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El Hombre Mediocre


Enviado por   •  31 de Mayo de 2012  •  17.834 Palabras (72 Páginas)  •  709 Visitas

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C APÍTULO

I

EL SECTOR COOPERATIVO FRENTE AL PROBLEMA HUMANO

¿Qué es un hombre cooperativo?, ¿Qué debe llegar a ser?, ¿Existe una moral cooperativa?, ¿Qué importancia tienen estas preguntas para el movimiento cooperativo? A efectos de tratar estos problemas este primer capítulo analiza en qué sentido puede decirse que la cooperación es más humana que el capitalismo, sin olvidar que si bien ello constituye aspecto esencial de su misión de progreso social es, al mismo tiempo, una fuente de debilidad para la cooperación, ya que su buen des-empeño está subordinado, mucho más que en la empresa capitalista, a la calidad de los hombres que nuclea. El sector cooperativo está por lo tanto obligado a mejorar por si mismo esa calidad humana. Y, para, hallar los medios necesarios, para emprender esa difícil área, debemos examinar brevemente la forma en que los grupos humanos actúan en general, sobre sus integrantes para obtener de ellos el comportamiento deseado. Elaboran morales para definir ese comportamiento, e ideologías que justifiquen dicha moral y hacen la apología del grupo con la finalidad de motivar más a fondo la observación de esa moral. Esas ideologías entrañan siempre algún peligro.

EMPRESAS

Y

CALIDAD

HUMANA

El capitalismo y lo humano

“En la cooperación todo sale del hombre y todo vuelve a él.” (De un informe de F. Gisclon presentado al congreso de cooperativas de producción, 1959).

Para poder entender el alcance de una manifestación como la que encabeza este acápite es conveniente hacer una comparación con la economía capitalista y preguntarse cuál es su posición al respecto. En el sector capitalista, todo parte del dinero y todo vuelve al dinero El poder supremo les pertenece a los hombres pero solamente en tanto y en cuanto son poseedores. Sólo les piden a sus empresas que les procuren la mayor cantidad posible de dinero ya que ésta es la única finalidad que la lógica del sistema permite atribuirle a las empresas. La persona no interviene. El accionista —poco importa si se trata de un proxeneta o de una fundación de beneficencia— quiere dividendos y alzas en la bolsa, siendo el monto de éstos la medida cifrada exacta de su satisfacción. Para llevar su ganancia al máximo las empresas tratan de dominar los mercados donde intervienen. En el mercado del trabajo donde son compradoras, las empresas capitalistas ejercieron en los comienzos del capitalismo una dominación sin contrapartida. De allí resultó la miseria, la explotación, la opresión, la alienación que se les impuso a los trabajadores. Pero a medida que éstos se fueron organizando, pudieron levantar cabeza y se impuso la necesidad de tratarlos como seres humanos y así fue como el paternalismo, las políticas de ‘”relaciones humanas”, la lenta aceptación del hecho sindical y últimamente el enriquecimiento de las tareas, la reestructuración del trabajo para superar su falta de sentido fueron o podrán llegar a ser progresos en este terreno. Sin embargo, dejando de lado una minoría de lántropos sinceros a quienes el sistema les impide llevar a cabo en su integridad lo que quisieran hacer, las empresas siguen considerando a su personal ante todo como un medio a su servicio. Se busca formar a esos hombres teniendo en cuenta los intereses de la empresa. El tipo de hombre que se buscaba en el siglo XIX era el obrero dócil, sobrio,honesto, capaz o muy trabajador, dotado de “buen carácter”, resignado a su suerte. Taylor declaró abiertamente que prefería que fuese poco inteligente. Para poder mejorar en forma creciente la productividad y como el trabajo parcelario no tiene casi signicado visible, fue necesario motivar insistentemente a los trabajadores y en vista de que bajo el imperio del dinero no se podían hacer intervenir las motivaciones superiores del trabajo, se recurrió al miedo (comenzando por la sanción para llegar al despido) y a ello se le agregó salarios estimulantes. En el mercado donde venden su producción, las empresas no lograron los medios necesarios para obtener una dominación autoritaria similar a la que tienen sobre su personal. Salvo los casos en que obtuvieron un monopolio debieron recurrir a la habilidad y a la astucia. La comercialización profundizó sus estudios respecto de la psicología de los consumidores para hacer de ellos un buen mercado. Se buscan medios para que compren, incluso más allá de sus necesidades reales. Se perfeccionan los productos para que sean útiles —y se hicieron notables progresos en este aspecto— pero se consagra todavía más esfuerzos e imaginación para hacerlos atractivos. Se analizan metódicamente las motivaciones de compra y se cultivan las más eficaces: apetencia, sexo, conformismo, esnobismo, status, prestigio. El tipo de hombre y más todavía de mujer y ahora también de niño que se forma sistemáticamente es una “máquina de desear” (Ruskin) que cree en la felicidad por medio de las compras, esclava de la moda, que compra con los ojos cerrados, un despilfarrador que tira las cosas antes de que estén gastadas, un serpasivo que le teme al esfuerzo. Es casi también una alienación. En cuanto a los directivos, los capitalistas les piden un gran número de capacidades, de aptitudes para la dirección moderna de empresas que el progreso torna cada vez más difícil. Y, por supuesto, una lealtad total hacia sus intereses. Pero ,¿más allá, en el aspecto moral? Básicamente, ese rigor que algunos y en especial Octave Gélinier llaman la moral de la empresa o de la buena administración: una moral de la responsabilidad financiera y de la eficiencia. Volveremos sobre este tema pero digamos, por ahora, que es sabida la tensión nerviosa en que viven y que su situación también, tiene algo de alienante. La familia norteamericana ha sido descrita como aquélla en que el marido está sobre exigido, la mujer es una gastadora y, en cuanto a los niños, es difícil encontrar para ellos una vacante en una escuela. Ese es el tipo de humanidad a laque nos lleva el capitalismo. En efecto, las empresas, a pesar de verse obligadas a tener mayores consideraciones hacia el “factor humano”, a causa de sus fines de lucro lo consideran todavía un medio.

La cooperación, promoción de lo humano

La cooperación, por el contrario, parte de las necesidades de los hombres, trabajadores o consumidores, y no considerándolos poseedores. Dichas necesidades son complejas e implican aspectos que van más allá de su base material. El trabajador desea, además de ganar dinero, una seguridad de empleo,

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