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El Desarrollo Humano

medalla9521 de Abril de 2014

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EL DESARROLLO HUMANO

LA PUBERTAD Y LA ADOLESCENCIA

Si comparamos las conductas de niños y jóvenes nos damos cuenta rápidamente de que durante un período que podemos situar entre los doce y los quince años (con el riesgo de fijar arbitrariamente unos límites), se producen cambios profundos en los sujetos que se manifiestan en todo lo que hacen. Los niños y niñas dejan de serlo para pasar a convertirse en adolescentes. Esos cambios son tanto físicos como Psicológicos o sociales. Por decirlo brevemente y de una manera muy esquemática, desde el punto de vista físico se observa una gran aceleración del crecimiento, pero también cambios en la forma del cuerpo; desde el punto de vista Psicológico, una manera diferente de abordar los problemas y de entender la realidad y la vida, que va unida a capacidades intelectuales muy superiores y a un gusto por lo abstracto y por el pensamiento; desde el punto de vista social, el establecimiento de unas relaciones distintas con el grupo de los coetáneos y con los adultos, y la búsqueda de un lugar propio en la sociedad. En este capítulo y los dos siguientes vamos a ir examinando estos distintos cambios, comenzando por el desarrollo físico.

Los cambios físicos en la adolescencia Aunque los cambios en el crecimiento no constituyen los únicos fenómenos que se producen en la adolescencia, sin embargo resultan los más llamativos a primera vista, porque son muy evidentes. Además están estrechamente relacionados con los cambios sociales, pues son los que van a posibilitar que los jóvenes se inserten en la sociedad adulta. Durante este período los humanos alcanzan su capacidad reproductiva, lo cual constituye un índice esencial de la llegada a la etapa adulta. El comienzo de la adolescencia viene marcado por modificaciones físicas muy aparentes que constituyen lo que se denomina la pubertad. Pero la pubertad es un fenómeno físico que conviene diferenciar de la adolescencia, la cual, como veremos, depende mucho de factores del ambiente social. Desde el punto de vista físico y fisiológico, se producen transformaciones de una profundidad y

rapidez muy superiores a las de la etapa anterior y que sólo tienen comparación con las que habían tenido lugar durante la etapa fetal y los momentos posteriores al nacimiento. El cambio físico más evidente se refiere al tamaño y la forma del cuerpo y también al desarrollo de los órganos reproductivos, pero además de eso hay otros muchos cambios menos visibles, por lo que el proceso de desarrollo físico es bastante complejo. No podemos entrar aquí en todos los detalles de este fenómeno, que han sido estudiados con bastante cuidado. Entre los autores que han contribuido a nuestro conocimiento de este tema se encuentra James M. Tanner, autor de numerosas monografías y estudios de conjunto sobre el desarrollo físico del hombre. En las páginas que siguen nos vamos a apoyar, como hace la mayor parte de los que se ocupan de este tema, en sus diversos escritos, especialmente en sus trabajos de 1961, 1970 y 1978. Un tratamiento extenso de los distintos problemas del crecimiento puede verse en Falkner y Tanner (1986). Como decimos, al comienzo de la adolescencia se produce una importante aceleración del crecimiento, en talla y pesos, que se había ido ralentizando después del nacimiento. En el capítulo 8 habíamos recogido las tablas que reflejan ese crecimiento en cifras absolutas, así como las referentes al incremento en talla y peso, expresado en centímetros o kilos por año. Como se ve en las figuras 8.2 (que reproducen los datos de Hernández y colaboradores sobre niños-as españoles), en un determinado momento se produce un rápido aumento en la velocidad de crecimiento. Puede observarse en las figuras que la aceleración alcanza su máximo hacia los 12 años en las niñas y hacia los 14 años en los niños y puede llegar a un aumento de talla de 12 centímetros en un año en los chicos y 9 centímetros por año en las chicas, siendo la media de 8,8 y 7cm, respectivamente. Algo semejante sucede con el peso, como se aprecia en las figuras. Los cambios en el adolescente son producidos por las hormonas, algunas de las cuales aparecen por primera vez mientras que otras simplemente se producen en cantidades mucho mayores que anteriormente. Cada hormona actúa sobre diversos receptores y, por ejemplo, la testosterona actúa sobre receptores en las células del pene, la piel de la cara, los cartílagos de las uniones del hombro y algunas partes del cerebro. Los cambios que producen estas hormonas afectan al aumento de la longitud del cuerpo, a su forma y a las

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relaciones entre las partes, al desarrollo de los órganos reproductivos y a los caracteres sexuales secundarios. Muchos aspectos del crecimiento son semejantes en varones y hembras, mientras que otros son específicos. El control hormonal del crecimiento es diferente del que se producía en etapas anteriores, y quizá por ello, el crecimiento de la adolescencia es independiente del que tuvo lugar antes, de tal forma que, durante la adolescencia, un chico o chica pueden cambiar su estatura en relación a los de su edad, convirtiéndose en más alto/a o más bajo/a de lo que era antes respecto a la media. Además, las diferencias entre unos individuos y otros respecto al momento en que comienzan los cambios, como veremos en breve, pueden ser muy grandes.

En los varones se produce un crecimiento de los músculos muy superior al de las chicas, estableciéndose unas diferencias que antes eran desconocidas. En la gráfica de la figura 21.1 se recogen los datos referentes a los cambios de fuerza en el brazo, basados en un estudio longitudinal desde los 11 a los 17 años. La medida de tirar con el brazo se refiere a separar las manos, colocadas delante del pecho, agarrando las asas de un dinamómetro, y la de empujar, al movimiento inverso. Las diferencias, que eran apenas perceptibles a los once años, se empiezan a agrandar a partir de los trece años, alcanzando cifras muy distintas a los 17, que hacen que la fuerza de los varones sea doble que la de las mujeres. Al mismo tiempo se produce también en los varones un mayor desarrollo del corazón y los pulmones, una mayor presión sistólica sanguínea, un ritmo cardíaco más lento y una mayor capacidad para transportar oxígeno en la sangre, así como más posibilidades para

eliminar los productos de desecho del ejercicio muscular, tales como el ácido láctico. Tañer señala que todos estos cambios hacen al varón más capaz de realizar ejercicio físico, y de luchar, cazar, transportar objetos pesados y, en una palabra, le convierten en un ser bien adaptado a la vida de cazadores y recolectores que nuestros antepasados han realizado durante cientos de miles de años, hasta una etapa relativamente próxima en el tiempo, que se puede remontar a unos diez mil años. Estas características, en cambio, parecen menos útiles y ese dimorfismo sexual menos importante en una sociedad como la nuestra en que la mayor parte de las tareas que se realizan no implican grandes esfuerzos físicos y en que se busca la igualdad entre los individuos de distinto sexo. Pero sea como fuere, sucede así, y los cambios que están teniendo lugar en nuestra vida no van a alterar en poco tiempo las adaptaciones que se han producido de la misma manera desde hace muchos miles de años. El desarrollo, que hasta ahora había sido muy parecido en varones y mujeres, se diferencia, pues, con claridad. El hecho de que se produzca el “estirón” de la adolescencia con unos dos años de adelanto en las mujeres respecto a los hombres, hace que, aunque la talla final de éstas sea menor, durante un tiempo las chicas son más grandes que sus compañeros de la misma edad. Algo parecido sucede desde el punto de vista de la fuerza muscular. Aunque ésta es mayor en los hombres, como el desarrollo rápido empieza antes en las mujeres, éstas les aventajan en la fuerza para empujar durante un tiempo, para luego invertirse la situación. En atletismo, por ejemplo, los récords masculinos son siempre superiores a los femeninos.

El desarrollo de los caracteres sexuales Desde el punto de vista del desarrollo del sistema reproductivo, en los varones se produce una secuencia de acontecimientos que Tanner describe de la siguiente manera: El primer signo de pubertad en el chico es usualmente una aceleración del crecimiento de los testículos y el escroto con enrojecimientos y arrugamiento de la piel. Hacia la misma época puede empezar un débil crecimiento del pelo púbico, aunque usualmente tiene lugar un poquito más tarde. El estirón en la estatura y el crecimiento del pene comienza por término medio aproximadamente un año después de la primera aceleración testicular.

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Concomitantemente con el crecimiento el pene, y bajo los mismo estímulos, las vesículas seminales y la próstata y las glándulas bulbouretrales se ensanchan y desarrollan. El momento de la primera eyaculación de líquido seminal está, en alguna medida, determinado tanto cultural como biológicamente, pero generalmente tiene lugar durante la adolescencia y alrededor de un año después del comienzo del crecimiento acelerado del pene [Tanner, 1970, p. 917]. En las chicas, los primeros signos de la pubertad son el crecimiento de los pechos y la aparición de pelo púbico, al mismo tiempo que se desarrolla el útero y la vagina. La menarquía, el primer período menstrual, aparece más tarde y tiene lugar, casi siempre, con posterioridad al vértice del estirón. Aunque supone el comienzo de la madurez uterina, todavía no se alcanza una función reproductiva completa, sino que hay un período de esterilidad que dura entre un año y año y medio después de la menarquía. Tanner señala que las chicas crecen alrededor de seis centímetros más después de la primera

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