Cambio De Final A Cordillera Negra
solemar418 de Octubre de 2013
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… ya no como puma ahora, como cóndor. (Nota: a partir de acá, se produce el cambio)
Corriendo fui a ver a donde iba. Sentía algo en mi interior, sentía que el Taita Huiracocha me estaba llamando. Corriendo fui a la punta del cerro, desde el cual vi al taitito volando esplendorosamente.
Era un paisaje grandioso al que el taita me había guiado. Había montañas y una catarata, además que había un rio. Al voltear a ver al taita en forma de cóndor, ya no estaba. Vi que las cataratas comenzaron a ser rojas, rojitas. De pronto comenzaron a salir almas de la catarata, salieron con caras enojadas.
Muchas eran altas, y eran fuertes. De sangre tenían hecha la cara. Con brazos hechos de sangre parecían ser débiles. Pero no lo eran, pues comenzaron a levantar rocas. Rocas grandísimas y las comenzaron a romper. Eran como un cuerpo hecho de sangre, o de un líquido rojo. Y las rocas comenzaron a ponérselas en la piel y se pegaba. Al cabo de unos minutos, muchas muchísimas más de 200 almas habían salido y se habían puesto una piel de roca. Tal y como Uchu Pedro me dijo que pasaría, que cuando no habrían guerreros, las rocas se levantarían a pelear tal y como pasó en la primera batalla de los incas.
Fue entonces cuando comprendí lo que el Taita me quería decir. Tal y como los incas lucharon para matar a los chancas, a mí el taita me había elegido para matar a los blancos y vivir felices como en la época de los incas.
Basta de sufrimiento, basta de discriminación. Ya no queremos ser tratados tan desiguales, ya no queremos que nos ignoren. No queremos que los blancos se queden con la cálida costa sin posibilidad de subsistir y dejarnos a nosotros los hijos del sol en el frío y hambre. No queremos más esto, ganamos la independencia en 1821 pero los blancos siguen acá. Y el taita Huiracocha me ha dado la señal para acabar esto de una vez.
Las almas de sangre dejaron de salir pero de repente comenzaron a salir bestias, bestias del Uku Pacha, llamas de dos cabezas, brujas, y muchas otras bestias que ni conocía. Pensé que eran malas, que venían a matar a mis soldados de piedra pero se formaron al igual que los soldados de piedra. Y me vi ante mi ejército, y yo era su comandante.
Comenzamos a andar y caminar hasta Huaraz para liberarla, y esta vez no perderíamos como en la última vez. Comenzamos a ser visibles, no nos escondimos. Avanzábamos y comencé a sentir un sudor frío recorrer mi espalda. De repente vi al taita bajar en la forma de bestia, como la ves pasada desde la cueva de Ranrahirca. Todos los soldados levantaron el puño y comenzaron a correr así como también las bestias.
Los soldados de los blancos nos vieron.
-¡Se acercan!
-¡Avisen a los que almuerzan!
-¡Llamen al general!
Pero no sería suficiente. Con mi taita al lado, y mi ejército que me dio avanzamos a la ciudad de Huaraz, los soldados comenzaron a ametrallarnos y de repente uno de los guerreros de roca me cubrió con sus brazos. Era un espectáculo increíble. Las balas no podían herirlos, y avanzamos y avanzamos. Granadas nos lanzaron, pero al explotar los guerreros se partían y al juntarse en vez de hacerse uno se hacían dos.
Para la tarde estaba almorzando con mis yanasus de toda la vida, y con sus ñaños. Me agradecieron por haber liberado la ciudad, y haber quemado las casas de los blancos. Pero no podía quedarme ahí debía seguir. Les ofrecí a unirse a nosotros, pero no quisieron, tenían miedo.
Seguimos hasta donde Tocanca, pero fue devastador. Mi pueblo, mi casa, mi familia. Habían avisado de la toma de Huaraz, y habían quemado toda Tocanca sabiendo que vendría a liberarla, pues aquí nací y acá murió Uchu Pedro.
No había nadie, no quedaba nadita. Todo era cenizas, y cadáveres. No pude contener mi furia y los blancos sabrían de mí. Nos encaminamos hacia la ciudad de
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