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Enviado por   •  9 de Octubre de 2013  •  Informes  •  2.240 Palabras (9 Páginas)  •  279 Visitas

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Todo comienza en el pueblo de Yautepec, un pueblo situado en Morelos, lugar que vivía atemorizado por los horrores de los bandidos y de los malhechores que rondaban de manera frecuente las zonas de la tierra caliente con el fin de crear pánico en la población para así poder cometer sus atrocidades y robos. Estos bandidos, conocidos como los plateados, por su vestimenta ostentosa y adornada con este deslumbrante metal que hacia alusión a su nombre, eran dirigidos por el Zarco, nombrado así por poseer unos ojos de color azul muy claro, éste era el líder de esa gran banda a la cual todos le tenían pavor, incluso las autoridades. Se caracterizaban por contar siempre en sus ataques con cerca de 500 hombres o más, dispuestos a todo con tal de lograr su cometido, eran sanguinarios sin piedad, actuaban con una gran crueldad que era una de las característica primordiales de dicho grupo vandálico, es por ello que ninguna corporación del gobierno había querido hacerles frente por su gran número de miembros y además por que las fuerzas del gobierno estaban ocupadas por los problemas de la guerra en la que se encontraba el país.

Manuela, hija de doña Antonia y amiga de Pilar, estaba enamorada del Zarco por todas aquellas cosas que escuchaba de la gente, ella tenía la imagen del Zarco como un hombre valiente, capaz de cualquier cosa, de enfrentar a cientos de hombres y vencerlos, la imagen de un hombre de aventuras el cual tenía a su alrededor hombres que lo admiraban y le eran fieles y leales. Veía al Zarco como un hombre de liderazgo capaz de movilizar cientos de gentes para así conseguir sus motines y consumar los robos. A Manuela la pretendía un hombre muy apreciado por la gente, Nicolás, el herrero de la hacienda de Atlihuayán. Éste se caracterizaba por ser muy trabajador y honrado, sin embargo para Manuela le era indiferente, incluso le disgustaba su presencia aquellas ocasiones en que Nicolás visitaba a Doña Antonia con pretexto de ver a Manuela. Al igual estaba Pilar, amiga de Manuela, una joven que era seria y sumisa, la cual tenia un afecto especial por Nicolás pero que éste no sabia de eso, él solamente estaba enamorado de Manuela.

Manuela y el Zarco se veían a escondidas en la huerta de doña Antonia al anochecer. Un día ésta se dio a la fuga en manos de su amado, el cual le daba joyas que robaba de sus motines. A partir de ahora Manuela viviría a lado de el Zarco y estaría dispuesta a sacrificar aquella vida que tenía de buenas costumbres, paz y tranquilidad, por una vida de aventuras y riesgos que le ofrecía el Zarco, sin duda el amor hacia éste la cegó. Doña Antonia murió días después de saber que su hija se había escapado para irse con aquel bandido tan perverso.

Nicolás fue a hablar con las autoridades para que lo ayudaran a ir en busca de aquel bandido, sin embargo lo aprehendieron sin razón. Pilar fue a protegerlo y velar por el bienestar de éste y en ese momento se despertó en ellos el sentimiento de un amor puro y sincero. A Nicolás se le había olvidado ya aquel amor que sentía por Manuela, la cual lo había decepcionado, no por lo que le hizo a él, sino por la manera en que aquella hija malagradecida abandonó a su madre sin si quiera decirle nada, solo dejándole una carta de despedida.

Estando en Xochimancas, lugar donde se escondían los plateados, Manuela tenía lo que tanto ansiaba, estar al lado de aquel ser que amaba con tanta pasión y que admiraba por su valentía, además le gustaba presumir las joyas que el bandido le obsequiaba para alimentar su espíritu ambicioso hacia las joyas y el dinero. Una ves ya agrupada entre aquel grupo de bandidos las cosas para Manuela fueron muy diferentes. Aquellos hombres compañeros del Zarco eran hombres de muy malos valores quienes trataban a Manuela como una más de todas aquellas mujeres que el Zarco había llevado al grupo, sin respeto y con frases poco amistosas. Lo que más desagrado le causó a Manuela fue que la actitud de su enamorado era indiferente ante aquellos tratos de sus compañeros hacia su amada, lo menos que esperaba Manuela de él era que la defendiera y que se impusiera ante ellos como el supuesto jefe que era. Todas aquellas actitudes de aquel hombre al que tanto amaba le disgustaron al grado de perder aquel sentimiento que tanto lo unía a él e incluso llegándose a convertir, en momentos, por un odio superior. Día con día Manuela se daba cuenta de la clase de personas con las que ahora vivía, hombres sin escrúpulos de la más baja calaña, dispuestos a torturar, a matar por cualquier cosa, hombres salvajes y sin sentimientos, se arrepentía sin duda de haber escapado y a un más, de no haber correspondido nunca al amor que en algún momento le llegó a ofrecer el humilde herrero de Atlihuayán. Ella estaba aterrorizada de todo lo que veía a su alrededor, hombres deplorables y casi siempre ebrios, su amado el Zarco que era muy diferente a como ella lo imaginaba, que mostraba una actitud pasiva ante aquellas insinuaciones que le hacían sus compañeros bandidos a la mujer del Zarco.

El Zarco ya estaba cansado de ver a Manuela llorar a diario a pesar de que le llevaba joyas de aquellos robos que éste hacia. Ella quedó horrorizada al ver el trato que le daban a sus víctimas, los trataban con una crueldad indescriptible, no tenían ninguna piedad hacia ellos. Para recibir a Manuela en el grupo, los plateados se organizaron un baile, en el cual la joven pasó grandes vicisitudes con los amigos del Zarco por aquellas insinuaciones que la mujer recibía. En el baile se llegó la noticia de que un grupo armado, no muy numeroso había colgado varios cuerpos del grupo de los plateados en los caminos del pueblo. Además a Manuela le informaron que su madre había muerto. Ésta cayó desvanecida ante ya un gran número de cuestiones adversas que le habían ocurrido en su estancia con los plateados. Los plateados se alarmaron ante tal situación y se prepararon para el contraataque. Este grupo que dio un golpe fuerte a los plateados era comandado por Martín Sánchez Chagollán, quien había decidido atacar a este grupo sanguinario debido a que una vez que éste se ausentó de su rancho, los plateados saquearon sus tierras, las destruyeron y mataron a uno de sus hijos y a su padre, por lo cual decidió hacer justicia por su propia mano.

Una ocasión, en un camino llamado La Calavera, caracterizado por el gran número de asaltos llevados allí a cabo, Martin Sánchez y su tropa esperaban a que llegara Nicolás y sus hombres para que se uniera al grupo que lucharía contra los bandidos plateados. Sin embargo, antes de que éste llegara, un grupo de plateados donde se

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