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NIÑO QUE NO COME


Enviado por   •  20 de Mayo de 2015  •  3.700 Palabras (15 Páginas)  •  127 Visitas

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1. INTRODUCCIÓN

Al evaluar un niño que no quiere comer, en ausencia de enfermedad orgánica evidente, es necesario aclarar si el niño no come cantidades adecuadas en relación a las recomendaciones para edad, sexo y actividad física, o no come "todo lo que la madre o persona al cuidado del niño quiere que coma", o si es un rechazo selectivo, si está asociado a retraso de crecimiento o a signos de desnutrición. En el caso del menor de 6 meses se debe pensar primero en patología orgánica por la corta edad.

Como segundo paso debe evaluarse las causas que llevaron a un trastorno de la conducta alimentaría, las que son complejas y pueden estar relacionadas con numerosos estímulos tanto internos como externos, siendo estos últimos generalmente los más relevantes.

Hay en primer lugar un factor cultural en juego: la madre es considerada exitosa en cuanto tiene un hijo que desarrolla al máximo sus potencialidades, incluyendo el crecimiento, mediado esto por una autoexigencia materna y del ambiente. Además, ante toda una historia de riesgos de desnutrición y enfermedad, el ambiente social y familiar exige que el niño esté lo más "gordo posible". De modo que la necesidad de la madre de responder a estas expectativas producen un estado de ansiedad que puede determinar una relación madre hijo inadecuada.

Los desórdenes en el comer son además un lenguaje alternativo del niño, de expresar lo que siente. Cuando los niños son pequeños, los padres ayudan a aprender cómo expresar sus emociones, pero con mucha frecuencia esto no ocurre, y más aún, hay padres que expresan sus propias emociones por medio de la alimentación, usándolas para premiar o castigar a sus hijos, los cuales a su vez aprenden esta conducta y la usan para manejar a sus padres.

Entre los problemas orgánicos que pueden llevar a un trastorno de la conducta alimentaria hay muchos que presentan una evidente relación causa efecto, como daño neurológico, labio leporino, malformaciones congénitas cardíacas acompañadas de insuficiencia cardíaca, etc.; sin embargo, hay otras en que esta relación no está tan clara, como el reflujo gastroesofágico, donde la esofagitis secundaria puede llevar a rechazo alimentario con manifestaciones de dolor; con todo, la mayoría de los reflujos no presentan esofagitis marcada y no todos los casos de reflujo con esofagitis se acompañan de rechazo alimentario. Pero si al trastorno alimentario se suman otros síntomas o signos sugerentes de patología, esta se debe descartar.

Por otro lado tenemos cambios fisiopatológicos relacionados con la respuesta de estrés frente a enfermedades que estimulan la producción de citoquinas y respuesta neuroendocrina, siendo la anorexia uno de los efectos clásicos, por lo que es esperaba que el niño no coma durante la enfermedad.

El rol de la madre en el desarrollo de una conducta alimentarla adecuada es muy importante, el cual puede ser compartido por otras personas como abuelos, hermanos, servicio doméstico y personal de jardines infantiles. Por lo tanto, al evaluar posibles alteraciones de la relación madre hijo, esta debe efectuarse en toda esta dimensión. Los trastornos alimentarios pueden ser secundarios a un manejo inadecuado por parte de ella, a veces desde la época de lactancia, pero más frecuentemente se da durante las etapas psicológicas del niño de separación o individualización, desde los 6 meses a los 3 años de edad. En esta etapa el niño debe ir adquiriendo una progresiva independencia en su alimentación, proceso que a veces la madre no está muy dispuesta a aceptar, generando con ello tensiones con el niño y rechazo alimentario. En la evaluación del rol materno es necesario indagar si hay trastornos serios de la personalidad (depresiones, personalidades caóticas) o familiares (violencia intrafamiliar, dificultades conyugales).

Si se concluye que se trata de un trastorno de la conducta alimentaria sin causa orgánica y sin compromiso nutricional severo, se sugieren como primeras medidas tranquilizar y educar a la madre y entorno familiar, aclarando que el niño no está desnutrido y el manejo debe ser enfocado fundamentalmente a reeducar hábitos de alimentación que se han alterado, para lo cual se debe, de acuerdo con la edad del paciente, ordenar horarios de alimentación y evitar colaciones, separar comidas entre 4 a 6 horas, de manera que permitan que el niño sienta deseos de comer antes de la próxima comida. Se debe igualmente separar el juego de la comida, ya que si para que el niño coma se "hace una fiesta" y esta es mejor mientras peor come el niño, se reforzará positivamente el no comer. La alimentación se debe ofrecer en un ambiente relajado, sin otros estímulos, permitiendo que el niño coma la cantidad deseada. El control antropométrico y de refuerzo de indicaciones debe ser periódico.

2. DEFINICIÓN

“Niño que no come”, suele ser uno de los motivos más frecuentes de consulta pediátrica (20-30%), a veces esta condición se presenta como única razón y en otras ocasiones suele manifestarse asociada a otros síntomas.

Esta condición se caracteriza porque hay una disminución o limitación del instinto que impulsa al niño(a) a alimentarse. Muchas veces, se presenta de manera falsa, ya que el niño no come toda la cantidad de alimento que madre desearía. También puede ser verdadera, la cual puede darse tanto por causas orgánicas o por causas psíquicas. Puede ser aguda y transitoria, la cual se asocia mayormente a un trastorno orgánico, ó bien crónica. Además, puede ser considerada global, es decir el niño no acepta ningún tipo de comida y está orientada más a la organicidad. Mientras, que el en el modo parcial, el niño rechaza cierto tipo de comida, ya que por un trastorno reactivo o comúnmente por errores pedagógicos.

Al evaluar a un(a) niño(a) que no quiere comer, en ausencia de enfermedad orgánica evidente, es necesario aclarar si el niño no come cantidades adecuadas en relación a las recomendaciones para edad, sexo y actividad física, o como “todo lo que la madre o persona al cuidado del niño(a) quiere que coma”, ó si bien es un rechazo selectivo y si está asociado a retraso de crecimiento o a signos de desnutrición. Como segundo paso debe evaluarse las causas que llevaron a un trastorno de la conducta alimentaria, las que son complejas y pueden estar relacionadas con numerosos estímulos tanto internos como externos, siendo estos últimos generalmente los más relevantes.

Cuando un(a) niño(a) deja de comer, puede estar reflejando algunas dificultades de adaptación en su vida cotidiana. Un niño(a) pequeño(a) no sabe convencernos con sus palabras cuando quiere conseguir algo importante, como lo es para él, nuestra atención. Siendo un

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