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Gonorrea ocular en los adultos


Enviado por   •  19 de Febrero de 2014  •  Exámen  •  3.528 Palabras (15 Páginas)  •  273 Visitas

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Gonorrea ocular en los adultos

La gonorrea ocular en un adulto suele ser resultado de la autoinoculación a partir de una zona genital infectada. Como sucede en la infección genital, puede manifestarse como un cuadro grave o en ocasiones leve o asintomático. La variabilidad de las manifestaciones puede obedecer a diferencias en la capacidad de la cepa infecciosa de desencadenar una reacción inflamatoria.

La infección puede provocar un llamativo edema palpebral, intensa hiperemia y quemosis, y una profusa secreción purulenta. La conjuntiva inflamada de forma masiva puede cubrir la córnea y el limbo. En ocasiones, las enzimas líticas de los polimorfonucleares que infiltran pueden provocar úlceras corneales y, rara vez, perforación.

La detección y el tratamiento precoces de este trastorno tienen una importancia capital. La tinciónde Gram y el cultivo de la secreción purulenta establecen el diagnóstico. También se deben realizar cultivos genitales.

Gonorrea en embarazadas, neonatos y niños

En el embarazo la gonorrea puede tener graves consecuencias para la madre y el niño. Por tanto, es sumamente importante la detección precoz y la erradicación de la enfermedad en la madre. La identificación de una gonorrea en las fases tempranas de la gestación señala además una población de riesgo de otras STD, en especial de infección por Chlamydia y sífilis. Se debe vigilar de cerca la presencia de estas infecciones a lo largo de todo el embarazo. La incidencia de gonorrea en el embarazo oscila entre 10% y constituir una rareza, dependiendo de las poblaciones estudiadas.

Puede haber salpingitis y PID en el primer trimestre, que van acompañadas de una alta tasa de pérdida fetal. En el segundo y tercer trimestres, la relativa impermeabilidad del moco cervical (bajo el influjo de la progesterona) y la obliteración de la cavidad intrauterina (por la inserción del corion en la decidua endometrial en torno a la duodécima semana de gestación) suponen barreras físicas que suelen impedir la infección ascendente. La infección faríngea, con mayor frecuencia asintomática, puede ser más frecuente en el embarazo, por la modificación de las prácticas sexuales. La adquisición de la infección gonocócica en las últimas fases del embarazo puede afectar al parto y al puerperio, así como al bienestar fetal. Las complicaciones frecuentes de la infección gonocócica materna a término son la rotura prolongada de membranas, el parto prematuro, la corioamnionitis, la funisitis (infección del muñón del cordón umbilical) y la septicemia del neonato (con detección de N. gonorrhoeae en el aspirado gástrico del recién nacido durante el parto). Los riesgos para el feto son el aborto espontáneo, la muerte prenatal, la premadurez, el sufrimiento perinatal y la rotura prematura de membranas.

Otros microorganismos y situaciones, como Mycoplasma hominis, Ureaplasma urealyticum, C. trachomatis y la vaginosis bacteriana, se han relacionado con complicaciones similares.

La forma más común de gonorrea en los recién nacidos es la conjuntivitis gonocócica del recién

nacido (oftalmía neonatal), consecuencia de la exposición a las secreciones infectadas del cuello

uterino durante el parto. La instilación en los ojos del recién nacido de un fármaco profiláctico (p.

ej., gotas de nitrato de plata a 1% o colirios con eritromicina o tetraciclina) es una medida rentable

de prevención de la conjuntivitis gonocócica neonatal, pero no resulta eficaz para tratarla, para lo

cual son necesarios antibióticos por vía general. Las manifestaciones clínicas son agudas y comienzan a los dos a cinco días del nacimiento. Si el inóculo es pequeño, la cepa infecciosa es de

baja virulencia o se suprime parcialmente por la profilaxis, la evolución puede ser más larvada. Por

tanto, es necesario excluir mediante cultivo la infección gonocócica en todos los casos de

conjuntivitis en los lactantes. Una conjuntivitis inespecífica inicial con una secreción

sero sanguinolenta va seguida de un edema tenso de los dos párpados, quemosis, y secreción

purulenta, espesa y profusa. Las úlceras corneales pueden provocar nébulas, o en caso de

perforación sinequias anteriores, estafiloma anterior, panoftalmitis y ceguera. Las infecciones

descritas en los lactantes en otras mucosas, como la vaginitis, la rinitis y la infección anorrectal, es

probable que evolucionen sin síntomas. Se ha demostrado colonización faríngea en 35% de los

lactantes con conjuntivitis gonocócica, y en esos casos la tos es la manifestación más destacada. La

artritis séptica (véase más adelante en el presente capítulo) es la manifestación más frecuente de la infección gonocócica general en el recién nacido. El foco primario de la DGI en estos casos no está claro. El inicio suele ser a los tres a 21 días de vida, y es frecuente la afección poliarticular. En

casos raros se producen sepsis, meningitis y neumonía.

Cualquier STD en niños una vez superado el período neonatal suscita la posibilidad de abuso sexual.

En la mayor parte de los casos, el perpetrador es un varón conocido del niño. La manifestación más frecuente de infección gonocócica en pediatría, pasada la lactancia, es la vulvovaginitis gonocócica.

Las infecciones anorrectales y faríngeas son frecuentes, y a menudo asintomáticas, en estas niñas.

En ciertos casos están afectadas la uretra, las glándulas de Bartholin o de Skene, y el aparato

genital superior. En todos los niños con infección gonocócica se debe evaluar la posibilidad de

infección por clamidias, sífilis y posiblemente VIH. Todos los casos de abuso infantil presunto o confirmado se deben comunicar al organismo de servicios sociales correspondiente a la zona en la

que reside el niño.

Artritis gonocócica (DGI)

La artritis gonocócica es consecuencia de la bacteriemia por gonococo. En el decenio de 1970 este

tipo de artritis ocurría

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