Expresión oral y escrita II.Relato

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Instituto Politécnico Nacional

CECyT 1 Gonzalo Vásquez Vela

NOMBRE: Osorio Vargas Uriel Julián

GRUPO: 2IM11

MATERIA: Expresión oral y escrita II

PROFESORA: Pilar Alonso

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Dejar ir

En una cálida tarde, en un pequeño pueblo llamado Tamayo a las orillas de Celaya, con vientos suaves como aquellas delicadas olas que acarician sutilmente las orillas del mar, Abril traía puesto un vestido con aquel rojo que las rosas de primavera se identifican, jugaba en el columpio de madera que se encontraba en ese gran y acogedor árbol arrinconado en el patio trasero de la casa, el abuelo se lo hizo con mucho amor para obsequiárselo en su cumpleaños número ocho hace poco menos de un año, la pequeña se mecía con el apoyo del asiento de madera de su columpio tan veloz de arriba hacia abajo que poco a poco sus movimientos se tornaban bruscos y sacudía con una brutalidad las ramas de donde el columpio se sostenía haciendo caer un par de hojas pero ella no se detenía, pareciera que quería rozar la silueta del sol y tocar con la punta de sus dedos el ala de un avion pero claramenre pretendia no parar hasta lograrlo, pero, mientras se mecía, una mariposa se cruzó entre ella provocando que se distrajera y asi cayó lastimándose su brazo derecho. Su mamá escuchó el fuerte golpe ocasionado por su caída y rápidamente acudió a ella, la llevó a su habitación para que le vendara el brazo y así pudiera recuperarse de aquel brazo roto. 

- Ay ma, pus fue sin querer y ni me duele- exclamaba abril.

- Abril como no te va a doler ese brazo si mira nomas como lo tienes, ire por un poco de hielo y dependiendo de cómo te vayas sintiendo llamamos al doc.

Paso tiempo y abril continuaba los días acostada en su cama. Cubierta de sábanas con diminutas flores y una cobija color verde, comía dulces cubiertos de piñón y nuez pero definitivamente prefería comer bolillos recién hechos con cajeta por dentro acompañado de un vaso de leche helada. También solía observar desde su ventana como las lluvias sacudían sin ritmo alguno su columpio y cómo goteaban gotas de las flores bugambilias del otro lado del jardín despues de las fuertes lluvias que habían caído en esos dias. Sus padres estaban enojados con ella por ser tan descuidada y por no haberles obedecido de que no debia columpiarse fuerte porque los que accidentes son mas inesperados que una estrella fugaz, pero su abuelo nunca se enojaba con ella, al contrario cuando abril hacía algo malo su abuelo siempre le solía decir con una voz muy suave “laisse faire” y así empezaba a hacerla reír y le contaba las historias, en la mecedora que se encontraba en la sala, de sus viajes por el mundo mientras ella dibujaba dinosaurios llenos de colores que ni un día con lluvia y con sol prodrian llenar.

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