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Libro la Multitud Primer Capitulo


Enviado por   •  3 de Marzo de 2017  •  Tareas  •  1.121 Palabras (5 Páginas)  •  127 Visitas

Página 1 de 5

Título del texto

La Multitud

Autor

José Acosta

Título del capitulo

¿Estás ahí, Fred?

Numero de paginas

13 paginas

Personajes principales

Santana y Odoroto

Personajes secundarios

Lisa, el oso polar, la mujer que Llora, el loco de la estación, Fred, el viejo alemán

Ambiente en el que se desarrolla

Al parecer se desarrolla en un ambiente post-apocalíptico

Resumen

Santana se encontraba durmiendo, hasta que la luz del exterior se filtró entre las cortinas y lo despertó. Se puso de pie y se posiciono cerca del brasero para calentarse. Encendió algunas velas y abrió las ventanas. Al abrir las ventanas se percató de la presencia de un oso polar frente a su casa. En un intento fallido de comunicarse con el oso, fue a su habitación en busca de su escopeta, tomo la escopeta, fue directo a la ventana y apunto a la cabeza del oso. Al disparar, su hombro sufrió una lesión, su perro Odoroto se asustó y el oso salió corriendo. Sentía una gran emoción, no solo porque ahuyento al oso, sino también por el peligro que sería tal oso más adelante.

Santana intento conciliar el sueño, pero al intentarlo volvieron a su cabeza recuerdos de su mujer, Lisa, y otros recuerdos de su viejo yo. Santana, temeroso de recordar su pasado, se puso de pie, se preparó y junto a Odoroto partió hacia la iglesia, su refugio y lugar de trabajo.

El clima era frio, estaba nevando. En el camino se encontró varias filas de autos detenidos, edificaciones destruidas, solo quedaban escombros y cenizas de lo que era un lugar muy transitado. Entro a una antigua farmacia en busca de provisiones y al salir miro el cielo plomizo que cubría toda la ciudad. Odoroto encontró el cadáver de un ciervo, lo cual le hizo recordar a Santana el oso polar.

Luego se dirigieron a un estante de periódicos, situado a pocos metros de la estación del tren 4. Vio varios alimentos que el moho había consumido, pero su atención fue capturada por una trampa de insectos.

Siguió caminando entre las filas de periódicos con ilustraciones chorreadas de tinta y titulares que le hacían recordar a Santana aquel fatídico día. Encima de los periódicos se encontraba la trampa de insectos. Santana le dedico un poco tiempo a aquella trampa, pensando como esos insectos caían en ella debido a su falta de astucia, incapaces de organizarse en la sociedad.

Siguieron su camino hacia la iglesia. Mirando los viejos rieles a Santana le llego de golpe una imagen de los momentos que jamás olvidara de su pasado; era la imagen de un hombre perturbado que siempre estaba en la estación Harlem de la 125 Street.

Santana, que se valía del transporte público para visitar a los clientes de la distribuidora de enciclopedias, cuando no tenía prisa le dedicaba un tiempo a este loco de la estación. El hombre, extremadamente delgado, de ojos grandes, envuelto en trapos que despedían un olor a agua estancada, siempre repitió un monologo, como si estuviera hablando con un ser invisible.

Santana en toda su vida se había encontrado con varios personajes igual a este. Se topó con un viejo alemán, que se dedicaba a cantar en los vagones; con un negro que regodeaba en bajo unos cartones sostenidos entre dos buzones, y con una anciana a la cual le llamaban “la Mujer que Llora”. Pero de todos estos personajes quien más le inquietaba era el hombre perturbado de la estación. Tantas fueron las veces que Santana lo escucho, que hasta lo memorizo y logro terminarlo.

El dialogo empezaba con la pregunta: ¿Estás ahí, Fred?, pasaban algunos segundos y luego el pobre hombre volvía a preguntar, y así se desarrollaba el dialogo hasta que llegaba a un punto donde no encontraba que otra cosa preguntar, así que volvía a repetir el dialogo una y otra vez. Era admirable, recordaba Santana. Ya estaba cerca de la iglesia, cruzo la calle usando una mano de visera para cubrirse la cara debido a las fuertes ventiscas. Cuando Santana se encontraba frente a la iglesia, Odoroto empezó a subir las escaleras, mientras Santana recordaba aquel día en el que asumió en papel Fred.

El loco de Harlem empezó su monologo: ¿Estás ahí, Fred? Santana, sin pensarlo dos veces, respondió como si fuera Fred. El hombre ni se inmuto y siguió con su monologo, pero Santana siguió respondiendo sus preguntas hasta que de repente el loco pregunto: ¿Cuando regresamos a casa?, e inmediatamente Santana responde: ¡Ahora mismo!, ven y toma mi mano. Al loco tomar su mano, se rompió el ciclo de su monologo, y Santana lo ayudo a subir las escaleras para salir al exterior. Al salir, el hombre cerro fuertemente los ojos debido al contraste de luz. Al abrirlos se quedó petrificado, Santana al ver su mirada, lo abrazo fuertemente.

Al llegar a la iglesia, abrió fuertemente la puerta y él y Odoroto entraron. Cuando entraron, Santana se dejó caer violentamente en uno de los bancos, y comenzó a reflexionar sobre aquel hombre, que cayó en la demencia. La demencia no significa otra que cosa que apartamiento del otro yo, ¿pero cuando empieza la demencia? Porque siempre todo tiene un punto de partida, un instante donde se entra en la trampa.

Santana pensó que aquel hombre siempre se buscó a sí mismo, su alterego, y al llegar a un callejón sin salida, se rendía y empezaba de nuevo una y otra, y otra vez.

Santana se puso de pie y camino hacia la cocina, Odoroto fue directamente y empezó a comer de un recipiente que estaba escondido en la oscuridad.

Santana abrió la despensa, saco tres latas de sardinas y dos porciones de lechuga, abrió la estufa y coloco un sarten para calentar la comida.

Mientras comía, se percató de que afuera estaba lloviendo. Sonrió, está lloviendo, se dijo. Eso significa que la nieve desaparecerá y podre hacer las visitas que me propuse en la primavera. Y luego… Santana le temía a esa palabra, porque se sentía obligado a pensar en que haría después. Luego salió de la cocina y Odoroto lo siguió. Fue a darse un baño, y mientras lo hacía pensaba en como las enciclopedias definían la palabra “frio”.

Santana, mientras miraba los vitrales, se acordó del oso, y deseo que este llegara y empujara la puerta de caoba. Nada nos asegura que lo que veamos sea cierto, cada quien ve el mundo de una forma distinta. Santana se mantuvo pensativo sobre su pasado, y como los años y la vejes hacen que todos veamos el mundo de una forma distinta a la que pensábamos de pequeños.

Santana salió de la bañera, se vistió y se dirigió al palco, su oficina de trabajo. Se sentó y encendió el brasero. Frente a él estaba la enciclopedia abierta, esperando la llegada de la multitud.

Valoración personal

Me pareció bastante interesante este capítulo. La temática es muy parecida a un videojuego que jugué de pequeño.

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