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LA SISTEMATIZACIÓN DE EXPERIENCIAS PRESUPUESTOS EPISTEMOLÓGICOS Y PROCESOS METODOLÓGICOS


Enviado por   •  11 de Febrero de 2015  •  9.417 Palabras (38 Páginas)  •  658 Visitas

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LA SISTEMATIZACIÓN DE EXPERIENCIAS

PRESUPUESTOS EPISTEMOLÓGICOS Y PROCESOS METODOLÓGICOS

Alfonso Torres Carrillo

Nydia Constanza Mendoza R

Presentación

Bajo las designaciones de sistematización de la práctica, sistematización de experiencias o sistematización “a secas”, se ha venido gestando en América Latina desde la década del ochenta del siglo pasado, una modalidad participativa de producción de conocimientos sobre las prácticas educativas y sociales. En diferentes campos profesionales y de acción social como la educación de adultos, el trabajo social y la educación popular, la sistematización ya forma parte de su trayectoria; en otros como la educación formal y la cooperación para el desarrollo, empiezan a emplearse.

La sistematización de experiencias no es una metodología unitaria y homogénea. Desde su emergencia, han coexistido conflictivamente diferentes maneras de entenderla, así como razones para justificarla y perspectivas epistemológicas desde las cuales fundamentarla; de igual forma, son múltiples las maneras de operativizarla metodológicamente. La sistematización es hoy un campo intelectual autónomo con respecto a otras prácticas sociales, culturales y educativas; ello se evidencia en la existencia de redes y programas permanentes, en la proliferación de publicaciones especializadas, de eventos de formación y la creciente demanda de asesorías y apoyos por parte de grupos e instituciones que desean sistematizar sus prácticas y experiencias (Torres, 1996).

Por tanto, exponer los presupuestos epistemológicos, características y procesos metodológicos de la sistematización plantea la exigencia de explicitar el lugar de enunciación y punto de vista de los autores que la han abordado. En consecuencia el presente artículo presenta la perspectiva y metodología generada en el marco de la línea de investigación: Memoria, Identidad y Constitución de Sujetos del grupo de investigación: Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las Ciencias Sociales, de la Universidad Pedagógica Nacional en estrecho diálogo y cooperación con el equipo de Dimensión Educativa, en particular con Lola Cendales.

Para ello, se presentan algunas bases históricas, epistemológicas, conceptuales y metodológicas que contextualizan y dan pistas a quienes se interesen por desarrollar procesos de sistematización. El escrito está organizado en cinco apartados: en el primero se realiza una breve reconstrucción histórica de los sentidos que han justificado y orientado la sistematización de experiencias; en segundo lugar, se presentan las diferentes posiciones epistemológicas desde las cuales se ha sustentado; en tercer lugar se da cuenta de nuestra conceptualización sobre la sistematización de experiencias; en cuarto lugar, se presentan cuatro rutas metodológicas para el desarrollo de un proceso de sistematización, cada una con sus fases y momentos. Finalmente, se definen algunos procesos y criterios para el análisis, la interpretación y la presentación de resultados, en el marco de un proceso de sistematización.

1. Emergencia de la sistematización como modalidad investigativa

Aunque no existe todavía una investigación exhaustiva sobre la configuración histórica de la sistematización, algunos de sus exponentes contemporáneos (Ayllón, 2002; Jara, 2006) hacen recuentos y retrospectivas que coinciden en señalar que los antecedentes de la misma se remontan a las alternativas sociales, educativas, profesionales y culturales que a partir de la década de los sesenta del siglo pasado surgieron frente al modelo desarrollista impuesto desde Estados Unidos a los países de América Latina desde la Posguerra.

Efectivamente, el carácter funcional de dichas políticas a la expansión del capitalismo en nuestros países, se evidenció con el triunfo de la Revolución Cubana y la proliferación de conflictos y luchas sociales a lo largo y ancho del continente. La irrupción en el mundo universitario en dicha coyuntura de teorías críticas de análisis social –en particular el marxismo-, dio elementos para fundamentar el cuestionamiento al desarrollismo, a la vez que inspirar prácticas alternativas al mismo. En consecuencia, surgieron diversas prácticas sociales inspiradas en la educación popular en la teología de la liberación, en la comunicación popular, la psicología de la liberación y la investigación acción participativa; en algunos casos encontraron eco al interior de facultades de educación, trabajo social, sociología y comunicación social.

La primera referencia explícita a la categoría, está en la ponencia que presentó el chileno Diego Palma al IV congreso de la Asociación Latinoamericana de trabajo social realizada en San José de Costa Rica en 1974 referida a la sistematización de las prácticas profesionales de los trabajadores sociales. La sistematización aparece como una posibilidad de construir conocimiento riguroso de las propias experiencias de los profesionales, desde el cual mejorar su intervención. En el mismo sentido se orienta el libro de María Mercedes Gagneten (1978), titulado: “Hacia una metodología de la sistematización de la práctica”.

La radicalización de diversos campos de acción social durante la segunda mitad de los setenta y primera de los ochenta; como el propio trabajo social, la educación de adultos, la promoción comunitaria y la psicología social, llevó a que se expandieran las prácticas orientadas por intencionalidades de transformación y emancipación social. Muy pronto, surgieron las preocupaciones por analizar críticamente estas prácticas alternativas y por recuperar el saber generado desde estas, tanto con el fin de comprenderlas para fortalecerlas, como para comunicar sus aprendizajes a otros colectivos similares y a quienes iniciaban proyectos en los mismos campos de acción.

Fue así que simultáneamente, a lo largo de la década de los ochenta surgieron propuestas de sistematización dentro del campo profesional del trabajo social (Morgan y Quiroz, 1986; Morgan, Bernechea y González, 1990), la educación de adultos (Garcés, 1989), la educación popular (Cadena, 1987; Martinic, 1987) y el trabajo popular (SEHAS, 1988). A mediados de la década se constituye el Consejo de Educación de Adultos de América Latina, CEAAL, que afilia la mayoría de las instituciones que hacían educación popular en el continente y que se convierte en espacio de intercambio y reflexión en torno a sus problemáticas

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