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La Psicologia En RD

williams2203198113 de Noviembre de 2013

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INTRODUCCION

La Psicología en la República Dominicana. Inicialmente, hacemos una descripción y crítica de los primeros intentos por caracterizar psicológicamente la personalidad del dominicano. En segundo lugar, se describe detalladamente el Primer Congreso Interamericano de Psicología, y de manera especial, la participación dominicana en el mismo. Luego, se describe el proceso de fundación de los primeros Departamentos de Psicología, sus principales protagonistas, y algunas diferencias teóricas reflejadas en los primeros planes de estudios. Se hace una reflexión crítica del proceso de formación profesional.

Se citan los principales Congresos Nacionales e Internacionales de Psicología celebrados en el país. Se describe el estado de la investigación psicológica, se mencionan los principales órganos de publicación y se exponen brevemente las normas que han regulado y actualmente regulan el ejercicio profesional de la Psicología en el país. Finalmente, se reconoce el espacio ganado por la psicología en la sociedad.

Se atribuye a Hermann Ebbinghaus haber dicho a finales del siglo XIX que la psicología como ciencia tenía un pasado muy largo y una historia muy corta. Lo mismo puede decirse actualmente de la psicología en República Dominicana.

El estudio sistemático de la psicología destinado a la formación de profesionales de la psicología en República Dominicana comenzó en 1967 con la fundación de los dos primeros departamentos de psicología.

Lo que podríamos llamar el pasado de la psicología en República Dominicana abarca el período comprendido entre 1896 y 1967. Las primeras expresiones de carácter psicológico estuvieron dirigidas a lograr una caracterización psicológica del dominicano. José Ramón López (1896), Fernando Sáinz (1845) y Enrique Patín (1950) intentaron explicar en algunos casos y describir en otros algunas características de la personalidad de lo que ellos entendían que era "el dominicano".

El primer intento por describir psicológicamente al hombre dominicano está contenido en el ensayo "La Alimentación y las Razas" del periodista, cuentista y sociólogo intuitivo dominicano, José Ramón López (1866-1922), publicado por primera vez en Santiago de Cuba en 1896 (véase López, 1991). La tesis de López se puede resumir en que la pobre salud física del dominicano, su atrofia intelectual y su incapacidad para ascender a las formas más elevadas de la vida civilizada, tienen su origen en la mala alimentación; ésta debilitó al hombre dominicano, le empobreció la fuerza cerebral y lo hizo perezoso e indolente. Tres son los rasgos principales que, en opinión de López, la degeneración causada por la deficiente alimentación ha impreso en el carácter de los campesinos dominicanos: La imprevisión, la violencia y la doblez. La imprevisión, porque la previsión es una sucesión de esfuerzos mentales bien dirigidos, de los cuales no es capaz un espíritu desprovisto de vigor y conocimiento. Sólo quien tiene conocimiento de causa puede ser previsor, pues a fuerza de razonamiento, puede ir de lo conocido a lo porvenir. Los degenerados, los escasos de entendimiento apenas pueden columbrar el presente. En cuanto a la violencia, ésta es la consecuencia natural de un entendimiento perezoso e ignorante, para el cual razonar es trabajo recio y a veces imposible; por ello, en toda contradicción preferirá siempre aniquilar al contrario antes que desarrollar una complicada argumentación para convencerle. Finalmente, la doblez como rasgo del carácter del campesino dominicano, responde, según López, a la inferioridad en que coloca la degeneración intelectual al que la sufre, respecto a los que gozan de un entendimiento despejado. Según López, es un homenaje a la superioridad ajena, un temor constante de salir mal librado en todas sus relaciones. Los tres rasgos del carácter señalado generan vicios secundarios. Por ejemplo, la perezosa imprevisión hace al campesino jugador empedernido, la violencia le convierte pronto en homicida, y la doblez le cierra el camino a la prosperidad honrada (López, 1991, pp. 33-38).

Como vía de regeneración, López propone el retorno a una alimentación abundante, sana, nutritiva, y consumida a intervalos regulares. Según López, "La raza es buena, tenaz y conserva todavía en embrión las excelentes condiciones que extingue durante el crecimiento la mala alimentación. Obsérvese con cuidado a nuestros niños. Tienen inteligencia sutilísima; son vivaces, fuertes, ágiles. Pero a medida que van desarrollándose en un medio desfavorable por la escasez de nutrición, esas bellas cualidades se atenúan o se borran en vez de aquilatarse, y sucede muchas veces que quien fuera un lince a los ocho años, a los veinte es casi un topo. ¡Qué espirituales, qué hermosas, qué fuertes serán las generaciones futuras si se las cría de hoy en adelante con educación griega, dotándolas de cuerpo vigoroso y bello, para que el alma tenga instrumento hábil con qué manifestarse en todas formas" (López, 1991, p. 41).

En 1940 comienza una etapa nueva para el estudio de la psicología en República Dominicana. Fue durante ese año cuando por primera vez se empezó a enseñar algunas asignaturas psicológicas en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Santo Domingo, entonces la única universidad del país. El Dr. Fabio A. Mota, médico de amplia cultura filosófica, profesor de Psiquiatría en la Facultad de Medicina, enseñaba un curso de Psicología Anormal a los estudiantes de Filosofía, mientras que el Dr. Salvador Iglesias, graduado en Filosofía en Roma y con cursos de Psicología en varias universidades norteamericanas, enseñaba los cursos de Psicología General, Aplicada y Educativa.

En 1945 se publicó la primera obra de carácter psicológico en República Dominicana. Fernando Sáinz, un exiliado profesor y escritor español, reunió y publicó en forma de libro una serie de artículos sobre la psicología del dominicano, los cuales habían aparecido previamente en las ediciones dominicales del Diario La Nación, de Santo Domingo (Sáinz, 1945). Sobre una base puramente anecdótica, el autor pretende describir la personalidad del dominicano.

El dominicano es mucho más complejo que su apariencia. Su pensar es filosófico teorético; sostenedor de doctrinas y opiniones. Pero si se trata de actuar es preferentemente positivista y pragmatista. Salta de la metafísica al practicismo con soltura que le permite no posar en el largo camino intermedio, que es la ciencia.

Siente la cortesía y la amabilidad en su sangre. Es generoso, sobre todo con los extraños, y le encanta prestar servicios, tanto por lo que puedan beneficiar a quien los reciba como por experimentar la sensación protectora. Disculpa los agravios y desdenes y no guarda rencor largo tiempo.

Es genuinamente tradicionalista. Cultiva los usos y costumbres ancestrales haciendo una traducción original a la época actual.

Es enormemente conformista. Acepta su suerte sin protesta. Resiste la adversidad como un estoico, y celebra la dicha como un niño. Ama la vida como un epicúreo. Se cuida, se médica y se trata con sabiduría y técnica populares inigualables. Al servicio de su salud pone toda la gea, la fauna y la flora, la experiencia, los doctores, los hechiceros y la corte celestial; pero si llega para él o sus deudos el último momento lo acata con ejemplar conformidad.

Las personalidades dominicanas de más calidad son sencillas, modestas, cordiales y amables, dentro de un marco de gran dignidad. Las ficticias son de una fatuidad y orgullo compensadores de su vacío interior. (Sáinz, 1945, pp. 181-183).

Posiblemente hay muchos dominicanos a los que la descripción anterior se ajuste de un modo más o menos exacto. Pero posiblemente también hay muchos puertorriqueños, cubanos, haitianos, etc. para los que la misma descripción es válida. La razón de esto es que descripciones de ese tipo se basan en rasgos o características que ocurren con mucha frecuencia en cualquier población humana. El simple hecho de que cada persona conozca algunos casos para los que una descripción es válida, produce una ilusión de validez que insensibiliza al observador frente a evidencias falseadoras. Mientras más universales sean las características incluidas en la descripción, mayor es la probabilidad de que ésta sea considerada válida, pues habrá un número mayor de casos en cualquier población a los que dicha descripción es aplicable; se trata del "efecto Barnum", nombre con el que designó Meehl (1956) la fácil aceptación de que gozan las interpretaciones de la personalidad basadas en descripciones muy generales (Snyder et al., 1977). Por otra parte, hablar de un pueblo como una realidad homogénea es incompatible con las diferencias debidas a las expectativas culturales vinculadas al sexo, la edad, la clase social y el nivel educativo, y descansa en un error de analogía, al pretender construir un discurso psicológico razonando por analogía a partir del universo geográfico, jurídico y político. A pesar de las limitaciones señaladas, que son comunes a la mayoría de los trabajos publicados sobre el carácter nacional (Barnouw, 1967; Béjar, 1966), los ensayos del profesor Sáinz reflejan una sólida cultura filosófica y una gran familiaridad con las teorías psicológicas predominantes en Europa durante la primera mitad del siglo XX. Es lamentable que sus trabajos no provocaran el interés de los pocos interlocutores calificados en Psicología que había entonces en el país.

Un año después, 1946,

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