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Resumen libro cazadores de microobios


Enviado por   •  20 de Octubre de 2015  •  Resúmenes  •  5.962 Palabras (24 Páginas)  •  387 Visitas

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CAPÍTULO I.

ANTÓN VAN LEEUWENHOEK....El primer cazador de microbios.


Hace 250 años un holandés llamado Antón Van Leeuwenhoek fue el primero en asomarse a un mundo poblado de especies de seres pequeñísimos y desconocidos; época en la cual Europa se sacudía de las supersticiones obscuras. Antón Van Leeuwenhoek nació en Delf, Holanda. A la edad de 21 años fue nombrado conserje de la casa Consistorial de Delft, se le despertó una extraña afición a tallar lentes; había oído decir que fabricando lentes de un trozo de cristal transparente se podían ver las cosas de mucho mayor tamaño. Visitó tiendas de óptica y aprendió las rudimentarias técnicas para tallar lentes; frecuentó el taller de alquimistas y boticarios, curioseó sus métodos secretos para obtener metales de los minerales, y se inició en el arte de los orfebres. Montó lentes en cuadriláteros de oro, plata o cobre, que el mismo había extraído de los minerales. Leeuwenhoek examinó con sus lentes diversos objetos, tales como fibras musculares de ballena y las escamas de su propia piel, lana de oveja, pelos de castor de y liebre; así como también disecó la cabeza de una mosca. Pasados los años Leeuwenhoek provocaba la burla de los habitantes de Delft; sin embargo, había en Delf un hombre que no se burlaba de Leeuwenhoek, llamado Regnier de Graaf, a quien una sociedad de intelectuales de la época, llamada “La Real Sociedad”; había llamado miembro correspondiente por haberle dado cuenta de sus estudios sobre el ovario humano. Graaf se maravilló de las lentes de Leeuwenhoek. 
El descubrimiento más grande llevado a cabo por Leeuwenhoek se dio cuando manipulaba un tubo de cristal e intentaba darle la forma de un cabello; lo calentaba en rojo y los estiraba, lo rompe en pedacitos, sale al jardín y se inclina sobre una vasija de barro con una cantidad de lluvia caída; vuelve al laboratorio, enfila el tubito de cristal en la aguja del microscopio... 
Leeuwenhoek quedó maravillado de lo que se mostró frente a él, bichos pequeños, pequeñísimos, mil veces más pequeños que los bichos que vemos a simple vista. 
Volvió a observarlos y distinguió distintos tipos de especies, una más grande y ágil que la otra. 
Leeuwenhoek creía en Dios con un inmenso fervor, lo parecía absurdo que esos animalillos cayeran de la lluvia del cielo. Leeuwenhoek realizó otra observación, esta vez lavó cuidadosamente el vaso, lo enjuagó y lo puso debajo del tubo de la bajada del canalón del tejado, estaba lloviendo, tomó una gotita en uno de sus tubos capilares y entonces corrió al microscopio y observó estos microorganismos. Leeuwenhoek murió en el año de 1723, no sin antes haber establecido las bases de la bacteriología moderna y convertirse en el primer “cazador de microbios”. 


CAPÍTULO II. 

LÁZARO SPALLANZANI... Los microbios nacen de microbios.

Seis años después de la muerte de Leeuwenhoek, no hubo nadie que se ocupara en serio de los estudios que aquel holandés dejo, en 1729 nació en Scandiano, Italia; un hombre que dejaría huella en el mundo de la microbiología: Lázaro Spallanzani... A los 25 años escribió un ensayo intentado explicar la mecánica de las piedras que caen al agua. Se ordenó de sacerdote. Antes de cumplir los 30 años fue nombrado profesor de la Universidad de Regio y en sus lecciones explicaba sobre los animalillos descubiertos por Leeuwenhoek años atrás. En esa época se acostumbraba creer en la generación espontánea y los mismos animalillos de Leeuwenhoek eran objeto de controversia, era desconocido hasta entonces el origen de esos seres y se creía que provenían de la generación espontánea. Spallanzani negaba la posibilidad de que existiera la generación espontánea, y leyó un libro que demostraba experimentalmente como la generación espontánea era un hecho ciertamente falso: 
Spallanzani no sabía porque habían aparecido esos animalillos en el caldo calentado; porque Needham no calentó la botella todo el tiempo necesario y seguramente porque no lo tapó herméticamente. 
Spallanzani demostró que los pequeños animalillos podían sobrevivir sin aire. Durante los siguientes años de su carrera se dedicó a responder a una de los interrogantes que surgieron alrededor de estos bichillos como fue ¿de dónde surgen?; para esto su Bonnet refirió sus dudas a De Saussure que hacía constar que cuando se encuentran juntos dos de estos seres, se trata de un animal adulto que se esta dividiendo en dos nuevos animalillos. “En una plaquita de cristal bien limpia puso, con todo cuidado, una gota de infusión de semillas saturadas de animalillos, y con un tubo capilar depositó, al lado de la primera, pero sin que se tocasen otra gota de agua destilada, exenta por completo de los animalillos. Con una aguja finita y bien limpia tocó la gota de infusión de microbios y, arrastrándola por el cristal, trazo un canalillo hasta la gota de agua destilada. Rápidamente enfocó el canal gormado entre las dos gotas y al ver que los microbios, dando volteretas, empezaba a seguir la ruta trazada. Al comprobar que uno de los diminutos seres había entrado en la gota puro tomo un pincelito de pelo de caballo y, con un movimiento rápido cortó el canalillo, impidiendo así que otro animalillo penetrarse en la gota de agua para reunirse con otro. Entonces presenció que el animalillo en forma de bastón, empezó a adelgazar por la mitad del cuerpo terminando por quedar unidas las dos partes por un filamento delgado como un hilo de araña, luego las dos mitades empezaron a retorcerse y, dando un brusco tirón, se separaron. Había dos animalillos perfectamente configurados.” Spallanzani padecía una enfermedad en la vejiga y murió en el año de 1799, dejando un legado que sentó bases firmes para el trabajo de los demás “Cazadores de microbios”. 


CAPÍTULO III 

LUIS PASTEUR.... ¡Los microbios son un peligro! 


Pasteur nació en Arbois, Francia; en el año de 1822. Cuando tenía 25 años descubrió que existían 4 tipos de ácido tartárico y no sólo 2, y; que en la Naturaleza hay variedad de compuestos extraños exactamente iguales. Tiempo después, en Lila, un destilador de alcohol, Monsieur Bigo fue a visitarle para pedirle que le ayudase con unas dificultades de fermentación que este tenía. “Fue a la destilería y olfateo las cubas que no daban alcohol, tomó muestras de la sustancia grisácea y viscosa y las puso en frascos para transportarla al laboratorio, sin olvidar recoger cierta cantidad de cantidad de pulpa de remolacha de las cubas sanas en fermentación que producían cantidades normales de alcohol. Volvió al laboratorio y examinó la sustancia procedente de las cubas sanas; y vio que estaba llena de glóbulos diminutos de color amarillento, y en cuyo interior había enjambres de curiosos puntos en continua agitación. Al observar al microscopio se dio cuenta de que esas esferas estaban agrupadas unas en racimos y otros en cadenas, y después, miró como salían yemas de sus paredes. Tomó el frasco que contenía la sustancia procedente de la cuba enferma, lo olió, lo examinó y descubrió unas motitas grises pegadas a las paredes del frasco y otras cuantas flotando en la superficie del líquido. Separó esas motitas y la examinó al microscopio y observó grandes masas móviles y enredadas de cadenas de botecillos, agitados por una vibración incesante y extraña.” 
Pasteur creía que estos bastoncillos eran fermentos del ácido láctico. También se le ocurrió un medio para probar que los bastoncillos estaban vivos y transformaban el azúcar en ácido láctico: tenía que idear alguna especie de caldo transparente para observar la posible reproducción de ellos. Ideó un método para observarlo: “Tomó levadura seca, la hirvió en agua pura y la filtró para obtener un líquido transparente, al que añadió cierta cantidad de azúcar y un poco de carbonato de cal para impedir que el líquido tomara un carácter ácido. Con la punta de una aguja muy fina pescó después una motita gris en el líquido procedente de una fermentación defectuosa, y con todo cuidado la sembró en el nuevo caldo, colocó el frasco en una estufa de cultivo y se dispuso a esperar. Al día siguiente observó como muchas motitas grises y todas ellas desprendían burbujas. Cogió el frasco hacia la luz y vio elevarse del fondo ligeras espirales. Puso al microscopio y en el líquido había millones de bastoncillos.” Pasteur realizó raros experimentos con una duración de tres años: “Llenó hasta la mitad varios matraces, unos con leche y otros con orina, los calentó en agua hirviendo fundiendo al soplete los cuellos para dejarlos bien cerrados. Llegó el día fijado, los abrió para demostrar que la leche y la orina se hallaban en perfecto estado de conservación y que el aire contenido en los matraces conservaba casi todo su oxígeno; no habiendo microbios, no se echaba a perder la leche, Por otra parte dejo que otros gérmenes se multiplicaran en matraces con orina que no habían sido hervidos y cuando busco en ellos el oxigeno, o encontró nada: lo habían gastado los microbios en quemar destruir las sustancias que les habían servido de alimento.” 

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