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Consideraciones generales sobre el área de Educación Plástica y Visual


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2023  •  Monografías  •  3.063 Palabras (13 Páginas)  •  35 Visitas

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Consideraciones generales sobre el área de Educación Plástica y Visual.

Justificación y finalidad del Área en la ESO.

Los cambios cada vez más acelerados que experimenta el mundo en que vivimos, promovidos por el desarrollo tecnológico, inciden más o menos profundamente en nuestras vidas, tanto en un aspecto físico, como en otro intelectual o psicológico. El panorama comunicativo, que sufrió un gran cambio con la aparición de la imprenta, destinada en un principio a la transmisión del lenguaje verbal, se ha ido decantando paulatinamente hacia la transmisión de imágenes visuales. La inmediatez de la imagen, su captación intuitiva y fácil, ha propugnado el desarrollo espectacular que ha tenido dentro de los medios de comunicación. La fotografía primero, el cinematógrafo después, y sobre todo la televisión, que constituye el hito más importante en la historia comunicativa de la imagen, han preparado el panorama actual de los mundos virtuales y de las llamadas imágenes sintéticas, que constituye la más espectacular revolución de las formas de percibir y de atesorar experiencia que la especie humana ha sufrido en toda su historia.

Los medios de comunicación audiovisual se han extendido de forma prodigiosa. Son datos aparecidos en los periódicos de los setenta, en Estados Unidos, los que nos cuenta Jerry Mander, publicista y autor de varios libros sobre medios de comunicación, en uno de sus libros: “... en una generación, contada desde 1965, el 99% de los hogares del país había adquirido al menos un aparato de TV. En una noche promedio, más de   801000.000 de personas miraban su televisión. De ellos unos 301000.000 estaban mirando el mismo programa. [...] ... casi la mitad de la vigilia de un adulto, en el periodo de tiempo libre (8 h.), se gastaba en ver TV.”

Por primera vez después de centenares de miles de generaciones, una gran parte de los seres humanos comparte la misma experiencia, cotidianamente y durante un periodo nada despreciable. Si la gente extrae de sus experiencias la información que emplea para pensar, siendo las experiencias cada vez más iguales, es evidente que las conciencias y pensamientos serán cada vez más semejantes. La maravillosa diversidad existente entre los seres humanos tiene un claro enemigo.

Pero, como apuntábamos al principio, los cambios que son fruto del desarrollo tecnológico se producen a un ritmo mayor que el que puede asimilar el rumbo de nuestra sociedad. De ahí que más que controlar nuestro desarrollo futuro, parece como si fuera la tecnología la que decidiera las condiciones futuras de nuestras vidas. En este sentido, la educación y su capacidad de renovación juegan un papel importante. Tendríamos que aplicarnos el dicho de “más vale prevenir que curar”. Hoy hablamos de educación ambiental porque en aras de la comodidad estamos poniendo en peligro no ya la comodidad de las generaciones futuras, sino incluso, su derecho básico a disfrutar de los elementos más esenciales de la vida: sol(capa de ozono), aire (polución), agua (contaminación).

Desde la llegada de la TV, comienza un proceso de paulatina sustitución de la experiencia directa de la realidad por la pseudo-experiencia mediatizada de la televisión. Las imágenes que, a partir de entonces, invaden la mente de las personas, no están sacadas directamente de la realidad, sino que han sido seleccionadas previamente por alguien que desconocemos, cuyos móviles ignoramos, pero que ejerce una poderosa influencia sobre nuestra percepción: selecciona lo que vamos a ver en cada instante, el punto de vista, el ángulo desde el que lo vemos, el ritmo con el que va a cambiar nuestro punto de vista.

En definitiva: una serie de operaciones que antes realizaba cada persona, ahora son realizadas por uno, para todos. A cambio, el espectador permanece inactivo, inmerso en un bloqueo de toda actividad física; sus ojos –y sólo en el caso de que la pantalla sea lo suficientemente grande– son los únicos órganos del cuerpo, que necesita mover.

Y lo peor de todo: la gente se acostumbra a que otros hagan por ella, las operaciones mencionadas anteriormente. Con lo cual, imperceptiblemente, se va generando una nueva dependencia.

La importancia de la imagen en la cantidad de información que recibe nuestro cerebro, es enorme: un 94% de la información que recibimos nos llega por vía audiovisual, y un 80% específicamente, a través de la percepción visual. De ahí la importancia de cuidar educativamente que la relación del muchacho con los medios de comunicación audiovisual discurra entre unos márgenes que garanticen la bondad de su uso.

Actualmente se ha inflado excesivamente por un camino algo desviado, la importancia de la educación visual, a fuerza de repetir hasta la saciedad una serie de mensajes –con un fondo de razón, es cierto– que, como en el juego infantil del “telegrama”, en el que se va pasando de “boca a oído” un mensaje inicial, hasta comprobar, después de ser aquél transmitido por una cadena más o menos larga, la distorsión completa del significado original.

Donis A. Dondis proclamó en 1973 la necesidad creciente de una alfabetidad visual, debida al desarrollo actual y previsible de las facilidades para crear imágenes, de forma análoga al proceso desencadenado en la cultura verbal a partir de la invención de la imprenta, que nos ha sumido en lo que se ha venido en llamar la Galaxia Guttenberg.

Ciertamente, existe un parecido en los desarrollos de estos dos medios de comunicación, el verbal-escrito y el visual: ambos se basan en el desarrollo tecnológico. Pero la necesidad educativa que siempre presentó la alfabetidad verbal-escrita, es de orden completamente distinto que la alfabetidad visual.

Con frecuencia se oyen exageraciones (¡muchas veces pronunciadas en las aulas universitarias!) como la siguiente: “De la misma manera que aprendimos el alfabeto, las letras, las palabras, las oraciones, y gracias a este conocimiento somos capaces de comprender y elaborar mensajes verbales-escritos, para elaborar mensajes visuales y comprenderlos, necesitamos una intervención educativa equivalente.”

La falsedad de estas últimas palabras es evidente, pues mientras que siendo analfabetos no entendemos ni peñazo de un libro escrito cualquiera, cualquier persona capta perfectamente los mensajes que contienen las imágenes, aunque no haya oído hablar nunca de proporción, ritmo, etc. Para comprender la mayor parte de los mensajes visuales que nos rodean, con una corta experiencia nos basta, sin necesidad de intervenciones educativas. Y es que la naturaleza del mensaje visual es muy distinta de la del verbal-escrito. Lo que aprendemos con el alfabeto es un código que, si bien en un principio era casi intuitivo (todos los alfabetos fueron ideográficos en sus comienzos), en la actualidad es artificial y completamente apartado de las capacidades intuicionales de las personas. Por supuesto que en la actualidad existen códigos artificiales en algunos mensajes visuales, pero siempre se trata de códigos específicos, de ámbito restringido.

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