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Metodologías de Investigación Científica y Ciencias de la Salaud

eslajaDocumentos de Investigación10 de Marzo de 2016

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METODOLOGÌAS DE INVESTIGACIÒN CIENTÌFICA  Y  CIENCIAS DE LA SALUD

                                                                                            *Mag. Juana Alida Espinoza Lara

INTRODUCCIÒN

La historia de las ciencias de las salud como ciencia del cuidado ha ido pasando por un continuo devenir de cambios, revoluciones, avances y retrocesos, aprendizajes y progresos acumulados a lo largo de la historia, y en ese registro de continuidad sus etapas se ordenan desembocando en un presente de madurez científica.

Durante las últimas décadas se ha consolidado una tendencia que considera a la salud como la capacidad del individuo de mantener el funcionamiento de su cuerpo en buen estado, podríamos decir entonces que el funcionamiento incorrecto de nuestro organismo trae consigo la enfermedad.

Resulta difícil establecer con precisión  en qué momento nuestro cuerpo deja de funcionar correctamente y todavía más difícil saber en cuanto tiempo se hará perceptible tal falla, aquí aparece en escena el médico, que es un profesional preparado para diagnosticar y tratar una  enfermedad.  Para el diagnóstico es necesario ordenar ciertos eventos que permitirán definir la actuación del médico.  Esto último implica sistematizar un conjunto de conocimientos de la realidad observables, logrando un contenido, un campo una forma de actuar, que traducidos se convierten en ciencia.

La ciencia es un cuerpo de conocimientos teóricos, resultado de la investigación científica (Sierra Bravo, 1996) en este sentido, es claro que la investigación científica es la fuente de la ciencia, entonces podríamos decir que la investigación científica, es toda actividad humana orientada a descubrir algo desconocido o está relacionado con la búsqueda de soluciones de una necesidad manifiesta del hombre frente a sus problemas.

*Juana Alida Espinoza Lara: Enfermera, Licenciada en Educación, Magister en Educación, Doctoranda en Salud Colectiva, Docente de la Universidad Alas Peruanas, Filial Ica

Para tal fin utiliza  el método científico que es una serie de etapas sucesivas que  llevan a encontrar respuestas  a  interrogantes planteadas.

El presente trabajo tiene el propósito de enfocar la metodología de la investigación científica en ciencias de la salud en el marco de las corrientes epistemológicas.

MARCO HISTÒRICO

Si nos remontamos a los inicios de la historia de la humanidad vamos a encontrar una relación muy íntima con la historia de los cuidados y de las ciencias de la salud, como ciencias del cuidado y de la vida. En efecto, cuando la profesión médica se hace laica y el arte de curar se pone sobre bases empíricas, surgen importantes escuelas médicas que reciben influencias recíprocas y no excluyen conflictos entre ellas. Lo más importante de ese extraordinario saber médico se condensó en los cincuenta y nueve escritos del Corpus Hipocraticum, atribuido a Hipócrates, aunque ya desde antiguo se pusiera en duda esa paternidad. Para Hipócrates el origen de la enfermedad es la alteración de la mezcla de los cuatro humores que se manifiesta en las fiebres, de lo que resulta la eliminación de la misma. Limitada a ayudar y favorecer la energía medicamentosa y la fuerza curativa de la naturaleza, la medicina hipocrática legó un modelo de cuidadosas historia clínicas.

Galeno (130-200 d.C.) fue otro de los grandes médicos de la antigüedad. Estudió medicina en Corinto, su ciudad natal, y en Alejandría. Su obra representó una importante renovación de la teoría y la práctica médica inspirada en la obra de Hipócrates y en diversas corrientes de la filosofía griega, por lo cual conjugó aspectos especulativos y teóricos con una fuerte tendencia empírica, basada especialmente en sus importantes trabajos anatómicos y zoológicos. Creía que el principio vital básico surge del pneuma universal a partir de la respiración, que lo distribuye a los tres órganos básicos: el corazón, el cerebro y el hígado. El calor del corazón, ventilado por los pulmones y nutrido por la sangre, mantenía vivo el organismo y ayudaba a la cocción de los alimentos en el estómago.

Los conocimientos médicos no fueron siempre valorados epistemológicamente. Platón los consideró pertenecientes al campo de la doxa, de la opinión, del saber basado en apariencias empíricas y, por ende, inferior al saber teórico. Aristóteles los consideró como una ciencia (episteme) poiética (póiesis) o productiva, de naturaleza técnica (saber-hacer) que surge de y guía la acción de producir objetos, acción cuyos fines les son exteriores, puestos desde afuera. Ella se diferencia:

a) de las ciencias prácticas (praxis: el saber-obrar, el saber-conducirse), ciencias de la acción ética y política que pertenecen al ámbito de la sabiduría y la prudencia y que, a diferencia de aquella, no produce ningún objeto y tiene su fin en sí misma, pues dicho fin consiste en la realización de la acción: hacer el bien y la justicia;

b) de la ciencia teórica (teoría: el saber-qué) contemplativa, desinteresada, que tiene por objeto el conocimiento del ser y es el grado más elevado de la sabiduría.

Las ciencias poiéticas deben subordinarse a las prácticas y éstas a las teóricas, pues quien conoce lo que es, sabe lo que es el bien, hace el bien y, mientras las primeras proporcionan al hombre utilidad, las segundas le proporcionan virtud y felicidad, lo que es el fin de la vida moral.

Quien ejerce el poder hasta un siglo después es el personal religioso, encargado de la vida cotidiana del hospital, de la alimentación de las personas internadas, de la salvación del que cuida y el que recibe el cuidado. La visita médica era un ritual muy irregular, en principio tenía lugar una vez al día y para centenares de enfermos, en particular los graves. El médico al que recurrían las comunidades religiosas era generalmente lo peor de la profesión,  dependía administrativamente del personal religioso, que tenía el poder de despedirlo.

Sin embargo, a pesar de que el nivel de conocimientos científicos implicados en el arte de cuidar era prácticamente inexistente, sería erróneo creer que la Edad Media fuera homogéneamente refractaria al espíritu científico. A partir del siglo XII, en el contexto de la revolución urbana, de la revalorización del trabajo (despreciado cuando era relacionado con el pecado), de los intercambios comerciales con Bagdad de donde provenían textos hasta entonces desconocidos en Occidente, textos de Platón, Aristóteles, Euclides, Hipócrates, Arquímedes y otros grandes científicos griegos, se comienza a desarrollar un vivo interés por las ciencias.

Hacia el siglo XIII la profesión médica se ve nuevamente renovada por el médico Theofrast  Bombast von Hohenheim (1493-1541), que se da el nombre de Paracelso, “superior a Celso”, el gran médico romano. Iniciado en las “artes ocultas” -astrología, alquimia, cábala- quema públicamente los libros de Galeno y Avicena, el intérprete árabe de Aristóteles, filósofo éste que, como muchos de sus discípulos, legara importantes estudios biológicos. Partiendo de la idea renacentista de la simpatía entre macrocosmos y microcosmos, inicia la iatroquímica, la curación por medio de sustancias químicas, mercurio, sal, azufre, cuya carencia cree que produce la enfermedad. Aunque su visión “mágica” de la naturaleza lo coloca al margen de las nacientes tendencias científicas, proclama la supremacía de la experiencia directa con respecto a cualquier autoridad y sus investigaciones constituyen un estímulo a la observación y al experimento, si bien los iatroquímicos son considerados curanderos empíricos desprovistos de erudición y combatidos por los médicos galénicos.

La “revolución científica”, período de renovación de las ciencias de la naturaleza ocurrido entre los siglos XVI y XVIII, se inicia con la publicación Sobre la revolución de los orbes celestes, de Copérnico, y de Sobre la construcción del cuerpo humano, de Vesalio, ambas obras de 1543, y culmina con los Principios matemáticos de filosofía natural, de Newton, en 1687. Durante este período y, por obra sobre todo de Galileo, Kepler, Descartes y Newton, tiene lugar la aparición y constitución de la denominada “ciencia moderna”, que se caracteriza sustancialmente por el interés centrado en el conocimiento de la naturaleza, el recurso a las matemáticas como medio de conocimiento, el uso del método científico, el establecimiento del paradigma mecanicista y heliocéntrico que se constituye operando una “ruptura epistemológica” e ideológica con el paradigma finalista y geocéntrico (el cosmos, cuyas esferas celestes giran en torno a la Tierra inmóvil, no se mueve por causas mecánicas, sino atraído por causas finales: la aspiración y el amor a perfección divina).

La teoría de la circulación de Harvey opera con Galeno una ruptura semejante a la que Galileo opera en la física, siendo igualmente resistida y desatando arduas polémicas con los galénicos. Galeno afirmaba la existencia de poros invisibles en el septum tabique interventricular por los que una parte de la sangre del corazón pasaba del ventrículo derecho al izquierdo. Harvey demuestra, por la estructura del corazón, que la sangre es transportada continuamente a la aorta a través de los pulmones, a la manera de dos válvulas de una bomba para elevar agua.

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