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Jugando A Ser Dios


Enviado por   •  1 de Marzo de 2015  •  8.440 Palabras (34 Páginas)  •  157 Visitas

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"JUGANDO A SER DIOS"

Fue hace tres días que sucedió esta historia, vean esto como una bitácora acelerada de lo que nos sucedió a mi amiga y a mí, como un registro de esta historia que está a punto de ser borrada por una agencia del gobierno muy poderosa. Lo sé, sueno algo paranoico, pero no me critiquen hasta escuchar toda la historia. Aún tengo el recuerdo fresco de las mórbidas atrocidades que mi amiga y yo encontramos al estar navegando por la red; pero ya saben, hay algo en nosotros que nunca está satisfecho hasta que ha encontrado eso que pueda sosegar nuestra morbosidad, nuestro deseo de cosas extrañas y hechos inexplicables que nos sacudan de la tranquilidad y monotonía de la vida cotidiana. Ella no logra recordar nada de lo que vimos y escuchamos, de lo que fuimos testigos a través de la web; creo que así es mejor, creo que eso la ha salvado. Ahora lo creo, la web fue creada, o al menos patrocinada por el diablo. Si su cerebro reprimió esos recuerdos o si alguien borró su memoria, no lo sé, ustedes decidan qué creer, pero primero escuchen lo que tengo que decirles. Ni mi más cruenta imaginación, ni mi más sádico momento de maldad ha podido prepararme para lo que presenciamos ese día. Les contaré la historia y es preciso que ustedes la cuenten a mucha gente más, a toda la que sea posible. Pero les advierto que es algo escalofriante, algo que valdría la pena mejor ignorar; eso es lo que debimos hacer Marta y yo, pero nadie estuvo ahí para advertirnos, así es que les ofrezco esa cortesía. ¿Siguen aquí? ¡Muy bien! entonces prepárense para escuchar lo más extraño y bizarro que hayan conocido en su vida.

Todo comenzó un fin de semana largo, de esos que utilizan las familias unidas para poder irse de vacaciones a algún lugar lleno de arena y agua salada. Mi amiga y yo teníamos tantas cosas en común que en cuanto nos conocimos pudimos sentirnos identificados el uno con el otro, como si nos conociésemos de una vida muy antigua. Ella odiaba, al igual que yo, la playa, las multitudes, los lugares turísticos, y las reuniones familiares, entre tantas otras cosas; siempre nos hemos visto a nosotros mismos como un par de inadaptados que se adaptan bastante bien el uno con el otro. Pues bien, ese fin de semana largo que acababa hasta el lunes, Marta y yo decidimos, como de costumbre, no salir a vacacionar con nuestras respectivas familias; ambos gozábamos de la suficiente confianza por parte de nuestros padres como para que nos permitieran quedar solos en nuestras casas; qué puedo decir, éramos algo ñoños, porque debo decirlo, tampoco disfrutábamos mucho asistiendo a fiestas, ni teníamos amigos o relaciones amorosas; sólo congeniábamos entre nosotros, a pesar de tener quince años, éramos como un par de ermitaños ancianos. En cuanto el carro que llevaba a toda mi familia se perdió por la lejana carretera telefoneé a mi amiga. Por desgracia me contestó su padre, lo cual hizo que me pusiera muy nervioso. Todavía no nos vamos y ustedes ya están buscándose; no vayan a hacer nada malo escuincles. Me dijo su papá con un bromista tono de voz, sabiendo que Marta y yo éramos tan inofensivos como niños pequeños. No se preocupe señor, la cuidaré muy bien. Le dije con mi nervioso todo de voz. Muy bien; diviértanse. Dijo su padre y me comunicó a mi amiga. ¡Tengo un par de videojuegos nuevos y una lista bastante buena de películas que podemos ver por la noche! Le dije cuando la tuve al teléfono. Mi amiga no tenía su chispa habitual, y en seguida supe porqué. Lo lamento, mis padres me han dejado esta vez a la abuela en casa y no creo que pueda escaparme. Su abuela era una mujer malhumorada y de agudo oído que no me agradaba mucho, ni a ella tampoco. ¡Maldición! Exclamé al escuchar las malas noticias. Pero si quieres puedes venir, quizá podamos pasarla un rato juntos por la tarde. Muy bien, me baño y voy para allá. Le dije un poco decepcionado por no poder estar con ella sin la malvada supervisión de su octogenaria y marchitada abuela. La casa de mi amiga estaba a media hora de mi casa en autobús, así es que no me quise llevar mis videojuegos, por miedo a que me los robaran. Cuando llegué y después de que tuve que dar una serie de referencias y casi casi mi tipo de sangre a la anciana celadora, se me permitió estar con ella. Nos metimos en su cuarto, dejando la puerta abierta por supuesto, y comenzamos a platicar. Yo me tumbé en su cama mientras escuchaba todo lo que tenía que decirme, por supuesto, mi amiga me gustaba mucho, pero era demasiado tímido para decírselo, o ella para darse cuenta. Le pregunté si me dejaría revisar mi correo, pues en mi casa se había ido el internet desde hacía un par de días y no había podido checarlo. Por supuesto, me dijo y prendí su computadora. Cuando hube eliminado las docenas de notificaciones de feisbuk, y estaba por cerrar mi bandeja de entrada me topé con un correo que me llamó mucho la atención. El título del correo era el siguiente. Jugando a ser dios. Era un título tan extraño para un correo que enseguida llamé a mi amiga; ella terminó de acomodar su ropa en el enorme clóset que tenía en su cuarto y se sentó a mi lado en un banquito acojinado. ¡Vaya mensada! Exclamó con una sonrisa. No sé de quién sea este correo. Dije al revisar quién me lo había enviado. Su correo era el siguiente. Azmo, guión bajo, ideo, arroba, laiv punto com. Debe ser alguno de los compañeros de escuela quien se sacó un nuevo correo. Dijo Marta. Pues ábrelo. Di doble click y enseguida apareció un pequeño texto que pondré a continuación, con un enlace de un dominio de internet. El texto era el siguiente.

Humano, que fuiste puesto en la tierra para cooperar con la tierra, no para pervertir cada grano de arena y cada cadena de A D N. Amigo que abriste este correo, no te quitaré mucho tiempo, tan sólo te pido que revises este sitio de internet y que lo reenvíes a tanta gente como puedas, todos deben enterarse de lo que está pasando, no puedo ni escribir de lo nevioso que estoy; esto no puede seguir así, el humano debe tomar conciencia de las atrocidades que está cometiendo, de las abominaciones que está cometiendo.

Enseguida venía una liga que te dirigía a la supuesta página. Mi amiga y yo nos quedamos mirando por lo extraño que sonaba aquel texto, y luego con una sonrisa pícara nos dispusimos a ver de qué se trataba aquella página. ¡No estén viendo cochinadas! Dijo una voz seca y marchita a nuestra espalda. Era su maldita abuela. No señora, cómo se le ocurre, estamos jugando un juego en línea. La abuela no tenía muy buena vista así que nos creyó. Voy a ir al súper a comprar los víveres de la semana. ¿Quieren que les traiga algo? Preguntó la anciana. ¡No, nada abuela! Dijo mi amiga con ese tono grosero que sabía hacer muy bien. Queríamos

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