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Como es el Pensamiento y identidad cultural


Enviado por   •  27 de Enero de 2016  •  Documentos de Investigación  •  1.040 Palabras (5 Páginas)  •  238 Visitas

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VI.2 El pesimismo, el

nacionalismo y la

externalidad en la

identidad dominicana

Un factor de suma importancia en la cultura dominicana es el pesimismo que inculcaron algunos autores muy leídos por sectores instruidos de la sociedad dominicana. Ese pesimismo contribuyó a la constitución del rasgo de la externalidad en los dominicanos. Esta relación es considerada constitutiva, pues si somos pesimistas, no valoraremos lo propio ni a nosotros mismos, arribando como conclusión a la percepción de que no podemos ejercer control sobre las condiciones de nuestro destino y nuestra vida. Esto último constituye, precisamente, la esencia de lo que se define como externalidad.

En consecuencia, este pensamiento pesimista acabó sirviendo de justificación a políticas draconianas, autoritarias y despóticas. Para la clase dirigente el mejor remedio para hacer adelantar a un pueblo considerado como “atrasado”, por ser racialmente mezclado; “levantisco”, por ser

indisciplinado, y “dado al desorden”, era la

aplicación de la fuerza. Esto sirvió de fundamento a un nacionalismo de carácter autoritario, antihaitiano y negador de uno de los elementos que constituyen el hibridismo del dominicano, el componente africano, el cual erróneamente fue asociado al haitiano.

Esta recurrencia a un “hombre fuerte” como constructor de orden y de nación expresó la externalidad en su peor forma política en la medida en que no confió en la capacidad del colectivo dominicano para construir un orden social viable y entregó a la voluntad de un autócrata o dictador el destino de la colectividad.

Este rasgo de externalidad se expresó

históricamente en una desconfianza con respecto a la democracia, considerándola como un orden posible en sociedades extranjeras y civilizadas, no en República Dominicana. Más modernamente ha dado pie al paternalismo, al clientelismo o a prácticas autoritarias que generaron insatisfacción de la población por la forma cómo ha venido operando la democracia.

Asimismo, también se puede argumentar que dicho pesimismo encaja con los problemas de identidad étnica y racial del dominicano. Se es mulato o negro, pero la percepción es que no se es mulato o negro (ver Recuadro VI.1). La dificultad experimentada por los dominicanos para reconocer algunos de los componentes variados de su constitución étnica, principalmente el componente negroide, también se traduce en el rasgo de la externalidad en la medida en que desplaza y pone en manos de instancias también exteriores la posibilidad de darse una identidad propia.

Esto significa que desde una perspectiva del

desarrollo humano el pesimismo dominicano constituye un obstáculo en la medida en que no se concibe a la población dominicana como un sujeto con las condiciones ni el derecho a la adquisición de capacidades y a opciones de mayor crecimiento y libertad. Se trataría de una invitación a construir al pueblo dominicano como un sujeto sin agencia y, por lo tanto, un sujeto limitado por la externalidad.

Fuente:PNUD,  Informe Nacional de Desarrollo Humano, República Dominicana 2005. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Santo Domingo. Pags. 153-154

Recuadro VI.1 -  Las raíces de nuestro espíritu

“Lo grave de López y de Lugo no es el efecto de su análisis fenomenológico sobre la realidad social dominicana, sino la tradición intelectual a que dieron origen, la cual se incrustó en nuestras escuelas por la influencia que el positivismo tuvo durante cerca de 50 años en Santo Domingo y terminó conformando un pesimismo sobre el ser dominicano y sus posibilidades que cualquiera podría señalar que, como ideología respondió a la mentalidad de la élite, pero cuyos más gruesos elementos quedaron fijados en la mentalidad popular dominicana en la forma en que lo registró Guido Despradel Batista, en 1938, en su famoso folleto sobre ‘Las Raíces de Nuestro Espíritu”, el cual, a nuestro entender, refleja muy fielmente lo que los dominicanos creían de sí mismos en esa época, esto es, que el pueblo dominicano era atrasado, inculto y subdesarrollado porque descendía de tres razas de las cuales no podía esperarse demasiado: el indio primitivo, el español haragán y el negro lujurioso. Es curioso que la primera edición de ese folleto casi coincide con la matanza de haitianos (en ningún momento estoy implicando que Guido Despradel Batista, quien era bisnieto de un haitiano que se radicó en Santo Domingo en tiempos de Boyer, lo escribiera en defensa de la matanza), pero es curioso porque, a continuación de la matanza, Manuel Arturo Peña Batlle y Joaquín Balaguer estuvieron escribiendo durante varios años una nueva teoría de la historia dominicana basada en las ideas de Lugo, López y Despradel que durante más de dos décadas estuvo siendo difundida y machacada en la radio y en los periódicos y en las escuelas para hacer ver a los dominicanos que si hasta entonces ellos no habían sido capaces de constituir una nación era porque los elementos de los cuales habían surgido no alcanzaron para mucho.”

Fuente: Moya Pons, Frank. 1986. “Etnicidad, identidad nacional y migración”, en El Pasado Dominicano, p. 244-245.

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