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El concepto moderno de la teoría de la demanda de dinero


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2013  •  Tutoriales  •  8.229 Palabras (33 Páginas)  •  420 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Al alumno puede parecerle realmente sorprendente que se hable de “teoría de la demanda de dinero”. Normalmente, los economistas no enfocan así lo problemas de este tipo. Los libros de texto de microeconomía no tienen capítulos con títulos como, por ejemplo, “La teoría de la demanda de frigoríficos”, sino que suelen presentar un esquema analítico general con el que se pueda tratar la demanda de cualquier bien. Respecto a la demanda de dinero, aunque actualmente sí existe una gran cantidad de literatura que la considera simplemente como un caso especial de la teoría general de la demanda, no fue considerada de esta forma hasta los años 50. Anteriormente, y aún ahora en buena medida, se consideraba que la demanda de dinero era un caso aparte, que exigía un tratamiento específico.

Existen distintas razones para justificar este proceder. En primer lugar, porque el estudio del dinero goza de un interés especial para los economistas. Ello es así porque a lo largo de la historia una serie abundante de pruebas indica que está relacionado con niveles agregados de gasto, con los precios, la renta y el empleo. Aunque diverjan las opiniones de los economistas sobre la naturaleza exacta de las relaciones entre el dinero y la actividad económica agregada, hay un total acuerdo en que una cantidad insuficiente de aquél dificultaría el comercio e induciría una deceleración de gastos e ingresos y un descenso del empleo. Por el contrario, una cantidad excesiva produciría una reducción de su valor de cambio y, como consecuencia, su sustitución por bienes y servicios. Este fenómeno haría subir los precios y aumentar, hasta cierto punto, el empleo y la producción. Los motivos anteriores llevaron a que, hace aproximadamente un siglo, Walter Bagehot, un atento observador del panorama económico británico, concluyera que "el dinero no se administra por sí solo". Las economías modernas tienen la posibilidad de escoger entre administrar el dinero en interés público o ser controlados por él. La historia presenta numerosas pruebas de que la ausencia de una política monetaria oficial ha dado como resultado crisis económicas periódicas, por excesiva abundancia o escasez de dinero. En consecuencia, todos los gobiernos contemporáneos consideran la política monetaria como una parte importante de sus responsabilidades económicas. Sin embargo, tal y como tuvimos ocasión de estudiar en el curso anterior, al abordar el tema dedicado al mercado de dinero, la eficacia de la política monetaria a la hora de influir sobre los agregados macroeconómicos depende en gran medida del grado de sensibilidad de la demanda de dinero a los tipos de interés y de la estabilidad de esta relación a lo largo del tiempo. Por esta razón, el conocimiento que se tenga de la forma de esta función es muy importante para alcanzar los objetivos perseguidos con la ejecución de la política monetaria y de ahí el permanente interés habido por su estudio.

Una segunda razón de dicho trato especial, radica en que existen dificultades teóricas para encajar la demanda de dinero en la teoría general del comportamiento del consumidor. Así, la explicación normal de la teoría de la demanda postula que el consumidor individual recibe una satisfacción con el consumo de determinados bienes y, de esta satisfacción, normalmente llamada utilidad, procede su demanda de bienes y servicios en el mercado. En el caso de los bienes duraderos hay una etapa intermedia por la que la demanda de un stock de bienes duraderos procede de la utilidad que el consumidor obtiene del flujo de servicios que le proporcionan dichos bienes. Normalmente, se considera que el estudio de la naturaleza de la función de utilidad corresponde al campo de la psicología y, por ello, los economistas no la analizan, aparte de hacer algunos supuestos muy generales acerca de su naturaleza, entre los que se encuentra el principio de que la relación marginal de sustitución entre bienes de consumo es decreciente.

Ahora bien, a primera vista no parece que el dinero se ajuste muy bien a este esquema. Ello es así, porque no es algo que se consuma físicamente, ni tampoco parece que produzca un flujo de servicios que satisfaga psicológicamente al individuo, como ocurre con otros bienes de consumo duradero. De este modo, no conserva los alimentos como un frigorífico, ni proporciona esparcimiento como un televisor. Las acciones y los bonos están en la misma categoría, pero al menos éstos proporcionan a sus poseedores ingresos monetarios que se pueden gastar en bienes de consumo, lo cual no ocurre con el dinero. En algunas economías, hay activos que pueden ser utilizados como dinero y que proporcionan un pequeño interés, pero este factor no es considerado suficiente para explicar el deseo de mantener efectivo. Hay muchos ejemplos de dinero que no produce ningún interés y que, no obstante, se posee. Así pues, puede parecer que la teoría de la utilidad no sirve como explicación directa de la tenencia de dinero y, por ello, su demanda debe ser tratada como un caso especial.

Las teorías que tratan el dinero aparte de los demás bienes, normalmente, destacan dos de sus características peculiares, que están interrelacionadas. La primera es que el dinero es aceptado como medio de cambio de bienes y servicios y, la segunda, que puede predecirse, en gran medida, su valor de mercado. Estas dos características, que se suelen denominar conjuntamente “liquidez”, no son propiedad exclusiva del dinero, sino que también la poseen otros activos en diversos grados. Así, en algunos casos, es posible que se encuentre que el vendedor de un bien acepte otro a cambio del mismo; por otra parte, los precios de algunos activos son completamente predecibles y fluctúan poco. De ahí que los vendedores de coches nuevos estén dispuestos a aceptar vehículos usados como entrada, y la existencia de un mercado de coches usados desarrollado hace que el precio de un determinado vehículo de segunda mano sea relativamente fácil de predecir. A pesar de todo y a diferencia de otros activos, como los coches usados, el dinero es universalmente aceptado como medio de cambio y, normalmente, su valor es más predecible que el de los demás activos.

El dinero puede considerarse pues como el activo más líquido y se afirma que hay dos razones por las cuales es demandado:

1) Cuando se realiza una transacción, está claro que es necesario tener dinero en mano para poder realizar el pago, pero este único factor no explica suficientemente el porqué de la posesión de dinero. En un mundo en que no hubiera fricciones, un individuo podría comprar un activo que devenga renta en el momento de percibir un pago y lo podría vender en el preciso momento en que necesita dinero para, a su vez, realizar el pago.

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