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Filosofia

royed12 de Septiembre de 2012

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Lo universal, lo particular y lo singular más allá del diagnóstico médico. A propósito de la utilización de guías de buenas prácticas clínicas en la toma de decisiones terapéuticas

Dr. Luis A. Corona Martínez1 y Dra. Mercedes Fonseca Hernández2

RESUMEN

Es reconocido el valor de las categorías dialéctico-materialistas para el estudio de los fenómenos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. En este artículo se realizó, mediante el empleo de las categorías lo universal, lo particular y lo singular, el análisis de un fenómeno de la práctica médica actual: la introducción de guías de buenas prácticas clínicas, para la toma de decisiones terapéuticas. Se insistió en la necesidad de considerar la unidad dialéctica de estas categorías filosóficas en todo el proceso de elaboración de guías, en su empleo por parte de los médicos asistenciales y en la evaluación por las instancias administrativas de la adherencia de los facultativos a estas guías.

Palabras clave: Categorías filosóficas, guías de buenas prácticas clínicas, proceso de atención médica.

Las categorías de la dialéctica materialista son conceptos de máxima generalización y amplitud, estas expresan relaciones no solo de un objeto o un campo de estudio específico, sino que abarcan los nexos más generales de toda la realidad objetiva, ya que en ellas se generaliza la experiencia de todo el conocimiento universal. En esto radica la gran significación que encierran para cualquier ciencia y para la actividad práctica.1,2

Al reflejar propiedades y conexiones universales de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, las categorías dialécticas poseen un reconocido valor metodológico, por lo que se justifica su empleo en la investigación de fenómenos concretos de la realidad y el pensamiento.3

Dentro de estas categorías, lo universal, lo particular y lo singular constituyen ejemplos de categorías filosóficas que han tenido una amplia utilización en el estudio de los fenómenos vinculados a la práctica médica asistencial.

Precisamente, la conocida frase "no existen enfermedades sino enfermos" constituye la máxima expresión de cómo se comprende lo universal (la enfermedad, la abstracción hecha por el hombre sobre los padecimientos que lo aquejan) y lo singular (el individuo enfermo, con todas sus particularidades biológicas, psicológicas, sociales y culturales) en la asistencia médica.

La importancia y la utilidad de este principio de la práctica médica, han sido más ampliamente identificadas en los aspectos diagnósticos del proceso de atención médica, donde se pone de manifiesto la variabilidad en la frecuencia de los síntomas en los pacientes, aun en presencia de una misma entidad nosológica y que determina por tanto, la diversidad de formas clínicas que puede adoptar un mismo proceso patológico.

En los últimos años es cada vez más evidente la introducción de las llamadas guías de buenas prácticas clínicas (GBPC) en la labor médica asistencial, cuya aplicabilidad más clara está enmarcada en el área del tratamiento.4 La utilización de estas guías está muy difundida en los países desarrollados, pero su incorporación al quehacer médico se observa a paso acelerado también en Cuba.

Pero, ¿existe una correcta aplicación de las categorías dialéctico-materialistas lo universal, lo particular y lo singular en el proceso de elaboración y aplicación de las GBPC, así como en la evaluación de lo que se ha dado en llamar adherencia a dichas guías? Realizar una valoración crítica acerca del tema es el objetivo de este trabajo.

DESARROLLO

Lo universal, lo particular y lo singular como categorías dialécticas1-3,5

El mundo único solo existe en forma de un conjunto de distintos fenómenos, objetos, acontecimientos, que poseen sus propias características individuales e irrepetibles. La existencia de objetos y fenómenos delimitados entre sí en el espacio y el tiempo, que poseen una determinación cuantitativa y cualitativa individual, es definida por la categoría de lo singular. Esta categoría expresa lo que distingue a un objeto de otro, lo que es propio únicamente al objeto dado.

Pero cualquier objeto no es más que un momento de un sistema integral. La comunidad de propiedades y relaciones de los fenómenos se expresa en la categoría de lo universal. Esta categoría refleja la semejanza de propiedades, la conexión del objeto con el sistema del mundo, la similitud de los nexos esenciales entre los objetos.

De manera que cada fenómeno, además de los rasgos individuales que lo diferencian, posee rasgos comunes, generales, que lo asemejan a otros fenómenos. Si los rasgos individuales distinguen a un fenómeno dado de los demás, lo universal los aproxima, los vincula entre sí. Las categorías de lo singular y lo universal expresan la unidad dialéctica entre lo común (lo universal ) y lo diverso (lo singular ) en el objeto.

Entre lo singular y lo universal existe, como si fuera un eslabón que los une, que los vincula, la categoría de lo particular . Lo particular es más amplio que lo singular y menos amplio que lo universal.

Es necesario retomar estas ideas en su aplicación a la práctica médica, comenzando por las categorías enfermedad y enfermo. La enfermedad es lo universal, un enfermo concreto con esa enfermedad es lo singular.

Una enfermedad cualquiera es una abstracción, una síntesis, un concepto, una categoría, a la que se llegó en un determinado momento de la acumulación histórica de conocimientos acerca de ella y que proviene de la observación y el estudio de un número mayor o menor de enfermos en los cuales se repiten, una y otra vez, rasgos y fenómenos similares.6

Pero la enfermedad es también un fenómeno objetivo, que existe en la naturaleza, independiente del pensamiento, existe en la naturaleza pero se expresa a través de enfermos singulares, individuales. No se puede ver si no es en un enfermo: lo universal solo existe en lo singular. De igual forma, un paciente con una determinada enfermedad jamás tendrá todos los síntomas descritos en ella, puesto que en todo fenómeno singular (el enfermo) siempre hay algunos rasgos, pero no todos, de la categoría universal (la enfermedad).6

De lo anterior se interpreta que de los enfermos con una enfermedad, ninguno será exactamente igual a los demás. Es la misma enfermedad, pero varía de uno a otro, porque no hay una sola enfermedad que curse exactamente igual en dos personas, ni hay dos personas iguales. Las cosas y los acontecimientos son absolutamente irrepetibles.6

Según el profesor Miguel Angel Moreno, cada enfermo le imprime a su afección un sello, un tono personal e irrepetible en el que intervienen como factores orgánicos, entre otros, la herencia, constitución, edad, sexo, raza, estado inmunitario y alimentario, enfermedades previas, pero además, el clima, el trabajo, el ambiente familiar, la posición social, la psiquis, las ideas morales, religiosas y otros factores sorprendentes e impredecibles. Por ello, un principio esencial en el método de trabajo del médico es que cada enfermo constituye una situación completamente nueva que debe ser individualizada, singularizada.6

Es reconocido que desde la aparición de la escuela médica hipocrática, hace 25 siglos, se tenían en consideración las particularidades de los enfermos, pues su fundador consideraba que todo paciente era una situación nueva y diferente.6 En la actualidad, varios autores han hecho mucho énfasis en la importancia de la individualización de los enfermos.7,8 Cabe citar las palabras del profesor Ilizástigui cuando afirma que la medicina siempre ha sido considerada como una ciencia de particularidades y que muchos de los conceptos, teorías e instrumentos teóricos son generales; para aplicar a todos los pacientes de una clase genérica estas herramientas, tal y como ellas se usan en la medicina clínica, deben ser modificadas, particularizadas y personalizadas de forma que ellas se puedan aplicar a una persona concreta que sufre de un problema específico.9

Las guías de buenas prácticas clínicas en la labor médica asistencial

Durante muchos años, la Medicina ha sido criticada porque en su praxis, en la atención a enfermos, ha sido utilizada una gran variedad de medicamentos y otros recursos terapéuticos sin una utilidad científicamente probada, lo cual constituye un rasgo de esta ciencia desde su surgimiento y del cual se empieza a notar un desprendimiento paulatino solo a partir de la mitad del siglo pasado con el desarrollo de la medicina experimental. Esta situación condicionó además, a una gran variabilidad en los tratamientos a aplicar por los facultativos, constituyendo precisamente los primeros intentos de disminuir esta "variabilidad" la elaboración de normas , manuales o protocolos de tratamiento, los cuales son identificados como los antecesores

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