Antología De Poesía
Enviado por • 1 de Julio de 2014 • 3.120 Palabras (13 Páginas) • 225 Visitas
Prologo:
Esta antología habla sobre distintos poemas que recopilamos, algunos son de amor, otros de melancolía, etc.
Con esta antología damos a conocer la variedad de poemas que existen en el mundo y los diferentes autores que lo componen, esperamos disfruten nuestro trabajo y sea de su agrado.
Amor verdadero
No, no aparta a dos almas amadoras
Adverso caso ni cruel porfía:
Nunca mengua el amor ni se desvía,
Y es uno y sin mudanza a todas horas.
Es fanal que borrascas bramadoras
Con inmóviles rayos desafía;
Estrella fija que los barcos guía;
Mides su altura, mas su esencia ignoras.
Amor no sigue la fugaz corriente
De la edad, que deshace los colores
De los floridos labios y mejillas.
Eres eterno, Amor: si esto desmiente
Mi vida, no he sentido tus ardores,
Ni supe comprender tus maravillas.
William Shakespeare…
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba...
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.
Y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
Sor Juana Inés de la Cruz…
Ojos claros
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.
Gutiérrez de Cetina…
Miré los muros de la patria mía
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo; vi que el sol bebía
los arroyos del velo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
Francisco de Quevedo…
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno obscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mí ingratitud el hielo frío
secó las llagas de mis plantas puras!
Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!
¡Y cuánta hermosura soberana:
"mañana le abriremos" respondía
para lo mismo responder mañana!
Lope de Vega…
SONETO XXVII
Amor, amor, un hábito vestí el cual de vuestro paño fue cortado; al vestir ancho fue, más apretado y estrecho cuando estuvo sobre mí. Después acá de lo que consentí, tal arrepentimiento me ha tomado, que pruebo alguna vez, de congojado, a romper esto en que yo me metí. Más ¿quién podrá de este hábito librarse, teniendo tan contraria su natura, que con él ha venido a conformarse? si alguna parte queda por ventura de mi razón, por mí no osa mostrarse; que en tal contradicción no está segura.
Garcilaso de la Vega…
LENTA HUMEDAD
Sombra feliz del cabello
que se arrastra cuando el sol va a ponerse,
como juncos abiertos- es ya tarde;
fría humedad lasciva, casi polvo
Una ceniza delicada,
la secreta entraña del junco,
esa delicada sierpe sin veneno
cuya mirada verde no lastima.
Adiós. El sol ondea
sus casi rojos, sus casi verdes rayos,
su tristeza como frente nimbada,
hunde. Frío, humedad, tierra a los labios.
Vicente Aleixandre…
LENTA HUMEDAD
Sombra feliz del cabello
que se arrastra cuando el sol va a ponerse,
como juncos abiertos- es ya tarde;
fría humedad lasciva, casi polvo
Una ceniza delicada,
la secreta entraña del junco,
esa delicada sierpe sin veneno
cuya mirada verde no lastima.
Adiós. El sol ondea
sus casi rojos, sus casi verdes rayos,
su tristeza como frente nimbada,
hunde. Frío, humedad, tierra a los labios.
Vicente Aleixandre…
LO QUE DEJÉ POR TI
Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte. Rafael Alberti
TANTO GENTILE
Tanto es gentil el porte de mi amada,
tanto digna de amor cuando saluda,
que toda lengua permanece muda
y a todos avasalla su mirada.
Rauda se aleja oyéndose ensalzada
-humildad que la viste y que la escuda-,
y es a la tierra cual celeste ayuda
en humano prodigio transformada.
Tanto embeleso el contemplarla inspira,
que al corazón embriaga de ternura:
lo siente y lo comprende quien la mira.
Y en sus labios, cual signo de ventura,
vagar parece un rizo de dulzura
que el alma va diciéndole: ¡Suspira!
Dante Alighieri…
ME GUSTA CUANDO CALLAS
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.
.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Neruda Pablo
LOS OJOS
No hay nada mas interesante que los ojos.
¿Ya miraste a los ojos de la otra persona?
De la persona amada y no amada.
Del amigo y del conocido. Del jefe y del compañero de trabajo.
De un niño y un anciano.
Los ojos emiten una energía que es la misma energía del alma, por eso son conocidos como las ventanas del alma
. Cuando miro en los ojos y dejo que los otros miren en mis ojos, estoy abriendo puertas hacia un mundo de comprensión y amor.
pablo neruda
ERES LO QUE QUIERO PARA MI
Una lagrima rodara por tu mejilla,
y será el momento de la despedida,
por qué un beso en tu mejilla,
dirá adiós vida mía.
Tú dices, que nada se interpondrá entre tú y yo,
pero tu miedo de seguir adelante es lo que nos separa hoy,
decides no enfrentarlo y simplemente huir,
y no decir que tu amor es para mí.
Pues bien digamos adiós y buena suerte,
porque la vida tiene que seguir,
aunque uno de los dos, termine por desistir,
que lo que mata es el hecho de no decir...
Eres lo que quiero para mí...
Pablo Colin
AMIGOS
Amigos... siempre seremos amigos
para contar alegrías y tristezas, una a una
y así tendremos como testigos
al sol, al viento, a la noche, o a la luna.
Viajaremos por mundos distantes
para buscar con todo el empeño
¡ Seremos como el caminante
que cabalga buscando su sueño!.
Amigos siempre sobre todas las cosas
como van unidos espinas y rosas
sin que importe nunca distancia ni tiempo
tú serás la lluvia... yo tal vez el viento.
Yo así seguiré como lo hacen pocos,
buscando en la vida mis sueños locos
y si algo pasara ¡Escucha lo que te digo
por todos los tiempos, yo seré tu amigo!
D. Torrente.
LA NIÑA ROSA
La niña rosa, sentada.
Sobre su falda,
como una flor,
abierto, un atlas.
¡Cómo la miraba yo
viajar, desde mi balcón!
Su dedo, blanco velero,
desde las islas Canarias
iba a morir al mar Negro.
¡Cómo la miraba yo
morir, desde mi balcón!.
La niña, rosa sentada.
Sobre su falda,
como una flor,
cerrado, un atlas.
Por el mar de la tarde
van las nubes llorando
rojas islas de sangre.
Rafael Alberti
LOS SUEÑOS SON EL SUTIL DON
Los sueños son el sutil don
que nos vuelve ricos por una hora
luego nos arrojan pobres.
Afuera de la púrpura puerta
En el precinto frío
Anterior antes poseído.
Lo que el salvaje que con torpe mano
hace de un tronco a su capricho un dios
y luego ante su obra se arrodilla,
eso hicimos tú y yo.
Dimos formas reales a un fantasma,
de la mente ridícula invención
y hecho el ídolo ya, sacrificamos
en su altar nuestro amor.
Gustavo Adolfo Bequer
PALOMA
Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo
que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío,
que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.
(Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.)
Rafael Alberti
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