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TRADUCCIÓN PRIMER CAPÍTULO DEL LIBRO "BRAIN OF THE FIRM" (STAFFORD BEER)


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2014  •  9.578 Palabras (39 Páginas)  •  1.055 Visitas

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CAPITULO I

PENSEMOSLO NUEVAMENTE

Después de mucho tiempo parece que actualmente algo ocurre con la administración. En los trabajos de más alto rango e incluso en las salas de consejo se encontrarán directores más jóvenes, más enérgicos, más interesados y más orientados científicamente. Se están poniendo a prueba métodos de organización, un intento experimental que es fundamentalmente científico. Los días en que se decía "de este modo lo hacemos aquí", parece que se terminan y el esfuerzo de 70 años de tratar de que la administración sea más científica está comenzando a dar resultado.

Hablo de estos indicios de que algo está ocurriendo, con una voz forzada y con el aire de un marinero náufrago que divisa un barco. La razón es que realmente dejamos pasar mucho tiempo para intentar adaptarnos a las nuevas circunstancias, como lo hicieron los dinosaurios antes que nosotros. El cambio, el cambio tecnológico, se está dando a todo nuestro alrededor. Aún nos puede dejar del punto de vista administrativo, inadaptados y, a la larga, extinguirnos.

Estos dos párrafos, cuyo primer esbozo fue escrito hace diez años, inician la primera edición de este libro. Al hacer una revisión, pareciera que todo lo que se requiere es cambiar la palabra "setenta" por "ochenta". Pero eso no sería honesto. Me temo que el cambio en la administración que recalqué, ha fracasado. La frase "de este modo lo hacemos aquí", se ha convertido nuevamente en un lema fundamental en todas partes. Testimonio de 1978: un primer ministro británico, llamado "socialista", sobrevivió a las políticas conservadoras; y un presidente norteamericano, llamado "democrático", sobrevivió como un republicano falso. Las ideas audaces pronto son restringidas por el hecho que se ha observado de que pareciera que los que las proponen no pueden llegar ellos mismos a una conclusión propia y de este modo prevalecen las ideas antiguas. No es debido a que tengan éxito, no lo tienen, y el mundo se encuentra en una confusión peor como para probarlo. Por lo tanto, yo estaba errado al llamar la atención sólo al cambio tecnológico, con lo importante que esto es: también debí haber mencionado los cambios sociales y políticos. Pero no encuentro ningún motivo por el cual no deba continuar como lo hice antes -de hecho el argumento (hasta que lo interrumpa nuevamente) es muy impresionante. Aquí está.

Existe una dificultad para decir estas cosas de una sociedad cultivada. Otras naciones, más desesperadas o más atrevidas, menos conscientes que nosotros del proceso histórico en el cual se encuentra incorporado el hombre, han avanzado con ímpetu. No han tenido el tiempo para cansarse del mundo o para informarse bien de lo que ocurre en él. Por nuestra parte, hasta el momento parece que hemos estado diciendo que un fantástico cambio en el promedio del progreso tecnológico es "solamente" un asunto de nivel; nuestra cultura no admite sorpresas y pide ver el esquema de las cosas. No se permite a sí misma excitarse. De este modo, inventa un computador: "es solamente un método más rápido para realizar procesos aritméticos". No es nada de eso.

La queja que expongo específicamente ante nuestra cultura es tan sólo la siguiente. Se sospecha que cuando alguien inventó la ballesta, los guerreros hablaron durante sus comidas de que ellos sabían que esto significaba el fin de la guerra civilizada. Lo mismo ocurrió con el tanque, el gas envenenado, con la mina magnética. Pero por medio de la percepción retrospectiva nos damos cuenta de que estos inventos se ajustaron a un esquema de desarrollo y de que cada avance en la tecnología de ataque rápidamente dió origen a (por improbable que pareciera el cambio al principio) una tecnología de defensa equivalente. Y lo mismo ocurrió en la industria. Aún se habla de la Revolución Industrial; pero esto nuevamente con la percepción retrospectiva, hace que ya nadie crea que haya sido en realidad una verdadera revolución. Fue parte de la evolución. De este modo, en la actualidad, la gente aún no está culturalmente inclinada a reconocer cualquier cosa especial acerca de las maravillas tecnológicas de las cuales son testigos en estas décadas. Lo toman con calma, y no es mi propia opinión que se debieran señalar incidentes extraordinarios y plantear que "el mundo ha cambiado radicalmente". De hecho, el primer aterrizaje en la Luna equivalió a la ballesta en su época. Los filósofos de la ciencia también respaldarán el veredicto cultural; ellos declaran que el universo sigue su curso por consecuencias y que no existen "acontecimientos especiales". O, como acostumbraban a decir sus antecesores en la Edad Media: natura non facit saltus, la naturaleza no da saltos.

Contrario a toda la evidencia cultural, histórica y filosófica de que no existe en realidad un problema en la adaptación, debido a que el progreso en sí es evolucionario, aún existen los dinosaurios. Estos fueron alcanzados, no por bombas de Hidrógeno o cualquier otro acontecimiento especial, sino por la tasa de cambio. De modo que nosotros mismos, aunque no necesitamos ser engañados por la nueva existencia de un cohete espacial o un computador, debemos observar la tasa de cambio que representa este logro tecnológico. Debemos adaptarnos más bien a la proporción que a los cambios mismos.

Luego, si se va a hablar de cohetes espaciales, hay que considerar la capacidad del hombre para viajar a gran velocidad. Durante la mayor parte de los últimos dos mil años lo mejor que podía hacer era subirse en el lomo de un caballo y galopar. La primera alteración de este cuadro ocurrió hace bastante poco tiempo con la invención de la máquina a vapor. Rápidamente en forma sucesiva llegó la máquina de combustión interna, la turbina y luego, el cohete mismo. En la figura 1 se señalan las curvas que marcan la tasa de cambio consecuente en la velocidad para viajar y además también está marcada la denominada "curva envolvente". . .

Extrañamente, o quizás no tanto (para la ciencia constituyente una unidad al igual como lo es la naturaleza) se obtienen curvas muy similares cuando tratamos de medir el progreso en cualquier otra capacidad humana. Por ejemplo, en las comunicaciones, la velocidad de transmisión de un mensaje hasta hace muy poco estaba firmemente ligado a la velocidad de desplazamiento. Uno entregaba un mensaje a otra persona que andaba a caballo o, (posteriormente) enviaba la carta por correo aéreo. El descubrimiento que aumentó la velocidad de la transmisión de la transmisión de mensajes a algo casi infinitamente rápido, fue la radio, que presenta una línea casi vertical en el cuadro. A pesar de

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