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LA ÉTICA EN EL DIARIO VIVIR


Enviado por   •  15 de Mayo de 2012  •  Trabajos  •  4.138 Palabras (17 Páginas)  •  778 Visitas

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LA ÉTICA EN EL DIARIO VIVIR

Ética y servicio.

Introducción.

Preguntarse por la ética equivale a preguntarse por el modo de vivir. Ética equivale al modo del comportamiento humano en cuanto a la calidad de dicho comportamiento. Un comportamiento es ético si es bueno, y antiético si es malo. Otra cosa es preguntarse cuándo algo es bueno y cuándo no lo es, pues hay distintos criterios para conducirse en este campo: lo que para unos es bueno, es posible que no lo sea para otros. Por eso la ética ha de basarse en unos principios mínimos, fundamentales y objetivos en los que todos estemos de acuerdo. Son principios asociados a grandes valores objetivos, y que lo son para toda la humanidad. Por ej. la Declaración Universal de los Derechos Humanos, contiene principios objetivos, suscritos por la casi totalidad de los países.

Hoy se habla mucho de ética. Hay ética con apellidos: bioética, ética del deporte, ética profesional, ética política, ética empresarial, etc., pero lo importante es que la vida de todas las personas funcione éticamente todos los días y en todo lo que ellas hacen. Es decir, que en el actuar de cada uno predominen los criterios del bien y de la justicia, y sean esos criterios y valores los que prevalezcan. Comportarse bien en momentos importantes de la vida, igual que aparecer solidario ante algunos sucesos catastróficos divulgados insistentemente en los medios informativos, es probablemente más fácil que comportarse así en lo normal y ordinario de cada momento. No es difícil ser generosos y solidarios ante acontecimientos extraordinarios e impactantes de la vida, pero no es tan fácil permanecer fiel, justo, delicado, bondadoso y solidario durante todos los días de nuestra vida, entre la gente que nos es más próxima, cuando no suceden acontecimientos extraordinarios.

Nos referiremos en este tema a esa ética de todos los días, una ética que tiene que ver con la vida común y corriente, pero que es la que nos lleva y prepara a vivir la vida de una manera llena de sentido. Es una ética que marca todo un estilo de vida, un modo de ser que se hace habitual en la persona que la practica, y gracias a la cual, dicha persona actuará siempre de una manera justa y recta que le es como connatural. Cuando la persona que vive un estilo de vida así, se separa de su línea directriz porque actúa de una manera no acorde con esos principios y valores que son fundamentales para ella, se siente mal consigo misma. Ese sentimiento de malestar equivale a lo que llamamos la voz de la conciencia, que es como la internalización de la ética.

Ética y felicidad.

Vivir de acuerdo a valores fundamentales, que están insertos en el corazón de cada uno, contribuye a la felicidad de las personas. Es falso creer que el que vive de acuerdo a unos valores éticos labra su propia infelicidad puesto que no haría lo que él quiere sino lo que le está impuesto por las normas. Eso es tener un concepto muy pobre y errado de la ética y de la propia libertad. Se puede amargar la vida la persona que es reprimida, impedida para la espontaneidad, incapaz de expresar sentimientos y quereres, poco libre, de baja autoestima y asertividad, pero eso no tiene nada que ver con la ética. No podemos confundir la vida de quien vive lealmente, de acuerdo a sus valores y compromisos, en forma autónoma y adulta, con la vida de una persona neurótica, reprimida, de moral heterónoma, inmadura e infantil, incapaz de la propia autonomía y autodeterminación.

La ética tiene que ver con valores y principios fundamentales a los que la persona moral se abraza libremente con toda su alma, vida y corazón. Ser libre significa ser capaz de tomar decisiones en forma responsable, y saber responder tanto de los éxitos como de lo fracasos consecuencia de esas decisiones. Ser libre significa saber discernir adecuadamente las realidades que nos presenta la vida, y elegir consecuentemente ante las distintas opciones y alternativas, haciéndolo con plena responsabilidad. El buen discernimiento es signo de madurez humana y libertad, y ayuda a la toma responsable de decisiones importantes. Una madre que ha abrazado conscientemente su maternidad, se siente plenamente libre cuando ha de levantarse varias veces en la noche para atender al pequeño hijo, necesitado de sus cuidados. Ella es libre para amar, y esa libertad, a pesar del sacrificio que implica, la hace sentirse feliz. Ama, y haz lo que quieras, decía San Agustín, seguro como él estaba de que la persona que ama en serio, jamás hará algo que perjudique a los demás o a sí misma. Por eso, amor y libertad son inseparables: el amor es hijo de la libertad (E. Fromm).

Pero hay algo más: la ética conduce a la felicidad. ¿Qué es la felicidad? Es el objetivo principal del ser humano; el fin de la conducta humana es la felicidad. En el fondo, todo lo que hacemos y emprendemos, aunque no lo pensemos explícitamente cada vez, lo hacemos para llegar a ser felices. Muchos confunden la felicidad con la obtención rápida del logro y del éxito; la felicidad así entendida sería incompatible con el sacrificio y el esfuerzo, y sería imposible lograrla cada vez que la gratificación se viera aplazada o postergada para otro momento. La sociedad de hoy con sus propagandas de un mundo liviano, hueco, lleno de éxitos fáciles que se lograrían en un abrir y cerrar de ojos, estaría contribuyendo a ese error. Es fácil que muchos jóvenes piensen que si algo cuesta esfuerzo y sacrificio, eso es ya un impedimento para la felicidad.

Otra creencia muy común hoy día es la de confundir la felicidad con el placer. La felicidad sería en este caso un producto que se puede lograr fácilmente con sólo dejarse llevar de los impulsos y deseos del momento. Todo lo que fuera autocontrol, dominio de la voluntad, poner atención a determinados valores, ajustarse a ciertos principios superiores, postergación de los deseos para otro momento más adecuado y apropiado, podría parecer atentatorio a la felicidad. Si la felicidad se equipara al placer, sucederá también que muchos creerán que pueden comprarla con dinero , algo muy de acuerdo con la cultura consumista que nos envuelve.

Sin embargo la felicidad verdadera es mucho más que el placer. Estamos hartos de ver personas que gracias a su dinero no se privan de nada, que obtienen todos los placeres deseados, pero que llevan una vida bastante amargada y poco feliz. La felicidad, repito, aunque no se opone al placer, es mucho más que este. La felicidad tiene que ver con el sentido que encontremos a los grandes misterios de la existencia humana: el trabajo, los sentimientos, el amor, la vida, la muerte,

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