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Persistencia o resignación: mi experiencia en una carrera que no me apasionaba


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2023  •  Ensayos  •  2.856 Palabras (12 Páginas)  •  33 Visitas

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Persistencia o resignación: mi experiencia en una carrera que no me apasionaba

Erick Cruz Hernández

A lo largo de mi vida estudiantil, nunca tuve grandes obstáculos que me impidieran avanzar en mis estudios. Por eso, cuando llegó el momento de ingresar a la universidad, no pensé que fuera un desafío muy grande. Sin embargo, había una pregunta que me atormentaba: ¿Qué carrera debía elegir? Sabía que me gustaba lo relacionado a la tecnología, el derecho, la exploración espacial, la música y el cine, pero no tenía claro cuál era la opción más adecuada para mí. Mientras tanto, el tiempo pasaba y yo creía ya estar convencido de que estudiar la Licenciatura en Derecho en la BUAP Complejo Regional Sur era mi mejor opción, pero la convocatoria se demoraba cada vez más. No sabía si seguir aguardando a la convocatoria o buscar otra opción era lo mejor.

Durante este tiempo mi mejor amigo siempre me hablaba de su sueño de ser maestro de Telesecundaria y de estudiar en la Escuela Normal Superior de Tehuacán. Yo lo apoyaba y admiraba su vocación, pero no compartía su pasión por la docencia. Aunque me gustaba ayudar a mis primos con sus tareas de primaria y enseñarles sobre ciencia, no me imaginaba frente a un grupo de niños enseñándoles matemáticas o historia. Me parecía que eso requería de mucha paciencia y dedicación, y yo tenía otros intereses y planes para mi futuro.

Me quedaba poco tiempo para decidir mi futuro y sentía la presión de mis padres que me exigían resultados. Al mismo tiempo, me asaltaban dudas sobre mi vocación y mi capacidad.

¿Qué pasaría si fracasaba en mis estudios y me quedaba atrapado en este trabajo miserable que odiaba? ¿Qué pasaría si me acostumbraba al dinero que ganaba y perdía el interés por

aprender? ¿Qué pasaría si lo que creía que me apasionaba era solo una ilusión pasajera?

¿Qué pasaría si no era capaz de terminar una carrera?. Pero esto cambio de un momento a otro cuando mi amigo me dijo que ese día se iba a inscribir y yo sin temor alguno me aventure a hacer lo mismo, sin saber nada de lo que iba a estudiar o si era lo adecuado, fue un día algo ajetreado, durante aquel día estuvimos viajando de un municipio a otro, pero al final del día el obtuvo su ficha para la Licenciatura en Educación Telesecundaria y yo la obtuve para la Licenciatura en Educación Primaria, al volver a casa le conté a mis padres lo que había pasado aquel día,solo me preguntaron si estaba seguro de lo que hacía. Yo respondí que sí, sin dudar, pero la verdad era otra, el temor, la angustia y la nostalgia me invadían en ese momento.

La moneda de mi destino había sido lanzada y esperaba haber elegido el lado ganador, pero cada vez que pensaba en aquella decisión me daba cuenta de que aquella moneda comenzaba a vislumbrar el lado equivocado. Nadie esperaría que el virus SARS- CoV-2 desataría una pandemia que cambiaría todo lo que conocíamos. Muchas personas perdieron su trabajo, su salud o lamentablemente su vida por esta enfermedad. Mi papá fue uno de ellos, deteriorando cada vez más su salud. En algún momento llegué a escuchar las palabras “Todos somos esclavos de algo” y mi papá se había vuelto esclavo del alcohol y su trabajo, no me llevaba muy bien con él, pero de vez en cuando disfrutaba de su compañía. Por las tardes trabajaba con él en una maquiladora, pero él nunca se dio cuenta de que ese trabajo no me gustaba en absoluto. Ser el hijo del encargado general de la maquiladora no era ninguna ventaja, al contrario, todos pensaban que yo lo tenía fácil, pero él me exigía más que a nadie.

Cuando terminaba el trabajo, tenía que volver a casa a hacer mis deberes y tareas de la escuela, pero si quedaba algo pendiente en la maquiladora, tenía que quedarme a ayudarle y cuando faltaba al trabajo por los trabajos de la escuela llegaba a molestarse conmigo por no haber ido a ayudarle.

El tiempo pasaba y mi papá se sentía cada vez peor, pero seguía yendo a trabajar como si nada. En la maquiladora donde hacíamos pantalones para mujeres, ahora hacíamos mascarillas y batas para los médicos. Fue un gran cambio, pero para mi padre solo era otro desafío que enfrentar. El día del examen de ingreso llegó y aunque tuve la oportunidad de estudiar no lo hice, pero no estaba nervioso. Hice el examen y a pesar de las dudas lo contesté todo. Después de varias semanas, recibí los resultados que superaron mis expectativas: había obtenido el puesto 11. Por ese entonces, mis primos maternos habían montado un pequeño taller de costura y mi padre les encargaba algunos trabajos. Así que me involucré en su negocio y el primer día de clases lo dediqué al trabajo en su taller, ya que las clases eran virtuales y así sería hasta el 9 de noviembre de 2020 fue un día normal de clases, hasta que mi papá me pidió que le calentara agua para una compresa. Se la llevé rápido y seguí con mis estudios. Mi mamá llegó al mediodía del trabajo y le preguntó cómo se sentía. Él dijo que estaba muy mal y mi mamá llamó a una tía para que lo llevaran al médico. Pensé que solo era otro de sus dolores habituales, pero por la tarde todo empeoró. Yo estaba haciendo una tarea importante de inglés para el primer parcial y mi papá me llamó de nuevo. Se notaba que sufría, pero yo solo me molesté por la interrupción. Le calenté más agua y volví a mi tarea. Mi mamá me llamó para saber cómo lo veía y yo le dije que estaba bien, aunque un poco cansado. No le presté más atención a su situación. Por la noche, cuando mi mamá regresó del trabajo, vio que mi papá estaba muy grave y se asustó. Intentó contactar al doctor, pero no contestaba. No sabía qué hacer y yo seguía empeñado en

terminar el trabajo de inglés. Mi mamá pidió ayuda a mis tíos para ver qué hacer con mi papá. El ambiente se volvió más triste y había que decidir si llevarlo a un hospital público o privado. No contábamos con los recursos suficientes para llevarlo a un hospital privado y el tiempo se nos acababa. En sus últimos momentos de vida, mis tíos me cuestionaron por qué no estaba a su lado y yo les contesté con resentimiento que no quería verlo por todo el daño que me había hecho durante años. Tal vez esas fueron las últimas palabras que escuchó de mí. De repente, se escuchó un sollozo en la habitación y yo me acerqué a ver qué pasaba. Mi papá había dejado de respirar y yo intenté tomarle el pulso, pero ya no había nada que hacer. Le grité a mi hermana que se calmara, que llorar no servía de nada, y sali del cuarto, sin poder creer lo que había ocurrido. El doctor llegó poco después y confirmó el deceso de mi papá. Aún en shock, tuvimos que ocuparnos de los arreglos para el funeral.

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