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Diplomado RIEB

SusyZM27 de Octubre de 2014

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I.1. LAS SOCIEDADES DEL SIGLO XXI

I.1.1. El desafío, incertidumbre y complejidad.

Durante el siglo XX, el desarrollo de la ciencia y de la tecnología ha permitido una mayor explotación y aprovechamiento de los recursos naturales y energéticos del planeta. Pero en lo que va del siglo XXI, muchas industrias y las grandes ciudades demandan un volumen cada vez mayor de energía y recursos, que se obtienen transformando el carbón, el petróleo o la fuerza del agua y el viento, así como por medio de reacciones nucleares controladas. Esto ha elevado el consumo de energía y recursos naturales a unos niveles que no podrán sostenerse por muchas décadas más. Más o menos el 60% de los servicios de los ecosistemas se han degradado de forma considerable en los últimos 50 años, con los consecuentes efectos en el cambio climático.

A estas formas desmedidas de consumo se suma la contaminación ambiental que ha resultado de los modos actuales de producción industrial. Los ríos, lagos, mares y océanos, así como el aire, la tierra y el subsuelo presentan niveles de contaminación que constituyen una amenaza para la salud humana y la vida futura de los ecosistemas.

Durante los próximos 50 años se prevé un aumento que va del 30% al 85% en la demanda de agua en el mundo, así como un aumento significativo en la extracción de agua, sobre todo en los países no desarrollados económicamente.

Todo lo anterior plantea con urgencia la necesidad de encontrar formas más sustentables de aprovechamiento de los recursos naturales en general, y del uso del agua y la energía en particular.

A partir de la investigación sobre los ecosistemas se sabe que los bosques y los ríos se pueden aprovechar de manera que se mantenga el equilibrio ecológico, que no se degraden los servicios que ofrece el ecosistema, permitiendo la renovación de recursos como las maderas, los animales y el agua, con lo cual los servicios ambientales estarán disponibles para las presentes y futuras generaciones.

Esto es lo que se considera un aprovechamiento eficiente de un ecosistema y un desarrollo sustentable de una sociedad. Para lograrlo, es necesario comprender desde su complejidad los factores que están involucrados y las alternativas de solución viables con las que cuenta la humanidad a partir de las investigaciones, no solamente en ciencias naturales, sino también en ciencias sociales y humanidades, de manera que sea posible desarrollar y tomar decisiones de orden político, económico y cultural que nos permitan resolver los problemas que nos aquejan.

Aunado a lo anterior, en las sociedades del siglo XXI se han enfatizado los conflictos sociales y los niveles de pobreza; hay epidemias sin precedentes; hambre en diversas regiones del mundo; y muchos grupos humanos viven en condiciones de exclusión, violencia y desigualdad. En muchos países se están gestando cambios radicales en lo político, lo económico y lo social. La posibilidad de saber gestionar los riesgos que viven las sociedades actuales dependen, en buena medida, de la capacidad que tenga la humanidad, y en su caso cada país, para generar el conocimiento que permita identificar y entender mejor las problemáticas socialmente relevantes, así como hacer diagnósticos adecuados y plantear soluciones viables y realistas. Todo lo cual exige más y mejor trabajo de investigación y la generación de nuevo conocimiento, así como del desarrollo de capacidades en la población junto con intensas acciones en distintos órdenes y sectores que atiendan la complejidad de las situaciones que se presentan.

Los ciudadanos del siglo XXI deben tener una educación que les permita entender la naturaleza de la investigación científica y tecnológica, y desarrollar la capacidad para informarse sobre el potencial benéfico de esta actividad. Pero también una persona bien educada debe conocer las limitaciones y los posibles riesgos de la ciencia y de la tecnología, asumiendo la responsabilidad que ello conlleva.

Esto es especialmente importante para quienes ocuparán cargos públicos y tendrán que tomar decisiones sobre las medidas preventivas o de control que se deban aplicar; pero también es importante para que el ciudadano común esté en condiciones de exigir a los funcionarios públicos el cumplimiento cabal de sus responsabilidades, así como el desarrollo de políticas públicas acordes con las necesidades locales y globales de sociedades cada vez más complejas y diversas, transitando con ello hacia una sociedad crítica y corresponsable en la toma de decisiones de distinto orden.

Este nuevo contexto exige transformaciones en la práctica docente, ante una nueva generación de reformas educativas que buscan garantizar una educación de calidad para todos.

I.1.2. Las sociedades del conocimiento y del riesgo

En México, nos encontramos ante el reto de generar acciones y políticas que alienten el progreso y el aprovechamiento de la ciencia y la tecnología para el desarrollo del país, pero que al mismo tiempo permitan la apropiación pública de las distintas formas de conocimientos, atendiendo a las diversas necesidades, problemas y fines socialmente relevantes para cada pueblo, cada cultura y cada región del territorio nacional.

En países multiculturales como México, los grandes avances científicos y tecnológicos han traído consigo muchos beneficios, pero también nuevos conflictos sociales, entre los que se encuentran, desde el crecimiento exponencial de la violencia, hasta la apropiación privada e incluso la monopolización de los conocimientos, con la consiguiente exclusión de grandes partes de la población de los beneficios derivados del saber.

Muchos grupos sociales, entre ellos, los pueblos indígenas y las comunidades rurales y campesinas en el país, han sido excluidos de la posibilidad de aprovechar y desarrollar los conocimientos y las innovaciones adecuadas a sus formas de vida y a sus necesidades y problemas. La construcción de un proyecto nacional que tenga como horizonte el desarrollo de una Sociedad del Conocimiento, debe lograr que prevalezcan en el país condiciones de justicia social, pluralidad y democracia participativa. Que una sociedad sea justa significa que contenga los mecanismos necesarios para que todos sus miembros satisfagan al menos sus necesidades básicas y desarrollen sus capacidades y planes de vida de maneras aceptables de acuerdo con su cultura específica.

Esto es reconocer el valor de la diversidad cultural, así como la necesidad de respetar y fortalecer cada una de las culturas, como condición de la pluralidad. Que prevalezca la democracia participativa, significa que la toma de decisiones y las acciones se realicen mediante una participación efectiva de representantes legítimos de todos los grupos sociales involucrados y afectados en la formulación de los problemas y en las resoluciones para implementar soluciones basadas en los conocimientos.

Así, podemos definir una sociedad del conocimiento, justa, democrática y plural, como aquella donde sus miembros (en su individualidad y en colectivo) tienen las capacidades de apropiarse de los conocimientos disponibles y generados en cualquier parte, y de aprovecharlos para comprender y resolver mejor sus problemas.

El conocimiento ha sido indispensable para la existencia y el progreso de todas las sociedades. Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo XX adquirió una importancia estratégica para el desarrollo económico y social. En este contexto surge el concepto de sociedad del conocimiento.

En las sociedades del conocimiento los desarrollos científicos, humanísticos y tecnológicos son claves para la generación de riqueza, pero a diferencia de las llamadas “economías de conocimiento”, (caracterizadas por los mercados del conocimiento que han resultado del incremento en las producciones e intercambios de conocimientos a través de las tecnologías de la información y la comunicación), en las sociedades del conocimiento, la ciencia y la tecnología se ponen al servicio de la sociedad, dotando a cada país de capacidades de respuesta para la solución de sus problemas concretos.

No obstante, con el aprovechamiento social de los beneficios de la ciencia y la tecnología también se generan riesgos e incertidumbres.

La identificación de los riesgos, así como su valoración y su control implican una distribución de responsabilidades entre un conjunto de agentes y sectores sociales que participan de la ciencia y la tecnología.

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