La interaccion profesor/alumno en el proceso de enseñanza y aprendizaje
SQDQDQSQDQDTrabajo16 de Marzo de 2015
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LA INTERACCION PROFESOR/ALUMNO EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE
CESAR COLL E ISABEL SOLE
El análisis de las relaciones que se establecen entre el profesor y los alumnos en el aula cuenta con una dilatada historia en la que se manifiestan, a menudo de forma entrelazada, una amplia gama de intereses e intenciones: caracterizar el "profesor ideal" dar cuenta del clima socioemocional de la clase, identificar estilos de enseñanza y sus repercusiones sobre al aprendizaje, determinar los comportamientos del profesor que definen una enseñanza eficaz, etc. Este estado de cosas se debe, sin lugar a dudas, a numerosas causas, entre las que destaca la propia evolución de la psicología, del análisis empírico de la enseñanza y de los paradigmas teóricos y metodológicos que se han do sucediendo en ambos campos desde principios de siglo.
Parece pues aconsejable, para comprender cómo se plantea en la actualidad el análisis de la interacción educativa, comenzar por una perspectiva histórica que nos permita identificar algunos de los momentos más importantes de esta evolución. Como veremos, los planteamientos adoptados en el estudio de la interacción educativa son tributarios, hasta cierto punto, de los planteamientos utilizados para estudiar otros aspectos de la enseñanza y del aprendizaje escolar que han sido ya objeto de atención en capítulos anteriores: el comportamiento del profesor (capítulo 14), los estilos de enseñanza (capítulo 15), las representaciones mútuas entre el profesor y los alumnos (capítulo 16). Con el fin de evitar repeticiones innecesarias, acotaremos la perspectiva histórica adoptada subrayando únicamente algunas limitaciones metodológicas y conceptuales de estos planteamientos y remitiéndonos, para una explicación detallada de los mismos, a los capítulos correspondientes. Los intentos de superar dichas limitaciones, que han dado lugar a una verdadera reconcptualización de la interacción educativa durante los últimos diez o quince años, son sintetizados en una segunda parte en la que se recogen las aportaciones que tienen su origen en tres perspectivas o enfoques teóricos distintos: la psicología cognitiva, y más concretamente la teoría genética de Piaget, con su insistencia sobre la importancia de la actividad constructiva en el proceso de aprendizaje: la aproximación sociogenética y sociocultural de Vygotsky y sus extensiones recientes en el ámbito de la psicología del desarrollo y de la educación, y la aproximación sociolingüística al estudio de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Entre otra consecuencias, esta reconcptualización ha llevado a situar el estudio de la interacción educativa en el centro de los esfuerzos por comprender la naturaleza de los procesos de cambio producidos por las situaciones escolares de enseñanza y aprendizaje. El capítulo se cierra con una breve descripción de los retos, dificultades y expectativas que acompañan y subyacen a estos esfuerzos.
1. El estudio de la interacción profesor/alumnos: perspectiva histórica
En una primera aproximación al tema, salta a la vista que el estudio de la interacción profesor/alumno ha estado presidido de forma abrumadoramente mayoritaria por los intentos de definir y medir la eficacia docente, ya fuera con fines de investigación, ya fuera para incidir en la formación de los profesores. Ahora bien, como ha señalado Medley (1979), la enseñanza eficaz ha sido asimilada a variables y aspectos distintos en la historia de la investigación educativa. Desde un momento inicial, en que se relacionaba directamente con determinados rasgos o características de la personalidad de los docentes, hasta las posiciones actuales, que insisten en la importancia de tomar decisiones razonables y adecuadas y de llevarlas a la práctica atendiendo a las peculiaridades de la situación de enseñanza, encontramos una amplia gama de alternativas que han dado lugar a un volumen considerable de investigaciones y de resultados empíricos (ver el capitulo 14 de este volumen para una exposición detallada de los estudios sobre la eficacia docente).
Los antecedentes del análisis de la interacción se remontan pues a los estudios que tratan de identificar las características personales de los profesores supuestamente responsables de su eficacia como decentes. Un ejemplo típico de esta aproximación es el conocido trabajo de Ryans (1960), en el que se ponen en relación determinadas actitudes y rasgos de personalidad del profesor (parcial/justo, estereotipado/original, desorganizado/metódico, etc.) con su competencia docente, entendida èsta como el logro de los objetivos educativos por parte de los alumnos. Dos son las objeciones principales que, desde diferentes frentes, se han formulado a este tipo de trabajos. En primer lugar, las limitaciones derivadas del "modelo de caja negra" de investigación que utilizan¨ se establecen relaciones causales entre determinadas características del profesor y la consecución de buenos resultados por parte de los alumnos sin prestar atención a lo que ocurre realmente entre un y otros en la situación educativa¨ es decir, sin tener en cuenta la interacción que se establece entre ellos. En segundo lugar, su adscripción a una psicología de las aptitudes que postula la estabilidad de los rasgos de los profesores con independencia del contexto en el que desarrollan su actividad docente y que remite a una concepción excesivamente estática y esencialista de la personalidad. A ello cabría añadir aun, como señala Postie (1978), el excesivo peso de los juicios de valor que se esconden tras el análisis del acto didáctico y la aproximación normativa al comportamiento del profesor que impregna estos trabajos.
El desprestigio progresivo de la psicología de las aptitudes y la necesidad de separar los componentes de juicio de lo que realmente ocurre en el aula llevan, en un segundo momento, a conceptualizar la eficacia docente como la posibilidad de utilizar métodos de enseñanza eficaces. A esta categoría pertenecen las investigaciones que comparan los resultados de aprendizaje obtenidos pro grupos de alumnos que han sido instruidos mediante métodos distintos. Sin embargo, los problemas de orden teórico y con que se enfrentan estos trabajos -la multidimensionalidad de los métodos de enseñanza y las dificultades de operacionalización; el control de la variables que inciden en el aula; la definición y medida de los resultados de aprendizaje de los alumnos; la constitución de grupos equivalentes; etc.- impide las diferencias que eventualmente puedan observarse al efecto de los distintos métodos de enseñanza. No es pues extraño que sus aportaciones al estudio de los que ocurre en el aula hayan sido en realidad más bien escasas.
La constatación de que la dinámica de los procesos de enseñanza y aprendizaje no es reductible a una pura cuestión de método conduce a revalorizar precisamente la vida de las clases como objeto de investigación. Consecuentemente, el interés por las características de los docentes y por los métodos que utilizan se desplaza hacia lo que ocurre efectivamente en las aulas. Este desplazamiento, que cabe situar hacia finales de la década de los cincuenta, ha tenido numerosas repercusiones, siendo quizás dos las más llamativas¨ la importancia que se concede, por primera vez, a las interacciones que se establecen entre los protagonistas de la situación educativa y las de orden metodológico. La necesidad de estudiar lo que ocurre en las aulas, y más concretamente las relaciones entre el profesor y los alumnos, plantea a su vez la necesidad de disponer de instrumentos de observación potentes y objetivos. Se trata de los sistemas de observación sistemática que proliferan en las décadas siguientes y que son aún frecuentemente utilizados en la actualidad.
Los sistemas de categorías, denominación genérica habitual de estos instrumentos de observación sistemática del aula, surgen en el marco de una tradición de investigación educativa que prima la búsqueda de relaciones entre las variables relativas al proceso de la enseñanza -y que informan, portanto, acerca del comportamiento del profesor, del alumno y de las interacciones que mantienen- y las variables que hacen referencia al producto de la enseñanza, entendido como el nivel de logro de los objetivos educativos por parte de los alumnos. Se trata en definitiva de saber si la manera d enseñar se relaciona significativamente con los resultado obtenidos por los alumnos, de tal forma que sea posible mostrar que determinadas formas de gestionar la enseñanza son mejores y mas deseables que otras.
Los sistemas de categorías para el análisis de la interacción aparecen de este modo como instrumentos susceptibles de describir lo que ocurre en el aula de la forma más objetiva y aséptica posible. Con la ayuda de estos sistemas se codifican los comportamientos verbales y no verbales del profesor y de los alumnos en una serie de categorías preestablecidas, procediéndose posteriormente a analizar los datos de observación así organizados. Flanders (1977) señala que al utilización de los diferentes sistemas de categorías se reduce a un proceso de codificación y decodificación. Su elaboración consiste en establecer, a partir de una teoría, concepto o noción que se considera relevante acerca de lo que ocurre o debería ocurrir en el aula, un número determinado de categorías. La tarea del observador, convenientemente entrenado, consiste en codificar los eventos que se suceden en la clase en la categoría correspondiente del sistema, ya sea atendiendo a una unidad de tipo temporal -por ejemplo, registrando cada tres segundos los comportamientos observados- , ya sea atendiendo a una unidad natural/conductual
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