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Medio Ambiente


Enviado por   •  17 de Abril de 2013  •  2.406 Palabras (10 Páginas)  •  394 Visitas

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Ingeniería y medio ambiente

La intervención humana en la naturaleza ha generado impactos que afectan negativamente la integridad de los ecosistemas, de los cuales depende en gran parte el bienestar de la humanidad, y que, en algunos casos, han llegado a amenazar la integridad de la vida misma en nuestro planeta, tal como se evidencia en forma dramática con el calentamiento global.

La situación es alarmante, como lo han subrayado diferentes estudios. Así se concluye en la “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio”, publicado en 2005 y en el cual participaron cerca de 1300 científicos del mundo, que tuvo como objetivo “evaluar las consecuencias de los cambios en los ecosistemas sobre el bienestar humano, y las bases científicas para las acciones que se necesita emprender a fin de reforzar la conservación y el uso sostenible de esos sistemas y su contribución al bienestar humano”.

El informe nos señala que, de las veintitrés subcategorías de servicios prestados por los ecosistemas a la humanidad, quince están en declive. En otras palabras, desde una perspectiva global, la destrucción y degradación de los ecosistemas ha tenido como consecuencia que ellos, cada vez más, estén en menor capacidad de prestar parte de los servicios de aprovisionamiento (agua dulce, pesquerías de captura, alimentos silvestres, combustible, medicinas y productos bioquímicos, recursos genéticos), de regulación (del clima, el agua, la erosión, las pestes, los desastres naturales, purificación del aire, purificación de las aguas, polinización), y culturales (espirituales, estéticos). Si bien producción global de alimentos correspondiente a la agricultura y la ganadería se encuentra en ascenso, el estudio muestra que parte de los agroecosistemas que proveen estos servicios se encuentra en procesos de degradación.

Estamos, entonces, frente a una paradoja, tal como se subraya en la mencionada Evaluación: “Los cambios en la naturaleza han ayudado a mejorar la vida de miles de millones de personas, pero al mismo tiempo han debilitado su capacidad para brindar otros servicios clave, tales como la purificación del aire y del agua, la protección contra los desastres y la provisión de medicinas”.

Precisamente, la ingeniería ha contribuido a generar muchos de esos cambios en la naturaleza, entre los cuales se encuentran aquellos de gran beneficio para la población, pero también aquellos que se consideran insostenibles desde la perspectiva ambiental y social.

La insostenibilidad ambiental, entendida como el desbordamiento de los límites impuestos por la naturaleza, en muchos casos tiene su origen en los patrones de producción y de consumo en sí mismos. Pero, como sabemos, ni los profesionales de la ingeniería que participaron en la creación e implementación de tecnologías que han sido críticas para resolver diversas necesidades humanas, ni los beneficiarios de las mismas, se imaginaron en su momento que muchas de ellas pudieran traer consigo las negativas consecuencias que hoy conocemos. Tales son los casos, por ejemplo, del transporte -a partir de los motores de combustión- y de la termoeléctrica que, basados en la combustión del petróleo y el carbón, son dos desarrollos extraordinarios del ingenio humano con positivos impactos para la sociedad. Pero, después de utilizar estos combustibles en forma intensa durante cerca de doscientos años, sólo recientemente se identificó -hace escasas tres décadas- que sus emisiones son causantes mayores del calentamiento global -la principal amenaza hoy existente sobre el planeta-, así como de diversas contaminaciones del aire que respiramos -con graves consecuencias para la salud humana. Una historia similar a la de los dos casos mencionados se ha repetido con cientos de tecnologías que han sido objeto de desarrollo por parte de las ciencias de la ingeniería y de aplicación por parte de los contingentes de profesionales educados en sus centros de formación.

Además, los patrones de consumo del transporte, basado éste en los motores de combustión, y de la energía eléctrica procedente de las termoeléctricas, y otras fuentes, han agravado en forma sustantiva el problema del calentamiento global. Así, el predominio del automóvil privado sobre el transporte público y el uso irrefrenado de la energía eléctrica son causa de una acumulación adicional de gases de efecto invernadero, en comparación con un escenario hipotético caracterizado por uno patrones de consumo de estos bienes y servicios que privilegiaran el transporte colectivo, en el primer caso, y el ahorro de la electricidad, en el segundo caso. En otras palabras, con estos ejemplos estamos recordando aquí que las tecnologías no son neutras en su aplicación y que sus beneficios e impactos están profundamente vinculados con la organización social de su uso; lo cual, en última instancia, es un asunto de naturaleza política.

Con frecuencia, las intervenciones humanas en el medio natural, incluyendo las efectuadas mediante la ingeniería, se han hecho a partir de la visión predominante de que los bosques, la fauna, las aguas y los suelos, son recursos renovables. En esta perspectiva, cada uno de estos recursos se concibe como un bien para ser modelado en un producto material o como un recipiente para la disposición de desperdicios. Se trata, entonces, de “administrar racionalmente los recursos naturales renovables” como un medio para asegurar un flujo continuo de los productos de la naturaleza. Pero, esa “administración racional” ha acentuado, en muchos casos, la optimización del uso de los recursos mismos sin entrar a establecer las consecuencias de ese propósito para los ecosistemas que los producen.

Es una visión que se expresa, por ejemplo, en el ejercicio profesional de muchas generaciones de ingenieros forestales que han estado concentrados en la extracción de la madera, sin un adecuado miramiento por la salud del bosque, lo que ha ocasionado la degradación o destrucción de valiosos ecosistemas boscosos. En forma similar, son bien conocidas las evaluaciones efectuadas a posteriori de muchas de las grandes represas construidas en el siglo pasado, verdaderos monumentos de la creatividad de la ingeniería civil, que a la postre mostraron un balance negativo desde la perspectiva del funcionamiento e integridad de los ecosistemas, como se tipifica en la represa de Assuan, en Egipto. Justamente a partir de experiencias como ésta, la ingeniería ha replanteado el diseño y construcción de esas necesarias obras con el fin de establecer medidas de prevención y mitigación del daño ambiental.

En el caso de los países de la América Tropical, una región prodigiosamente rica en diversidad biológica y recursos hídricos, esta visión de la renovabilidad infinita de los recursos naturales ha estado muy arraigada

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