Medios de comunicación y conflicto social
roxsyjhashuaEnsayo9 de Mayo de 2013
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Medios de comunicación y conflicto social
Cuando se plantea lo social y en especial sus conflictos políticos y económicos, tratamos de procurar lograr un cambio aunque sólo sea de manera teórica. Porque lograr hacer realidad las mejoras sociales y económicas no sólo parte de la razón, parten de una voluntad política y de verdaderos líderes dispuestos a cumplir con sus proyectos. Y es precisamente en éste punto en donde los medios de comunicación e información nos aportan sus beneficios para superar el conflicto social para tratar de mejorar la desesperanza en determinados momentos de tensión social.
En tal sentido para crear y generar Capital Social en nuestra región, es de suma importancia, respetar los pactos y acuerdos políticos, que hoy por hoy no se respetan, y mucho menos se ponen en práctica en gran parte de las estructuras burocráticas de los gobiernos. Que se basan en su práctica política cotidiana en generar desconfianza tanto a niveles internos del sistema, como a niveles externos de este. Porque lo fundamental para construir y lograr que la democracia funcione, es generando responsabilidad y asociación, basados en el respeto mutuo para hacer más prospera y confiable la vida en la democracia. Fenómeno que debe estar presente en las proyecciones políticas y programación de los medios en su comunicación política.
Indudablemente, el flujo de la información política es un proceso vital en el sistema político. Los individuos, las organizaciones y los gobiernos dependen de información oportuna (incluso con prescindencia de su calidad, aunque siempre se exija exactitud) para tomar decisiones y coordinar actividades (Peña, 2001:12).
En efecto, los medios de comunicación, conjuntamente con las instituciones democráticas pueden lograr una coordinación para las nuevas formas democráticas del siglo XXI que se presentan transnacionales pero a la vez locales. De allí establecer la solución de los nuevos conflictos en la sociedad global de riesgo (BecK, 2002) dentro del ideario cognitivo de los receptores de mensajes de las informaciones que a diario rotulan el mundo del pensamiento, de lo político, lo social, lo cultural y lo económico.
Lisa y llanamente, es un hecho que ya no son los gobernantes, ni los políticos los que dialogan constantemente con la opinión pública; ni es la soberanía popular, la sociedad, la que dialoga directamente con los políticos y gobierno. El diálogo entre individuos y sociedad, sociedad y políticos, políticos y gobierno, se realiza, en buena medida, a través de los medios (Osorio, 2002: 23).
No en vano ese cambio dentro de los patrones de comportamiento en la cuestión cultural mediática, exige a los actores políticos y sociales en Venezuela inmiscuidos en el desarrollo de las políticas, tanto culturales como económicas, el planteamiento que vaya en-pro de profundizar las bases de la democratización. Porque si bien Venezuela es un país democrático en su cultura política ciudadana, ahora transcurre por los precipicios del autoritarismo con tintes neopopulistas de nuevo cuño. En tal sentido para la Venezuela del futuro es importante superar este neo-populismo, autoritario clientelar, que bajo el engaño se ha instaurado en el poder elegido por voto popular en diciembre de 1998. Y que en estos tiempos de continuada crisis político institucional económica no cesa de violar el Estado de Derecho y los preceptos constitucionales.
Asimismo se destaca que; en el caso de Venezuela, la movilización desestabilizadora de la oposición antichavista, cuyo punto culminante lo encontramos en el paro petrolero de diciembre de 2002-enero 2003, debe considerarse como la respuesta social a la deriva autoritaria del desgobierno de Chávez, en momentos en que éste incorpora en su proyecto medidas y decisiones de corte arbitrario (designación incoherente de sus colaboradores, solidaridad automática con aquellos que aparecen incursos en escándalos de corrupción, abandono de la prometida descentralización administrativa), que lo va alejando significativamente de la política democrática (Ramos J., 2004: 23).
Ahora bien, las perspectivas políticas, económicas y sociales de hoy día, se deben enfocar en una discusión sobre las bases culturales de la sociedad venezolana como las formas de gestión pública y las formas mediáticas para que las decisiones sean cónsonas con las nuevas imágenes del mundo global y sus efectos en lo local. En todo caso, se requiere una noción política glocal (local-global) sustentada en una pluralidad de intereses que acentúe la interacción entre cultura y ciudadanía, video política y Mass-media, para la construcción de otro tipo de concepción de modernidad en la que los distintos sectores puedan convivir al interior de la sociedad venezolana y de las sociedades en general.
La razón del problema gira entorno a la personificación, sin apoyo partidista de los nuevos líderes outsiders. Por tanto, los líderes políticos en vez de representarse en programas, estrategias e ideologías definidas, se transforman en personajes, asumiendo el papel de héroes o de hombres comunes que demuestran ser exitosos y carismáticos. Consecuencia de ello es la personalización de la política, a la que podríamos definir también como la instauración de una egocracia: un régimen de lucha política basada en la exhibición de un yo gigantesco, en la autovaloración de las cualidades individuales y en la consecuente desvalorización o incluso interiorización de los otros adversarios (Cerbino, 2003: 25).
Los recientes acontecimientos en la región andina en países como Perú, Ecuador, Bolivia, Venezuela y en un país del cono Sur como Argentina, se están configurando a nuevas crisis políticas, y estas crisis suelen tener distintas causas y ser, ya sea, de naturaleza económica, social o política. En todo caso, plantean a los ciudadanos que las viven afrontar nuevas realidades y formas de participación para superar dichas crisis. Es entonces donde entran a jugar un papel relevante los Mass-media en la defensa de las demandas de los ciudadanos y en muchos sentidos hasta en la defensa de la propia democracia en pro de la generación del Capital Social.
En tal sentido, Esta sistemática orientación por parte de los medios, que no diferenció actuación de personas del papel de las instituciones, unida a hechos de corrupción e ineficiencias, minó la confianza de la ciudadanía en sus expresiones legítimas de representación democrática y este proceso terminó fortaleciendo los medios (Cañizales, 2003: 31).
Asimismo alcanzar distintos grados de profundidad para tener impactos diferenciados al interior del sistema político, además de la sociedad. Con todo, ese tipo de crisis no constituye un hecho excepcional en los regímenes y gobiernos democráticos. Nos atreveríamos a sostener que enfrentar estas crisis y resolverlas de forma adecuada y eficazmente es una condición de la estabilidad de la gobernabilidad que en muchos sistemas políticos se presenta con mucha debilidad a la hora de gestionar los acuerdos y superar la corrupción que agobia los sistemas en la región. De hecho, medios y política, medios y ciudadanos, medios y partidos, medios y gobierno, permitirán el desarrollo de un mejor control sobre el cumplimiento del oficio del profesional de la política. Es decir un mejor accountabilty.
En sí, la rendición de cuentas es, por una parte, un acto de reconocimiento y subordinación frente a la autoridad institucional y, por otra, una reafirmación de la soberanía ciudadana. Esto sólo es posible hacerlo de forma seria si existe un sistema de evaluación confiable y de información transparente. De otra forma, corre el peligro de transformarse en un ritual intrascendente, o en un proceso demagógico donde lo que menos interesa son los resultados de la administración pública.
Las crisis políticas, sociales y económicas que enfrentan los gobiernos pueden ser endógenas como exógenas. Las primeras son todas aquellas crisis que, por lo general, suelen ser producidas por la propia gestión gubernamental al no cumplir con determinadas políticas públicas, y promesas electorales, o por factores de corrupción. Y las segundas, son aquellas que los gobiernos deben enfrentar producto de factores internacionales, como los casos de flujos emigrantes, inmigrantes17, terrorismo u narcotráfico, o las producidas por los medios de información, y comunicación, dependiendo del conflicto.
Unas y otras deben ser adecuadamente procesadas y atendidas por los gobiernos. De no hacerlo los gobiernos se exponen a lo que los especialistas han denominado crisis de gobernabilidad, o sea (como ya se ha dicho) la incapacidad manifiesta por parte de las instituciones de atender, procesar, administrar o resolver, en forma adecuada una crisis interna o externa. Provocando con ello una crisis de gobernabilidad dentro de un sistema político que genera el desgobierno.
Ahora bien, los gobiernos para beneficio de sus sociedades deben contar con mecanismos institucionales democráticos para enfrentar las crisis de gobernabilidad. Fundamentalmente para que éstas no pongan en peligro, o se conviertan en una amenaza para el sistema político democrático, o para el normal funcionamiento de las instituciones democráticas.
Es evidente que estas mecánicas políticas opositoras impulsan una movilización social a través de diversas acciones colectivas, tales como: paros, cacerolazos, enfrentamiento con las fuerzas del orden, saqueos, marchas, mítines, apagones, huelgas nacionales o sectoriales. Y todas éstas maneras de manifestaciones
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