SINDROME DE INMOVILIDAD
anakaren30417 de Noviembre de 2013
3.145 Palabras (13 Páginas)642 Visitas
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO
UAEM
FACULTAD DE ENFERMERÍA Y OBSTETRICIA
LICENCIATURA EN GERONTOLOGÍA
GERONTOKINESIATRÍA
“PROTOCOLO: SÍNDROME DE INMOVILIDAD”
ELABORADO POR:
DAMIÁN MENDIETA MARÍA GUADALUPE
GARDUÑO RONQUILLO ANA KAREN
PROFESOR:
Dra. LILIA MENDOZA IGLESIAS
MAYO DEL 2013.
SÍNDROME DE INMOVILIDAD
Uno de los grandes síndromes geriátricos; considerado como un problema médico independiente que requiere un acercamiento diagnostico, una valoración, y un tratamiento específicos.
DEFINICIÓN
Inmovilidad: Descenso de la capacidad para desempeñar actividades de la vida diaria por deterioro de las funciones motoras. Se caracteriza por reducción de la tolerancia a la capacidad física, debilidad muscular progresiva y en casos graves, pérdida de los automatismos y reflejos posturales necesarios para la deambulación.
Síndrome de inmovilidad: Vía común de presentación de enfermedad, generada por una serie de cambios fisiopatológicos en múltiples sistemas condicionados por la inmovilidad y el desuso acompañante. Es un cuadro clínico generalmente multifactorial, potencialmente reversible y prevenible.
Tipos:
Inmovilidad relativa: El adulto mayor lleva una vida sedentaria pero es capaz de movilizarse con menor o mayor independencia.
Inmovilidad absoluta: implica el confinamiento a una silla o cama crónica, estando muy limitada la variabilidad postural.
ETIOLOGÍA
Los orígenes de la inmovilidad en personas mayores pueden ser debido a:
Dolor y rigidez en las articulaciones.
Disminución del equilibrio y miedo a caídas.
Alteraciones en la vista o el oído.
Falta de estímulo social (aislamiento).
Síntomas depresivos son causas que sirven para iniciar y perpetuar la falta de movimiento.
Barreras arquitectónicas (escaleras dentro y fuera del domicilio).
Iatrogenia, como el efecto de sedantes e hipnóticos.
FISIOPATOLOGÍA
El síndrome de inmovilidad tiene graves consecuencias en el estado general y la funcionalidad de las personas mayores.
En el sistema cardiovascular:
Hipotensión ortostática, disminución de la tolerancia al ejercicio, reducción del volumen circulante y de la reserva funcional cardiaca, disminución redundante de la capacidad al ejercicio, disnea o ahogo, trombosis venosa profunda y tromboembolismos, especialmente el pulmonar.
En el sistema respiratorio:
Disminución de la capacidad vital respiratoria (que reduce aún más la tolerancia al ejercicio), aumento de producción de moco y disminución movilidad ciliar, que junto al menor reflejo tusígeno se facilitan el establecimiento de tapones de moco que pueden cerrar bronquios, neumonías por aspiración.
En el sistema musculoesquelético:
Debilidad muscular, atrofia por desuso, contracturas, rigidez y deformidad articular, retracciones tendinosas, posturas viciosas, osteoporosis por inmovilización que aumenta el riesgo de fracturas.
En el sistema nervioso y psicológico:
Deprivación sensorial por falta de estímulo (aislamiento fuera y dentro del domicilio), mayor deterioro cognitivo, cuadros de síndrome confusional, alteración del equilibrio y de la coordinación con miedo a caídas, trastornos de la atención y falta de motivación, depresión.
En el sistema digestivo:
Pérdida de apetito, trastornos de la deglución y enlentecimiento digestivo, tendencia al reflujo gastroesofágico, estreñimiento e impactación fecal.
En el sistema genitourinario:
Retención urinaria, incontinencia, cálculos, infecciones urinarias.
En el metabolismo y hormonas:
Perdida de minerales y oligoelementos (sodio, calcio, fosforo, potasio, magnesio), mayor resistencia a la insulina con tendencia a la hiperglucemia, deficiencias inmunológicas y alteración de su respuesta.
En la piel:
Áreas cutáneas dolorosas y eritematosas, maceración y atrofia, úlceras por presión. Constituyen la principal complicación de la inmovilidad.
En el área social:
Aislamiento de la sociedad, incapacitación para el propio cuidado, agotamiento del cuidador, que conlleva a la institucionalización.
CLASIFICACIÓN
Fase I:
Instauración rápida.
Desacondicionamiento de los mecanismos de control postural.
Dificultad motora en el control de la posición con respecto al centro de gravedad.
Conservada la motilidad voluntaria segmentaría.
Examen neurológico intacto.
Fase II:
Pérdida de coordinación y de iniciativa motora.
Motilidad global ausente.
Disminuida capacidad de relacionarse con el medio.
Puede haber incontinencia urinaria.
Fase III:
Flexión global (posición fetal).
Pérdida total de los mecanismos motores y neuropsíquicos.
Pérdida del desplazamiento global. Pérdida del tono muscular.
Enlentecimiento psíquico.
Incontinencia doble.
Ulceras por presión.
DIAGNOSTICO
Diagnóstico del síndrome de inmovilidad
Cuatro o más de los criterios siguientes:
>80 años (75)
Trastornos del equilibrio y de la marcha
Deambulación y marcha reducidas
Depresión
Utilización de sedantes
Disminución de la fuerza muscular: hombros y rodillas
Trastornos funcionales de los miembros inferiores
Pérdida de la visión de cerca
TRATAMIENTO
Es importante iniciar con la mayor rapidez posible los cuidados específicos de prevención de las complicaciones orgánicas, psicológicas y sociales, y la adaptación del entorno del anciano para minimizar las consecuencias de la inmovilidad.
El programa de cuidados generales será básicamente el mismo, pero el tratamiento rehabilitador de la movilidad ha de ser individualizado, teniendo en cuenta el tiempo de evolución del desacondicionamiento, la reserva funcional del individuo y el soporte del entorno.
CUIDADOS DEL ANCIANO INMÓVIL
PREVENCIÓN DE LOS PROBLEMAS CUTÁNEOS: La aparición de úlceras por presión es una de las complicaciones más graves en el paciente inmovilizado. Las actividades preventivas a realizar son:
Cambios posturales. Deben seguir una rotación determinada, respetando siempre la misma postura y la alineación corporal. Realizar los cambios cuidadosamente, sin arrastrar al paciente, evitando las fuerzas de cizallamiento y fricción. Repartir el peso del cuerpo por igual a fin de evitar dolores musculares por contracturas de compensación. Se pueden usar soportes almohadillados. En pacientes acostados deben hacerse cada 1-2 horas, para minimizar los efectos de la presión continuada sobre las prominencias óseas. En pacientes sentados es ideal realizarlos cada 10 minutos, levantando al mismo durante 10 minutos, para evitar la aparición de úlceras por presión a nivel sacro. Para mantener en el domicilio este ritmo de cambios posturales es muy útil el uso de colchones y cojines que ayudan a alargar el periodo entre cambios, que no debe ser nunca mayor de 4h en encamados ni de 1h en sedentes.
Higiene. Con agua, jabón neutro y esponja suave, seguida de una buena limpieza y secado perfecto (especialmente los pliegues), sin frotar. La cama y/o silla estarán limpias, secas y sin ningún objeto extraño. Las sábanas deben ser suaves y no formar arrugas. La habitación debe estar bien ventilada y a temperatura adecuada.
Masaje. Activa la circulación, favorece la relajación muscular, estimula la sensibilidad y facilita la relación. También ayuda a mantener el esquema corporal. Debe realizarse suavemente, moviendo con delicadeza la piel y el tejido celular subcutáneo mediante movimientos circulares amplios (amasado) o pellizcando y soltando nuevamente con los dedos el plano muscular. Es ideal utilizar una crema hidratante y en áreas de especial riesgo de presión (sacro, caderas, codos, escápulas y cualquiera otra que soporte presión). La aplicación de aceites ricos en ácidos grasos hiperoxigenados mejora la prevención de las úlceras en dichas zonas.
Almohadillado: En las zonas de mayor presión como codo, rodilla, sacro, trocánteres, escápulas, etc.
Hidratación general y alimentación: Se deben evitar déficits proteicos. Recomendar una ingesta de 1-1,5 litros de agua al día. Es conveniente un aporte de vitamina C (1 gr. al día en úlceras ya establecidas) y de cinc (15 mg/día) en la dieta.
PREVENCIÓN DE COMPLICACIONES
Músculo-esqueléticas: Se debe prestar atención a la postura y a la alineación corporal, así como a la realización de movimientos precoces mediante ejercicios activos o pasivos, según la situación del paciente.
Cardiovasculares: Se debe controlar la presión arterial y la frecuencia cardíaca en busca de alteraciones del ritmo, así como evitar embolismos pulmonares y flebitis.
Respiratorias. El estancamiento de mucosidades es un problema a prevenir. Para ello se recomienda:
En
...