El árbol Del Conocimiento Resumen
emanuel57422 de Septiembre de 2013
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INTRODUCCIÓN
En un intento por adentrarnos en la obra de Humberto Maturana y Francisco Varela, hemos concebido el presente trabajo como una primera aproximación a la complejidad y trascendencia de sus planteamientos.
El libro El árbol del conocimiento. Las bases biológicas del entendimiento humano, es una invitación a romper con la concepción acabada de lo que implica el conocer. Durante su lectura, muchas de nuestras construcciones previas se tambalearon, pues nos hemos formado bajo el arquetipo del pensamiento que concibe la realidad como existiendo fuera del sujeto cognoscente, una realidad ya dada que puede ser conocida de manera absoluta por éste, y que por tanto, de lo único que hay que preocuparse es de encontrar el método adecuado y válido para “descubrir” esa realidad.
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En palabras de Maturana y Varela (2002, 2004), “El fenómeno del conocer no se lo puede tomar como si hubieran “hechos” u objetos allá afuera, que uno capta y se los mete en la cabeza. La experiencia de cualquier cosa allá afuera es validada de una manera particular por la estructura humana que hace posible “la cosa” que surge en la descripción” (p.13). Dar una descripción “objetiva” de un fenómeno en el cual “el propio investigador está involucrado pretendiendo que no lo está, es una flagrante contradicción conceptual, y como tal nos imposibilita adquirir tal conocimiento en tanto operar universal de la naturaleza humana. “(p. 13)
Con lo anterior, las autoras están apuntando al hecho de que “(…) el universo de conocimiento, de experiencias, de percepciones del ser humano, no es posible explicarlo desde una perspectiva independiente de ese mismo universo. El conocimiento humano (experiencias, percepciones) sólo podemos conocerlo desde sí mismo” (p. XI). Es esta una tautología cognoscitiva a la que hacen mención los autores a lo largo de la obra que se puede soslayar.
La propuesta de Maturana y Varela se fundamenta entonces en el desarrollo de dos premisas fundamentales, a saber:
• Todo conocer es un hacer, es decir que todo conocer depende de la estructura del que conoce. (p.19)
• El que el conocer sea el hacer del que conoce, está enraizado en la manera misma de su ser vivo, en su organización. (p.19)
Así, las autoras abordan desde los fundamentos biológicos –con una mirada que difiere del paradigma positivista– el fenómeno social que implica la manera en que los humanos llegan a conocer, tomando como norte la imposibilidad de separar lo humano en su naturaleza biológica y social.
El propósito, pues, del presente glosario comentado, es facilitar al lector la comprensión y utilización de algunos términos básicos, expuestos en una de las obras más importantes de Maturana y Varela, escrita ya hace más de dos décadas y cuyos planteamientos continúan vigentes y se han convertido en el fundamento de múltiples investigaciones y experiencias en distintos ámbitos del saber.(1)
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De acuerdo con el recorrido que hemos hecho a lo largo de la obra, aquí presentamos algunas de las ideas que de una manera muy elocuente y profunda nos hablan desde la biología, sobre el devenir de los seres vivos, como seres que tienen componentes y estructuras particulares, lo que les confiere la capacidad de autoproducirse, es decir, de ser autopoiéticos. Así mismo, derivar el hecho de que gracias a nuestra constitución biológica es posible construirnos a través de acoplamientos de orden estructural y existir de esta manera. En tal sentido, en El árbol del conocimiento. Las bases biológicas del entendimiento humano, cobra especial importancia el acoplamiento y la clausura operacional en nuestro sistema nervioso, y en este operar y acoplarse en forma natural –organismo/medio ambiente– emerge el conocimiento, el cual está ligado a nuestro modo de actuar. De allí la trascendencia de la siguiente afirmación en la voz de estos autores: “el que el conocer sea el hacer del que conoce, está enraizado en la manera misma de su ser vivo, en su organización”. Esta sentencia podemos interpretarla bajo la idea de que el conocer no depende sólo del sistema nervioso, sino que el organismo requiere de interacciones recurrentes con su medio ambiente, para construir un conocimiento congruente con lo que revela el organismo observado y la experiencia particular de un observador en una circunstancia también particular.
No podemos dejar pasar por alto que en este acoplamiento entre organismo y medio ambiente, en el caso de los seres humanos, la aparición del lenguaje permite la expansión del pensamiento hacia dominios cada vez más complejos y amplios del conocimiento. Es en el lenguaje donde se gesta la conciencia, la autoconciencia, la reflexión y por tanto el comportamiento ético. El lenguaje sostiene el quehacer humano, es en el lenguaje donde Maturana y Varela nos revelan que se erige el conocimiento no como una realidad ya existente, inmutable, a modo de representacionismo, ni como una realidad de una mente particular a modo de solipsismo, sino que el conocimiento es producto de las permanentes y siempre cambiantes interacciones entre las personas, de sus mutuos acoplamientos estructurales sociales. Somos nosotros –seres sociales por excelencia–, quienes hacemos la cultura, la vida misma.
Como seres sociales que somos, producto de un devenir filogénico y ontogénico, nos hemos venido acoplando y en el transcurso de la deriva natural, hemos venido reconociendo al otro. Es en esta realidad, de ver al otro
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como un ser único, un ser que trae un mundo a la mano donde tiene cabida lo que los autores designan como el Amor, que no es más que la aceptación del otro junto a uno en la convivencia. Éste es, parafraseando a los autores, el basamento biológico del fenómeno social, en el cual, sin la aceptación del otro junto a uno no es posible la socialización, y en consecuencia, sin ésta no hay posibilidad alguna de perpetuar la humanidad. Nuestros biólogos dan por hecho que en el surgimiento del Amor se construyen las bases de la ética, otro término vital en la teoría de Maturana y Varela para comprender el recorrido del ser humano en el mundo.
Es preciso aclarar al lector que, debido a la extensión de este glosario, el mismo será presentado en dos entregas. En la primera ofrecemos un conjunto de siete términos fundamentales en la teoría de Maturana y Varela, a saber: Acoplamiento estructural, autoconciencia, autopoiesis, certidumbre, clausura operacional, conducta, y conocimiento y sistema nervioso. Para su organización tomamos como criterio de aparición de los términos el orden alfabético. Al final de cada uno de estos términos se remite al lector a la consulta de otros, algunos de los cuales (los señalados con un asterisco) aparecerán en la segunda parte de este trabajo en el Anuario del Doctorado en Educación 2008.
GLOSARIO COMENTADO:
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Acoplamiento estructural
Los biólogos Maturana y Varela definen el acoplamiento estructural como un fenómeno que se caracteriza por la presencia de patrones de interacción recurrentes o repetitivos (configurando perturbaciones mutuas o influencias recíprocas), entre una unidad autopoiética y su entorno.
En la dinámica de este fenómeno las perturbaciones recíprocas, producto de las interacciones entre las estructuras de la unidad autopoiética y del medio, dan origen a la historia de mutuos cambios estructurales que ambos experimentan, y que deben
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ser concordantes con la realización de la autopoiesis de la unidad o de lo contrario ésta se desintegra. Ilustramos esto citando a Maturana y Varela (2004):
Toda ontogenia se da dentro de un medio que, nosotros como observadores, podemos a la vez describir como teniendo una estructura particular (…). Como también describimos la unidad autopoiética como teniendo una estructura particular, nos resultará aparente que las interacciones, mientras sean recurrentes entre unidad y medio, constituirán perturbaciones recíprocas (…). El resultado será una historia de mutuos cambios estructurales concordantes mientras no se desintegren: habrá acoplamiento estructural. (p. 50)
De este modo, la ontogenia o historia de cambios que sufre la estructura particular de todo ser vivo desde su gestación hasta su muerte, viene dada por el acoplamiento estructural en las interacciones recurrentes y recíprocas que tienen lugar entre él y su entorno, que a su vez posee una estructura particular. Gracias al acoplamiento estructural el ser vivo fluye en el medio a través de continuos cambios estructurales, siguiendo un curso en el que conserva su organización (autopoiesis) y su congruencia estructural dinámica con el medio (adaptación).
Acoplamientos de primer orden
Lo que hasta aquí hemos desarrollado constituye una primera aproximación a la definición de acoplamiento estructural y sirve para ilustrar la noción de acoplamiento estructural de primer orden. Recapitulando: una unidad autopoiética se encuentra acoplada en su ontogenia cuando sus interacciones con el medio adquieren un carácter recurrente o muy estable y conservan su organización y adaptación.
Como ejemplo de acoplamiento estructural de primer orden Maturana y Varela, refieren el acoplamiento de las células con su medio, que permite, en interacciones particularmente recurrentes, el transporte a través
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