El Hombre Mediocre
vasthinohemy13 de Noviembre de 2011
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EL HOMBRE MEDIOCRE – JOSÉ INGENIEROS
Un ideal, todos buscamos eso, todos lo guardamos y lo protegemos con sigilo brillante y lo intentamos aislar de la nube de mediocridad. Convertimos ese ideal en una parte fundamental de nosotros. El ideal es esa parte que inspira saciedad en los sentidos, aquella que nos lleva a la luna y nos trae de regreso a la realidad. Si, hablamos de esos ideales fuertes, llenos de energía positiva para la vida, aquellas piscas de perfección en nosotros los humanos.
Los ideales pueden no ser verdaderos; son creencias. Su fuerza estriba en sus elementos efectivos: influyen sobre nuestra conducta en la medida en que lo creemos. Por eso, la representación abstracta de las variaciones futuras adquiere un valor moral: las más provechosas a la especie son concebidas como perfeccionamientos. El futuro se identifica con lo perfecto.
Mientras que la instrucción se limitará a extender las nociones que la experiencia actual considera más exactas, la educación consiste en sugerir los ideales que se presumen propicios a la perfección.
Estos hombres, predispuestos a emanciparse de su rebaño, buscando alguna perfección más allá de lo actual, son los “idealistas”. La unidad del género no depende del contenido intrínseco de sus ideales sino su temperamento: se es idealista persiguiendo las quimeras más contradictorias, siempre que ellas impliquen un sincero afán de perfeccionamiento. Cualquiera. Los espíritus afiebrados por algún ideal son adversarios de la mediocridad: soñadores contra los utilitarios, entusiastas contra los apáticos, generosos contra los calculistas, indisciplinado contra los dogmáticos. Son alguien o algo contra los que no son nadie ni nada. Todo idealista es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo malo que observa, y lo mejor que imagina. Los hombres sin ideales son cuantitativos; pueden apreciar el más y el menos pero nunca distinguen lo mejor de lo peor.
Podríamos compararlos con ese pellizco de realidad que buscamos en un sueño esplendoroso, con ese gesto del espíritu encabalgado hacia el horizonte. Es por eso, que José Ingenieros en los primeros textos nos trata de adentrar en los sentimientos más profundos porque él cree que un ideal va íntimamente ligado a lo que nos mueve en la vida.
El ideal es esa parte que inspira saciedad en los sentidos, aquella que nos lleva a la luna y nos trae de regreso a la realidad. Si, hablamos de esos ideales fuertes, llenos de energía positiva para la vida, aquellas piscas de perfección en nosotros los humanos.
Podríamos compararlos con ese pellizco de realidad que buscamos en un sueño esplendoroso, con ese gesto del espíritu encabalgado hacia el horizonte. Es por eso, que José Ingenieros en los primeros textos nos trata de adentrar en los sentimientos más profundos porque él cree que un ideal va íntimamente ligado a lo que nos mueve en la vida.
Experiencia, de la que todos necesitamos un pedacito, pero de la que todos huimos.
Según José Ingenieros en los ideales encontramos plasmadas experiencias de vida que van ligadas a ese engrandecimiento de perseguirlas. Lo cual provoca un exaltamiento a ese ego humano que nos impulsa a dar los siguientes pasos.
La humanidad no llega hasta donde quieren los idealistas en cada perfección particular; pero siempre llega más allá de donde habría ido sin su esfuerzo. Lo poco que pueden todos depende de lo mucho que algunos anhelan.
Cuando los pueblos se domestican y callan, los grandes forjadores de ideales levantan su voz. Una ciencia, un arte, un país, una raza, estremecido por su eco, pueden salir de su cauce habitual. El genio es un guión que pone el destino entre los párrafos de la historia. Si aparece en los orígenes, crea o funda; si en los resurgimientos, transmuta o desorbita. En ese instante remonta su vuelo todos los espíritus superiores, templándose en pensamientos altos y para obras perennes.
Para concebir una perfección se requiere cierto nivel ético y es indispensable alguna educación intelectual. Sin ellos pueden tenerse fanatismos y supersticiones; ideales, jamás.
Imaginarse un ideal sin experiencia da como resultado una imposibilidad de llegar al perfeccionamiento buscado, y ligado a esto tenemos que buscar así mismo, después de la experiencia, una evolución cautivadora en todo ámbito de naturaleza humana.
Al mencionar imaginación el autor no provee de un pensamiento, considerado personalmente cierto. Aquel que dice que un ideal surge de una imaginación, es decir, es la concretización de esa imaginación en la perfección del hombre. La imaginación y la experiencia se encuentran en un mismo camino, aunque una de la otra lleve un distanciamiento ciertamente profundo.
Explicado perfectamente por José Ingenieros, y con su claro ejemplo vemos al ideal como ese granito de arena que provoco un cosquilleo inquietante en nuestro pie, ese granito que representa la infinidad del espacio así como la infinidad de los pensamientos humanos que generan estos ideales como supervivencia en la búsqueda de la perfección.
Los ideales pueden no ser verdades, son creencias. Esto es lo que le da sentido al ideal y lo que lo hace efectivo. Es decir, que cada idealismo es personalizado y perfeccionado por cada uno de nosotros, a su vez este va a mantener un movimiento positivo dependiendo de lo grande que sea el sentimiento de creencia en él. Esa fe da resultado al valor moral que creamos para nosotros y eso nos da una visualización en la que nosotros forjamos la evolución y marcamos el camino que tomará nuestro ideal.
En el ser humano se presentan variaciones de lo que puede ser un ideal ya determinado, entre esas variaciones se encuentran así mismo otros ideales. Aquí es cuando surge la selección natural, esos ideales diminutos pasan por una fase de selección los más fuertes o los más propensos a la perfección pasan la fase, la cual crea una interrelación y un enlace que formará finalmente un solo ideal. Ese que alcanzará la perfección más pura y será un único en un mundo lleno de propósitos.
Como habíamos mencionado antes la imaginación es la madre de todo ideal creado por una persona.
En nuestra imaginación existen las ilusiones, que son lo que da sentido a los ideales, son esos pensamientos que son intensamente percibidos, aquellos que causan en nosotros una especie de inquietud insaciable. Aunque la ilusión no demuestre científicamente su valor es innegable su eficacia para llevar a cabo un ideal, es como lo mencionamos antes la creencia, la ilusión o la fe es esa fuerza que impulso al ideal para convertirse en una realidad.
En cada ideal existe una razón y una pasión, en palabras de José Ingenieros, una idea fija y una emoción fija, en cualquiera de las dos opciones puede darse una existencia de predominios diferentes dependiendo de hacia donde este encaminado el ideal. Así como entre la pasión y la razón se puede dar una diferencia o mejor dicho una preponderancia de uso, también existe un equilibrio, el cual genera un enlace entre ellas. Dándonos como resultado la no existencia de una sin la existencia de la otra. Aunque comprendiendo al autor este es un resultado variado de la imaginación encaminada hacia el ideal.
Ideólogo es aquel que cree en una filosofía, aquel que vive para una idea y su vida está basada en esas experiencias y creencias. Ej. Roquero.
Como lo vemos en este párrafo, así mismo como lo hemos visto en las páginas anteriores, la perfección es la meta de un ideal, el cual está lleno de imaginación y se mueve a causa de la creencia o de la fe que la persona tiene en ese ideal. Sin embargo, no debemos confundir lo que es el ideal o idealismo con la ideología, ya que ésta es la que estudia las teorías para generar más de ellas y el idealista es quien tiene un ideal y es capaz de darle una evolución tal que esta pueda llegar a una perfección absoluta.
Anteriormente diferenciamos a los ideólogos de los idealistas. Ahora, después establecer esto, podemos encaminarnos a decir que el ideal es universal, es parte de cada una de las personas existentes en el mundo sin importar a que ideología pertenezcan siempre y cuando estos ideales surjan de la manera más brillantes y sean capaces de llegar a la perfección pura. Es decir, en el siglo XXI, cualquier persona ya sean punketos, roqueros, científicos, etc. Pueden tener un ideal y llevarlo a su máxima expresión, siempre y cuando ellos se desempeñen de manera extraordinaria en cada una de sus ideologías.
Así como todo ideal es universal, cada ideal que se torna realidad en una persona, es decir, que esta cree fervientemente en que ese ideal es perfecto, merece respeto por sobre todas las cosas. Todos los ideales tienen algo de cierto y algo de erróneo, por esta razón no podemos criticarlos y enterrarlos. Como vemos en todos nuestros ideales existe un punto de inexactitud el cual puede estar lleno de errores, aunque su finalidad en nuestra creencia sea la perfección, sin embargo no por esta razón podemos eliminarlos de nuestras vidas. Seria caer en un abismo lleno de mediocridad y nos llevaría a esclavizarnos en un mundo sin sentido en donde rechazaríamos la posibilidad de la existencia de la imaginación y de los sueños.
Esto da como resultado a que a mayor falta de imaginación mayor mediocridad en las cosas convencionales de nuestro mundo, es decir, que a falta de idealismos mayos es la idiotez en la que caemos. Y entre mayor sea la mediocridad mayor va a ser la dificultad de entendimiento por falta de originalidad en el pensamiento.
En esta parte el autor nos refiere a que el ideal es una relatividad, es
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