Las principales características de los modelos educativos

Pienso que a lo largo del tiempo, las formas de enseñar han ido cambiando; buscando siempre mejorar teniendo en cuenta las necesidades y el contexto social y político que se esté viviendo.

En general, enseñar es comunicar algún conocimiento, habilidad o experiencia a alguien con el fin de que lo aprenda, empleando un conjunto de métodos y técnicas.

Los modelos de enseñanza se identifican por tres características principales: ¿Qué enseñar? ¿Cómo enseñar? Y ¿Qué y cómo evaluar? Es decir, cuentan con un enfoque, una metodología y una evaluación.

Antiguamente, la educación tradicionalista se basaba en una transmisión de conocimientos (el profesor dice, el alumno oye), la cual tuvo grandes críticas basadas en la falta de comprensión de lo aprendido. Así, se dio paso a la “educación en la que el maestro explica, y el alumno entiende”. Más adelante surgió la iniciativa en la que el “docente demuestra, y el alumno experimenta”.

Una de las principales preocupaciones de la educación, es lograr una educación de calidad y con aprendizajes realmente significativos. Es así, como surge el constructivismo, modelo educativo que se ha seguido hasta hace muy poco tiempo. Este supone una construcción que se realiza a través de un proceso mental que finaliza con la adquisición de un conocimiento nuevo, requiriendo de los conocimientos previos que el alumno posea como piezas claves para la construcción de este nuevo conocimiento.

Actualmente el modelo pedagógico que se utiliza es el de la “Enseñanza y aprendizaje por competencias”. La tarea del docente consiste en enseñar a aprender, siendo este un moderador, coordinador, facilitador, mediador y un participante más en el proceso.

Los factores que intervienen en este aprendizaje son la actitud, las aptitudes intelectivas, aptitudes procedimentales y los contenidos. De esta forma definimos las competencias como “el resultado de un proceso de integración de habilidades y de conocimientos; saber, saber-hacer, saber-ser, saber-emprender…” (Chávez, 1998).

Si bien es cierto, lo de hoy son las competencias, es verdad que no dejamos de lado la aplicación de otros métodos, convirtiendo así nuestra labor, en una enseñanza ecléctica, pues los grupos cambian, y las necesidades se hacen presentes, eso sí, siempre llegando al objetivo final que es que el alumno aprenda y aplique.

Es importante considerar como punto de partida las necesidades e intereses de los alumnos y los objetos que son capaces de satisfacerlos. Debido a que las experiencias de la vida cotidiana son más capaces de despertar el interés que las lecciones proporcionadas por los libros, es que se ha buscado no un cambio de contenidos, pues esos siempre están y estarán vigentes, sino un cambio en la forma de transmitirlos, así que se introdujeron una serie de actividades libres para desarrollar la imaginación, el espíritu de iniciativa, y la creatividad.

Todo proceso requiere de una evaluación, que es una reflexión, un control de calidad sobre lo que se hace, un análisis... y luego una toma de decisiones. La evaluación es un proceso continuo de reunión e interpretación de información para valorar las decisiones tomadas en el diseño de un sistema de aprendizaje.

En el proceso constructivista se aborda la evaluación formativa. Se habla de evaluación formativa, cuando se desea averiguar si los objetivos de la enseñanza están siendo alcanzados o no, y lo que es preciso hacer para mejorar el desempeño de los educandos. Para esto se maneja un diagnóstico, un durante y una evaluación

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