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Metrópolis Y La Vida Mental.


Enviado por   •  23 de Abril de 2015  •  809 Palabras (4 Páginas)  •  245 Visitas

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"Síntesis Metrópolis y la Vida Mental

Georg Simmel comienza su trabajo afirmando que la persona, ante la amenaza que la naturaleza y las fuerzas sociales generan contra su individualidad, establece una demanda con el objetivo de conservar su autonomía y su propiedad de ser incomparable con los demás. Ésta demanda es una lucha concreta contra la naturaleza que el hombre decide desarrollar para poder subsistir tanto corporal como psíquicamente, haciendo así que su preocupación básica sea, como ya fue mencionado, proteger su individualidad. Simmel menciona luego que para entender la vida moderna, para llegar a describir su esencia, es absolutamente necesario entender primero a la metrópolis, y abocará todo su trabajo a resolver la pregunta: ¿cómo se acomoda y ajusta la personalidad a las exigencias de la vida social?

La metrópolis tiene un tipo de individualidad sujeta al rápido e in-interrumpido intercambio de impresiones externas e internas. La sicología presente en el hombre de la metrópolis se basa en el intelecto y es bastante distinta de la sicología que se encuentra en la vida rural, ya que allí ésta se apoya en las relaciones emocionales. El intelecto es un arma, un órgano protector que el metropolitano desarrolla para protegerse de las fuerzas anteriormente mencionadas, con el objetivo de conservar su subjetividad. El intelecto, al igual que el dinero, tiene la propiedad de reducir la individualidad a un valor o a un número. De esta manera se llega a la diferencia entre las relaciones emocionales y aquellas que usan a la razón como elemento fundamental; las primeras se basan en la individualidad: si dos personas se conocen y experimentan emociones al relacionarse, el que cada una sea distinta e incomparable con la otra, es un factor indispensable para que estas emociones se generen. Por otro lado, las relaciones racionales transforman a los individuos en números, en potenciales logros medibles. Así mismo, la metrópolis y la mente moderna, llevan a cabo “la transportación del mundo a un problema aritmético” (Simmel, 3). Esta transportación es simplificación de los valores lograda por el dinero y la mente moderna, y al mismo tiempo son factores que inciden en la generación de lo que se llama actitud blasée, que es una “disposición o actitud emocional que denota una indiferencia basada en el hastío.” ( 4). Para la persona blasée, no hay grandes diferencias en cuanto al valor de distintos objetos o situaciones; todo se le presenta “en un tono gris e indiferenciado” ( 4), y esta es una actitud propia de las grandes ciudades, ya que en ellas es donde se producen los más importantes intercambios monetarios: en la ciudad hay tantas cosas, tantas estimulaciones al sistema nervioso, que tanta excitación termina, entre comillas, saturando al hombre y haciéndolo caer en la actitud blasée. Esta actitud funciona muy bien como un mecanismo de defensa

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