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Ensayo Sobre Octavio Paz

Aitiva714 de Julio de 2011

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La Jornada Semanal, 26 de abril de 1998

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"ADONDE YO SOY TU SOMOS NOSOTROS"

Carlos Monsiváis

A través de este espléndido recorrido por la obra de Octavio Paz, Carlos Monsiváis analiza las retóricas poderosas a las que se adhiere la producción temprana del poeta, las tensiones entre poesía e historia, las interrogantes que sirven como eje a su trabajo crítico, su participación como hombre público y polemista incansable, su abstención en temas como la música, la danza y el cine. Un ensayo imprescindible en el que la mirada omnímoda de su autor da voz al México que fuimos cuando fuimos con Paz.

I

Octavio Paz, nacido en 1914 en la ciudad de México, se forma en una etapa ya inconcebible para quienes habitan la megalópolis en expansión perpetua. En los años treint a, con menos de tres millones de habitantes, la ciudad de México es, para un joven que ama la literatura, un ámbito tan hostil como propicio. Las librerías y las revistas literarias son muy escasas, la sociedad y el gobierno son básicamente antiintelectuales, a los radicales les gusta el realismo socialista, los escritores carecen de empleos cercanos a su vocación y de facilidades para editar su trabajo, y aunque fiel y constante el público de poesía moderna es muy restringido. Pero las ventajas son notorias.

En Itinerario, Paz evoca su periodo formativo: ''Avidez plural: la vida y los libros, la calle y la celda, los bares y la soledad entre la multitud de los cines. Descubríamos a la ciudad, al sexo, al alcohol, a la amistad. Todos esos encuentros y descubrimientos se confundían inmediatamente con las imágenes y las teorías que brotaban de nuestras desordenadas lecturas y conversaciones... Leíamos los catecismos marxistas de Bujarin y Plejánov para, al día siguiente, hundirnos en la lectura de las páginas eléctricas de La gaya ciencia o en la prosa elefantina de La decadencia de Occidente...''

Entonces el grupo cultural de avanzada en México es el de Contemporáneos (llamado así por la revista que publican de 1928 a 1930). Los Contemporáneos son poetas de primer nivel, narradores no muy convincentes y cosmopolitas con un perfil nacionalista (algo más complementario que contradictorio). Paz los lee con cuidado y, en especial, le entusiasman los ensayos de Jorge Cuesta, los ensayos y poemas de Xavier Villaurrutia y la poesía de Carlos Pellicer y José Gorostiza. Allí encuentra muy bien precisadas dos consignas del clima literario de la época: a) la cultura francesa es el mejor resumen disponible de la cultura occidental, y b) la tradición nacional es importante en la medida en que define la calidad alcanzada y alcanzable en medios antiintelectuales, adversarios del arte y las humanidades. Paz se concentra durante un tiempo en la cultura francesa y, ya de modo permanente, se interesa en elegir una tradición poética y cultural que le sea propia, contrastándola con la tradición universal.

En los años treinta la poesía en idioma español vive un momento de esplendor. En ese tiempo, además de los mexicanos, escriben los chilenos Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Vicente Huidobro, el peruano César Vallejo, los argentinos Jorge Luis Borges y Oliverio Girondo, los cubanos Nicolás Guillén, Emilio Ballagas y José Lezama Lima, el ecuatoriano Jorge Carrera Andrade, el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, los nicaragüenses Salomón de la Selva y José Coronel Urtecho. Y en España se ha consolidado la Generación de 1927, que la guerra civil dispersará, no sin una breve etapa de la creación intensa de Federico García Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Emilio Prados, Dámaso Alonso, León Felipe. Y anteriores a ellos también escriben Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.

A estos estímulos formidables se añaden los de la poesía en otras lenguas. Desde la constitución de las repúblicas en el siglo XIX, los escritores latinoamericanos , obligados por la condición periférica de sus países, atienden con el máximo detalle a lo que se hace, en especial en Europa y, cada vez más, en Estados Unidos. (Pese a ejemplos aislados como el mexicano José Juan Tablada, no se presta atención a las literaturas de China y Japón.) En los treinta, desde México, Buenos Aires, Lima o Bogotá, se sigue el rumbo de las vanguardias, y una en especial hechiza: el surrealismo, que une ''las dos palabras magnéticas: poesía y revolución''. Sólo unos cuantos latinoamericanos optan abiertamente por el surrealismo (más en pintura que en poesía), pero a todos los afecta de una manera u otra el movimiento.

Paz no se adhiere al surrealismo, ni jamás hubiese declarado, como André Breton, que el verdadero acto surrealista consiste en salir a la calle y disparar sobre la multitud al azar, pero admira en este grupo la entrega espiritual y el preservar sus poderes de indignación moral. De ellos, André Breton y Benjamin Péret sobre todo, le ayudan a revisar las ideas sobre México (''México es la tierra de elección del surrealismo'', escribió más que famosamente Breton), y a ratificar su aprecio por la resistencia al conformismo moral y político: ''En mi caso, el redescubrimiento de los poderes de revelación del surrealismo fueron, ya que no una respuesta a mis preguntas, sí una vía de salida.''

Otras lecturas indispensables en la formación de Paz (y de numerosos poetas hispanoamericanos de ese tiempo): Paul Valery, T.S. Eliot, Ezra Pound. De ellos se desprende el tono, la ambición, la precisión de lo moderno, es decir, de aquello directamente ligado a la sensibilidad del Ahora, a los temas y actitudes de lo que W.H. Auden llamó ''la Edad de la Ansiedad''.

''Inmóvil en la luz pero danzante''

En los primeros libros de Paz, ambos de 1937, Bajo tu clara sombra y Raíz del hombre, se advierten las huellas de retóricas entonces poderosas y las tensiones entre poesía e historia , que intensifican la guerra de España, el auge del fascismo y el nazismo, y la influencia mundial de la revolución soviética, aún no afectada por los Procesos de Moscú y el culto a la personalidad de Stalin (la propaganda falaz de una tiranía). En 1937, a los 23 años de edad, Paz asiste al Congreso Internacional contra el Fascismo en Valencia, y en medio de la adhesión inevitable y justa a la República Española, se plantea por vez primera el interrogante tan presente en su obra ensayística: ¿cuáles son los límites de la libertad y cuál es el sentido de la conciencia crítica? Pero las dudas no le impiden escribir poemas y artículos en defensa del régimen y en contra de la barbarie franquista. En los poemas, no obstante el acatamiento de las reglas de la poesía política, y la lectura obvia de Neruda, ya se vislumbra la singularidad. Véase la ''Elegía a un compañero muerto en el frente de Aragón'':

Has muerto, camarada,

en el ardiente amanecer del mundo.

Has muerto cuando apenas

tu mundo, nuestro mundo, amanecía.

Llevas en los ojos, en el pecho,

tras el gesto implacable de la boca,

un claro sonreír, un alba pura.

Te imagino cercado por las balas,

por la rabia y el odio pantanoso,

como relámpago caído y agua

prisionera de rocas y negrura.

Te imagino tirado en lodazales

sin máscara, sonriente,

tocando, ya sin tacto,

las manos camaradas que soñabas.

Has muerto entre los tuyos, por los tuyos.

Pese a su precocidad indudable, Paz se considera poeta tardío: ''...nada de lo que escribí en mi juventud me satisface, en 1933 publiqué una plaquette, y todo lo que hice durante los diez años siguientes fueron borradores de borradores. Mi primer libro, mi verdadero libro, apareció en 1949: Libertad bajo palabra'' . Al respecto, mantengo el derecho a la discrepancia del lector. Paz escribe y declara ampliamente sobre su desarrollo poético y su genealogía literaria, evitándoles en lo posible el trabajo a sus críticos. Pero así sea con frecuencia irrefutable, es conveniente oponerle dudas y matices a lo que dice sobre su propio trabajo.

''No veo con los ojos: las palabras son mis ojos''

En este periodo Paz adopta visiones y perspectivas que no lo abandonarán, y va precisando su vocabulario esencial , derivado en parte de la filosofía clásica, del amor por un conjunto de términos clave y de oposiciones perennes: entre el movimiento y la quietud, entre la luz y la sombra, entre la tierra y el agua, entre la mujer como poder generador y la escritura (la Palabra) como eternidad de lo instantáneo. Cree en la iluminación de los opuestos, y en el proceso dialéctico -si este es el nombre- generado por los enfrentamientos entre la realidad y aquello (libertad, cuerpo femenino, paraíso sensual incrustado en el idioma) que aguarda detrás de la realidad. En el espacio primero y último del poema, lo que se dice es, simultáneamente, lo que se vive. Pero también, la poesía es acto porque es también imagen, y los desdoblamientos del personaje poético (con puntos de contacto con el personje poético de Muerte sin fin) son maneras de hallar al otro y a los otros en uno mismo:

Dentro de mí me apiño, en mí mismo me

hacino y al

Apiñarme me derramo,

soy lo extendido dilatándose, lo repleto

vertiéndose y llenándose... (De ''Mutra'')

La poesía es tanto más real por ser la presencia de la forma en la historia,

...

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