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Gastritis Y Ulceras


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2014  •  1.900 Palabras (8 Páginas)  •  226 Visitas

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POR MUCHO TIEMPO pensé que de por vida iba a tener de compañera a una botella de antiácido. Todavía recuerdo con desazón ese dolorcillo agudo en la boca del estómago que me visitaba en las mañanas, sobre todo aquellas en que tenía que presentar algún examen o cuando tomaba un tequila de más o en los que la salsa de los tacos estaba un poco más picante que de costumbre. Como muchos, creí que mi gastritis se debía al estrés de la vida cotidiana o a mi afición a la comida muy condimentada (adoro el mole negro y el curry), pero el verdadero culpable era una pequeña bacteria, alojada en mi estómago, que lleva por nombre Helicobacter pylori.

Huésped indeseado

El descubrimiento de que esta bacteria es la responsable de la gastritis, de la mayor parte de las úlceras gástricas y duodenales, y de algunos tipos de cáncer de estómago, ha sido uno de los logros más importantes de la medicina de los últimos años. La eliminación de la bacteria del estómago, a través de un tratamiento agresivo, nos puede librar para siempre de las gastritis y de las úlceras. Incluso algunos investigadores opinan que ciertos cánceres de estómago se pueden revertir si se elimina al indeseado huésped.

Hace veinte años se desconocía la existencia de esta bacteria; es más, nadie se imaginaba que un organismo pudiera adaptarse a un lugar tan ácido y agresivo como es el estómago. En 1982, dos investigadores australianos, Warren y Marshall, anunciaron al mundo la existencia de la bacteria y sugirieron el papel que ésta podría desempeñar en el desarrollo de la gastritis y de las úlceras. Pronto se confirmó que Helicobacter se encuentra presente en casi la totalidad de quienes padecen úlcera duodenal y gástrica. Sin embargo, lo más sorprendente es que también muchos individuos sin el menor signo de gastritis o de úlcera están infectados con esta bacteria.

En occidente, 10% de la población corre el riesgo de desarrollar úlcera en alguna etapa de su vida y se calcula que, a nivel mundial, 50% de la población mayor de 60 años se encuentra infectada; en los niños este porcentaje es mucho menor. Y como siempre, en los países del tercer mundo los índices de infección son más altos que en los países industrializados y, para completar el cuadro, la probabilidad de contar en sus entrañas con esta bacteria es más alta en los pobres que en los ricos. Esto quiere decir que sólo un porcentaje pequeño de los infectados con la bacteria desarrollarán gastritis o úlcera; sin embargo, las personas de escasos recursos que viven en países del tercer mundo, tienen más probabilidades de estar infectadas y por ende de desarrollar las enfermedades relacionadas con ella, que las personas de niveles económicos altos de países industrializados. Además, una vez que la bacteria se ha instalado en el estómago, es muy difícil de erradicar.

Hay otros datos alarmantes. Se ha descubierto que la gente infectada con Helicobacter, tiene seis veces más probabilidades de desarrollar algunos tipos de cáncer gástrico que las que no están infectadas. En consecuencia, en los países en que la infección con Helicobacter es más frecuente, también lo es la incidencia en cáncer gástrico; un buen ejemplo de ello es Brasil.

Algunas pistas

La mejor demostración de que Helicobacter es realmente la responsable de la mayor parte de las gastritis y de las úlceras la ofrecen los modelos animales: se han podido inducir estas enfermedades en cerdos, ratones y monos, cuando se les inocula con un cultivo de la bacteria. Otra buena prueba es que si se elimina al Helicobacter de las personas que padecen úlcera, no sólo se curan, sino que en general, nunca la vuelven a padecer.

Helicobacter pylori es una bacteria curva o en espiral (de ahí su nombre) que tiene, en uno de sus extremos, siete flagelos o látigos que utiliza para nadar a través del moco que recubre la pared del estómago. Para sobrevivir en el estómago, la bacteria produce una enzima llamada ureasa, que neutraliza el ambiente ácido que la rodea, proporcionándose así un ambiente hospitalario. También cuenta con una serie de proteínas en su membrana celular, que hacen las veces de ganchos y le permiten, cual piratas, pegarse a las células del estómago (epitelio gástrico), para luego atacarlas con una toxina (VacA). Para completar el cuadro, Helicobacter atrae a los neutrófilos y a los linfocitos, que son algunas de las células del sistema inmune que se localizan en la sangre, y se encargan de acabar con los invasores, pero muchas veces en el enfrentamiento quien sale más dañado es el epitelio gástrico. La lucha contra el enemigo es tan violenta, que en el campo de batalla se produce una considerable inflamación.

Como otras bacterias que están especializadas para vivir en un solo medio ambiente, Helicobacter tiene pocos genes, para ser exactos 1590. A modo de comparación, Escherichia coli, una bacteria que gusta de habitar el intestino, pero que también es capaz de vivir en otros medios, tiene más de 4000. La mayor parte de los genes del Helicobacter que están relacionados directamente con su capacidad de producir lesiones en el estómago, se encuentran agrupados en regiones específicas de su cromosoma y han sido denominadas islas de patogenicidad. Pues bien, se ha descubierto que algunos Helicobacter aislados en personas que no tienen ni gastritis ni ningún otro síntoma relacionado con la presencia de la bacteria, carecen de alguna isla de patogenicidad o que han acumulado mutaciones en ellas. Esto último podría explicar, al menos en parte, por qué no todas las personas que tienen Helicobacter desarrollan gastritis o úlceras.

¿Quién lo invitó?

Para poder prevenir una infección con Helicobacter, lo primero que debemos hacer es determinar cómo adquirimos este microbio. Existen muchas explicaciones, pero las cosas todavía

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