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Argumento de Diles que no me maten de Juan Rulfo


Enviado por   •  14 de Marzo de 2018  •  Reseñas  •  1.038 Palabras (5 Páginas)  •  2.793 Visitas

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Argumento de Diles que no me maten de Juan Rulfo

Hace treinta y cinco años, en el mes de marzo, la sequía había llego al pueblo de Alima y el ganado de potros de Juvencio Nava no tenían nada que comer, por ello los animales comenzaron a morir uno tras otro. Don Lupe Terreros, dueño de la Puerta de Piedra y compadre de Juvencio, le negaba la yerba para alimentar a los animales. Ante la hambruna de sus animales, Juvencio, rompe la cerca del potrero y comienza a arrear a todos los animales flacos hasta las parámelas para que así pudieran comer hasta hartarse, esta situación no le había gustado a Don Lupe y mando a tapar el hoyo de la cerca. Se rompía una y otra vez la cerca durante la noche y al día siguiente se volvía a tapar. Ambos comenzaban a discutir sin llegar a un acuerdo. Una vez Don Lupe le dice a su compadre que si metía otro animal al potrero no dudaría en matárselo. Juvencio ignora la advertencia y Don Lupe le mata un novillo tal y como se lo había dicho, por ello Juvencio mato a su compadre. Después de la muerte de Don Lupe su esposa fallece de tristeza y sus dos hijos son llevados lejos con unos parientes. Juvencio para no ser enjuiciado soborno al juez con diez vacas y embargo su casa para poder salir de la cárcel, pero esto no le sirvió de nada por que pedían aún más y pese a que les dirá aun lo perseguían. El temor de ser atrapado hizo que se fuera a esconder al monte, ya no le importaba nada más que vivir lo que provoco que su esposa se fuera pero a él no le importo con tal de no bajar al pueblo, de esta manera Juvencio comenzó a perder todo lo que tenía.

Cuando los del pueblo le decían a Juvencio que andaban por ahí unos fuereños él corría hacia el monte, se escondía entre los madroños y pasaba días comiendo solo verdolagas e inclusive salía a la media noche como si lo corretearan los perros. Esto duro casi toda su vida hasta que pensó que ya todos lo habían olvidado y se fue a vivir con su hijo Justino, su nuera Ignacia y sus ocho nietos al terreno Palo de Venado que le había dado. Pero un día, en una madrugada oscura y sin estrellas, llegaron a Palo de Venado cuatro hombres que buscaban a Juvencio para llevárselo al pueblo de Alima para matarlo. Juvencio ya no podía correr con su cuerpo viejo y sus piernas flacas acalambradas por el temor de morir, él sentía una comezón en el estómago que le provocaba buches de agua agria que se tragaba sin querer, su corazón golpeaba fuertemente en su pecho; se le notaba la ansiedad en la mirada al no poderse acostumbrar al hecho de morir.

En la tarde la tierra seca, con olor a orines, era soplada por un viento despacio. Juvencio, en medio de los cuatro hombres, solo miraba el suelo mientras caminaba y tenía planeado decirles que él no le había hecho daño a nadie pero no decía nada y pensaba que después se los diría e inclusive quería imaginarse que eran sus amigos. Cuando por fin pudo decir que él no había hecho nada a nadie parecía que no le habían hecho caso. Al caer la noche llegaron al pueblo de Alima y se pararon en frente del boquete de la puerta. Uno de los hombres desde afuera le dijo al Coronel que estaba aquí el hombre, después solo se escuchó una voz que pregunto cuál hombre; el hombre que había hablado anteriormente contesto que el hombre de Palo de Venado. El Coronel, sin salir, utilizo de intermediario al hombre para preguntarle a Juvencio que si alguna vez vivió en Alima y si había conocido a Guadalupe Terreros; ante estas preguntas Juvencio contesto que sí y comento que Don Lupe ya está muerto. Con un tono de voz distinto el Coronel dijo que ya lo sabía, menciono que Guadalupe era su padre y como lo habían matado a machetazos y le clavaron una pica de buey en el estómago; asimismo comenta que su padre estuvo dos días perdido y cuando fue encontrado estaba cerca del arroyo agonizando pidiendo que cuidaran de su familia. El Coronel siguió comentando que algo como esto no quedaría en el olvido y no perdonaría a quien mato a su padre, después ordeno que se lo llevaran, lo amarraran al horcón y le dieran algo de beber para que se emborrache y no le duelan los disparos. Juvencio gritaba y pedía que no lo mataran que ya había pagado de muchas formas su crimen.

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