Antologia Para Adolescentes
colapser22 de Febrero de 2014
10.426 Palabras (42 Páginas)363 Visitas
2013 Editorial osos, S.A. de C.V.
Av. Netzahualcóyotl, Col. Revolución num. 77
C.P. 56370 Edo. De Mex.
www.Editorialosos.com.mx
Primera Edición: Noviembre de 2013
PROLOGO
A lo largo de esta antología nosotros les presentaremos una recopilación de cuentos elaborados para adolescentes, en estos cuentos se desborda la imaginación y suspenso además los cuentos los elegimos cuidadosamente entre muchos por ser los más interesantes, ya que este tipo de literatura nos muestra como un cuento empieza de una forma y acaba como no lo imaginamos por que nos mantiene cautivados ya que el desenlace del cuento está lleno de suspenso.
Este tipo de literatura hace que despierte la creatividad que tenemos por qué nos hace pensar en crear nuestros propios libros, y pensar que todavía hay muchos temas interesantes que harían crecer la literatura México.
DEDICATORIA
Esta antología está dedicada nuestros padres, a nuestros hermanos, que orgullosos día a día reconocen nuestro esfuerzo para la realización de este trabajo, a nuestra maestra que es la fuente de sabiduría que nos ayuda a superarnos cada día y a ser mejores académicamente para podernos abrir camino, ante los obstáculos..
ANTOLOGIA DE CUENTOS PARA ADOLESCENTES
ÍNDICE
1. El Cuadro …………………………………………………………………….. 1
2. Fotos…………………………………………………………………………... 4
3. Las Sillas Blancas………………………………………………………… 9
4. El Militar……………………………………………………………………… 13
5. Pavo Real……………………………………………………………………. 19
6. The End …………………………………………………………………….. 21
7. El Gran Día ……………………………………………………………….… 22
8. Para Pablo y sus Alas ……………………………………………..….. 23
9. Ojitos Chinos ………………………………………………………..……. 24
10. Día de la Madre ……………………………………………………..… 26
El Cuadro
Marianne rasgó el papel que envolvía el cuadro. Todavía no entendía muy bien por qué lo había comprado. Nunca fue de las personas que se preocupaban por el arte.
Lo volvió a mirar. Otra vez tuvo la misma mezcla de atracción y rechazo que la hizo detenerse enfrente de la vidriera de la galería. Se sintió contenta y molesta a la vez. ¿Dónde lo pondría? ¿En la sala? ¿En el cuarto? No estaba segura de querer verlo todo el tiempo. Al final se decidió por el corredor. Sí. Era una buena elección. A pesar de la amplitud de las paredes y del espejo que cubría una de ellas, el corredor seguía siendo insulso. El cuadro le daría un poco de vida.
Al colgarlo se sintió feliz. Hasta tuvo ganas de celebrar. Se sirvió una copa de vino y se dirigió al living. Retomó el libro que estaba leyendo y casi inmediatamente olvidó el asunto.
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Pocos días después, al pasar por el corredor, un detalle del cuadro le llamó la atención. Se acercó para ver mejor. En medio del lago había una barca que no había visto anteriormente. Y en ella un joven. Se extrañó de no haber reparado antes en él. Sus rizos morenos y sus ojos picarescos no podían pasar desapercibidos.
- No hay duda - pensó Marianne, los años no pasan en vano, no hay otra explicación.
Tal vez para mimarse un poco y sentirse mejor pidió turno para la peluquería. Si, los años pasan, pero todavía podía sentirse atractiva y satisfecha de sí misma. Al llegar el sábado a excitación la hizo llegar antes de lo pactado.
- No importa, aprovecho para mirar revistas - pensó Marianne. Tomó una y comenzó a hojearla.
De repente su corazón pegó un vuelco. Allí, en una de las hojas de la revista, estaba el mismo joven que había descubierto en el cuadro. La misma sonrisa, los mismos rizos morenos, los mismos ojos que la miraban con picardía.
- ¿Cómo puede ser?, se preguntó Marianne mientras empezaba a leer el articulo. El joven en cuestión, hijo de una prominente familia de la región, había perdido la vida en un accidente.
Cerró la revista y se dispuso a olvidar el extraño incidente. No iba a arruinar su clima de festejo por una estúpida coincidencia. Por unos días sin embargo, al pasar por el corredor, lo hacía con mas prisa, evitando detenerse y casi sin mirar el cuadro.
♦
1
Los días siguieron sucediéndose unos a otros, y con el correr del tiempo Marianne dejó de pensar en la extraña resemblanza. Fue casi con orgullo que le mostró el cuadro a su amiga Manuela cuando vino a visitarla. Pero se sintió mal cuando Manuela le habló de la bonanza que emanaba el retrato de esas dos preciosas criaturas sentadas al borde del lago. Marianne hubiera podido jurar que nunca las había visto.
Dudó si contarle a su amiga lo que pensaba. Pensaría que estaba loca. Cuando Manuela se fue, Marianne se acercó al cuadro y miró detenidamente la pintura de las dos pequeñas. Sin ellas, el cuadro no tenia sentido. Sus áureas melenas y el colorido de sus vestidos eran parte indispensable de la obra.
- Debe ser cansancio - pensó Marianne, - estoy trabajando mucho, debo parar un poco.
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El fin de semana siguiente lo dedicó a descansar. El domingo lo pasó casi todo el día en la cama mirando televisión. Fue allí, en un noticiero, que vio algo que la sobresaltó sobremanera. La foto de dos hermanitas de cabellera dorada, irradiando una delicada serenidad, servía de marco para la triste noticia del accidente en que ambas perdieran la vida.
Marianne no tuvo la menor duda. Esa foto era el fiel reflejo de las pequeñas de su cuadro.
Seguramente era otra extraña coincidencia y nada más que eso pero Marianne decidió deshacerse del cuadro. Lo donaría o lo regalaría cuanto antes, probablemente mañana mismo, al llegar del trabajo.
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Esa noche le costó dormirse. Tuvo pesadillas y se despertó sobresaltada varias veces. Cuando sonó el despertador notó que estaba bañada en sudor frío. ¡Lo único que le faltaba, tener fiebre!
Afuera se había desatado una tormenta torrencial y desde el televisor el reportero recomendaba viajar con cuidado. El viento y la lluvia azotaban la ciudad despiadadamente. Marianne dudó en salir. ¿Y si le pasaba algo? Pero justamente hoy no podía faltar. Así que tomó un vaso de leche con miel y dos aspirinas, se abrigó bien y salió.
♦
A pesar del temporal, llegó a la oficina sin mayores inconvenientes. Como pudo, cumplió con sus obligaciones y por suerte el jefe se apiadó de su condición y le permitió irse más temprano a casa. Marianne agradeció de corazón el gesto y se alegró de poder volver a la cama antes de lo esperado.
2
El vendaval no había amainado y el tráfico en esas condiciones era un desastre. Se sentía muy vulnerable, como presagiando algo y rogaba por regresar a casa sin ninguna complicación.
Al llegar a su vivienda no pudo más que reírse de sí misma. ¡Qué tonta había sido! No le había pasado nada, estaba sana y salva. Y pensar que cuando vio ese coche que se le venía encima había pensado que era el fin.
Se empezó a sacar la ropa antes de llegar al cuarto. Al pasar por el corredor algo la detuvo.
¡El gran espejo no reflejaba su imagen! Entonces se dio cuenta.
Una gran calma la invadió mientras buscó su rostro en el cuadro.
***
3
Fotos
Al entrar al departamento Roberto apoyó el bolso en el suelo y se dejó caer pesadamente en una silla. Estaba exhausto. La sesión de fotografía de hoy había sido agotadora. La polaca había estado más en diva que de costumbre y hasta el calor de la ciudad – ya agobiante de por sí – se hizo sentir más que nunca.
Miró la correspondencia encima de la mesa con desgano. Hoy tampoco la abriría. Sólo pensaba en tomar una larga, refrescante ducha e ir a dormir. Dentro de apenas unas horas debería regresar a la playa donde su equipo estaba trabajando en una serie de fotos para esa famosa revista de modas.
Se pasó la mano por el pelo y mientras empezaba a desabrocharse la camisa empapada de sudor se dio cuenta de que la ventana de la casa de enfrente tenía luz.
- ¡No puede ser!- pensó. Esa casa había estado deshabitada desde que él tenía memoria. Sin dejar de desabotonarse se paró y se acercó hacia la ventana. Y sin embargo, sí, era la casa de enfrente. ¡Qué increíble! ¿Quién podría haber comprado esa casa en ruinas? Todos en el barrio protestaban por su aspecto desagradable, esa mezcla de moho y herrumbre, donde las malezas que crecían entre los ladrillos rotos cobijaban toda clase
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