreola, un escritor que le dedicó más tiempo al ajedrez que a la literatura.

(Entrevista realizada en octubre de 1997)

Por Javier Vargas

Reconoce que no le ha dedicado a la literatura ni la milésima parte del tiempo que le ha dedicado al ajedrez. Lo juega todos los días. Poesía y ajedrez son imposibles para el hombre, están más allá de su alcance, dice, y no le han interesado en la vida las cosas que le son posibles, sino las que nunca podrá hacer. Escritores como Shakespeare o Dostoievsky, agrega, se han acercado a lo imposible, pero siempre se han quedado en el umbral. Lamenta que México sea un país predilecto para no jugadores de ajedrez, aquí, dice, preferimos jugar volados, cartas poker, lotería, todo lo que sea juegos de azar, pero no juegos de responsabilidad personal como el ajedrez. Acepta que cayó en la ilusión de la literatura pero no cayó nunca en la ilusión del ajedrez.

Juan José Arreola, de Zapotlán el Grande, Jalisco, "un pueblo", ha dicho, "que de tan grande nos lo hicieron Ciudad Guzmán hace cien años... Nací el año de 1918, en el estrago de la gripa española, el día de San Mateo Evangelista y Santa Ifigenia Virgen, entre pollos, puercos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos. Di los primeros pasos seguido por un borrego negro que se salió del corral. Tal es el antecedente de la angustia duradera que da color a mi vida". Es autor de "Confabulario", "Bestiario", "Palindroma", "La feria", "Varia invención", "La hora de todos". Ha sido maestro de literatura, editor, promotor cultural y ajedrecista. Ha escrito ensayos como, "Lara imaginario", "La manipulación del espíritu", "Miguel de Montaigne.

Reconocido como uno de los escritores más destacados de habla hispana, ha declarado: "No he tenido tiempo de ejercer la literatura. Pero he dedicado todas las horas posibles para amarla. Amo el lenguaje y venero a los que, mediante la palabra, han manifestado el espíritu, desde Isaías a Franz Kafka" . ("Varia invención", SEP, 1985)

En esta entrevista, concedida en octubre del año pasado, "sólo porque se trata de ajedrez", acepta que la gran pasión de su vida ha sido el juego ciencia. Al hablar sobre el tema resalta un superior sentido de la vida, una suerte de magestuosidad espiritual que, mediante la palabra, se convierte en arte.

¿Cómo fue su encuentro con el ajedrez?

Primero debo decirle que el ajedrez llegó tarde para mí. Y lo he dicho, siendo mi padre un modelo de hombre, no entiendo por qué no nos enseñó a mi hermano y a mí, puesto que él lo jugaba. Entonces, imagínese usted, qué cosa más rara, utilizábamos, mi hermano y yo, un ajedrez hecho por mi padre para jugar a los soldaditos.

Empezó la vida, pasé muchas experiencias y hasta el año 1941, cuando regreso de México de una aventura de éxitos y fracasos, llego a Zapotlán a los 22 años. Me ofrecen que venga a dar unas pláticas y lecturas de poemas. Entre ellos leí, naturalmente, a Pablo Neruda, que era una de mis primicias, ya desde el arte de decir versos. Allí me encuentro con una amigo de mi padre. Quiero decir su nombre porque es alguien a quien quiero mucho: Luis Preciado, papá de una muchacha, jovencita entonces, que me atraía mucho, Judith Preciado. Luis Preciado me invita a jugar ajedrez. Dije: No sé jugarlo. Yo te enseño, responde. Pero alguien que empieza a jugar a los 22 años está perdido. Yo tengo más de 50 años de jugarlo y reconozco que lo que me falla es no haberlo jugado desde niño.

Iba yo a ver a la muchacha pero el padre ocupaba la escena por completo. Puso sobre la mesa las piezas y el tablero y desde entonces todas las noches era jugar ajedrez. Y allí viene una experiencia muy importante, no nada más en mi vida, sino en la de mi pueblo y la de México. Hubo una serie de temblores de tierra, de terremotos. Mi maestro y amigo me ganaba todas las partidas con los mates más elementales. Me llegó a dar el del pastor y el del loco y cuando llegó al de Legal aquello era ya una maravilla.

Pero luego vino ese terremoto y empezaron las cosas a distanciarse.

¿Por qué?

Porque empecé a ganarle al padre de mi novia. Y de la novia también hubo separación porque ella encontró, ya en México, una persona que ocupó un lugar importante en su vida.

Desde entonces yo me di cuenta que en el ajedrez había un misterio muy grave. Descubrí intuitivamente algo que sigo sosteniendo ahora y que está en su pregunta, el misterio del ajedrez y el por qué de esa pasión.

A mi no me han importado en la vida las cosas que puedo hacer, me han importado las que nunca podré hacer. Ya estoy en vísperas de mi muerte y me doy cuenta de que tuve razón. Caí en la ilusión de la literatura pero no caí nunca en la ilusión del ajedrez, aunque yo llegara a jugarlo relativamente bien y a pesar de que ha sido el pasatiempo de mi vida, más que la literatura, incluso. Yo no he dedicado a la literatura ni la milésima parte de lo que he dedicado al ajedrez. Pronto me di cuenta de dos cosas: de que la literatura y el ajedrez son imposibles. Cuando digo literatura me refiero a la literatura real y auténtica, que lo mismo es que dijera poesía. La poesía es imposible para el hombre, está más allá de su capacidad. Pablo Neruda, el trato con él, el trato con otros poetas, siempre me dieron esa medida: de que no podían con la poesía y que los poetas, (sonríe) que tratan de controlar la poesía o el poema, simplemente están perdidos.

Entonces agarré de pronto la idea de que el ajedrez es el único juego que vale la pena jugar porque nos sobrepasa, como las piezas de Shakespeare, las novelas de Dostoievski o los más grandes poetas de la humanidad que han hecho algo que se acerca a lo imposible, pero todos se quedan en el umbral. Me di cuenta de que el ajedrez es imposible para el hombre, está mas allá de su alcance. Las posibilidades de movimientos que se pueden hacer son verdaderas monstruosidades. Eso da la idea de lo que muestran ahorita las computadoras. Que ya una de ellas haya podido ganar a Kasparov (se refiere a una partida que la computadora Deep Blue, ganó al campeón del mundo en el primer match que sostuvieron en 1996), no quiere decir más que una cosa. Kasparov, además de que es un empresario y fabricante de aparatos, ha formado parte de equipos de programación. Entonces volvemos a lo mismo. La máquina le da a Ud. todo lo que Ud. le

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