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La Sombra Del Viento


Enviado por   •  5 de Junio de 2014  •  2.171 Palabras (9 Páginas)  •  869 Visitas

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La aparición en el mercado literario de ciertas novelas en lengua castellana ha supuesto, en los últimos años, la renovación de un género que, cada vez más, se ha convertido en un género híbrido capaz de albergar en su interior los más variados recursos culturales al alcance del escritor. Más allá de discusiones posmodernistas, la nueva novela juega con el lector a proporcionarle multitud de situaciones y contenidos que van muchas veces más allá de lo estrictamente literario. Y, si además, estas novelas cuentan con el favor mayoritario del público lector, nos encontramos ante un fenómeno literario que debemos empezar a estudiar con una profundidad que vaya más allá de las reseñas literarias que con mayor o menor éxito se hacen en nuestro país.

Voy a centrarme en este artículo en una de las novelas que creo que encajan perfectamente con lo que hemos comentado hasta ahora: La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón (Editorial Planeta, 2001). Mi intención inicial es establecer algunos parámetros de base que permitan explicarnos, en parte, el éxito abrumador de esta novela del escritor barcelonés.

Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964) recrea en sus novelas gran parte de su propio quehacer biográfico [1]; educado en el colegio barcelonés de los Jesuitas de Sarriá, se dice que ya en el colegio de los jesuitas hacía gala de una desmedida afición a las historias tenebrosas e insomnes. El personaje de Carax, por tanto, tiene también rasgos del propio Zafón:

De chiquillo se pasaba la vida contandole historias a los críos de aquí por en barrio. (La sombra del viento, 138) (…) Una vez, Julián le contó a los críos de la escalera que tenía una hermana que sólo él podía ver, que salía de los espejos como si fuese de vapor y que vivía con el mismísimo Satanás en un palacio debajo de un lago. (144)

Su primera novela -El príncipe de la niebla (1993)- ganó el premio juvenil Edebé, cosa que le animó a seguir escribiendo, aunque siempre encasillado en la literatura juvenil. Fruto de este interés son sus novelas posteriores: El palacio de la medianoche (1994), Las luces de septiembre (1996) y Marina (1999). Dejó el trabajo de publicista y se fue a Los Ángeles, ciudad donde reside desde 1994, a escribir guiones de cine. La sombra del viento fue finalista del premio Fernando Lara del 2000 y se publicó en mayo de 2001. La literatura de Carlos Ruiz Zafón se caracteriza unitariamente por un estilo muy elaborado, con gran influencia de la narrativa audiovisual, una estética gótica y expresionista y la combinación de muchos elementos narrativos en un registro técnicamente perfecto. Esa técnica le permite combinar elementos dispares, desde la tradicional novela del siglo XIX a un empleo impactante de imágenes y texturas de gran fuerza sensorial.

La primera consideración que todo lector vislumbra en su lectura inicial es que está ante una novela que fusiona multitud de géneros, como el propio Ruiz Zafón se ha encargado de comentar [2]. Aunque no es el motivo esencial de nuestro trabajo, lo cierto es que las palabras del escritor barcelonés nos conducen, sin duda, a situarlo en la órbita del tan manido posmodernismo. Sin embargo, todavía no existe consenso crítico sobre su significación [3] y por tanto su aplicación a la novela española a veces ha aportado conclusiones contradictorias [4]. Intentaremos establecer los elementos fundamentales de su historia y rasgos más sobresalientes. El término, difícil de precisar, viene a definir el final de un proyecto histórico, una continuación del modernismo en la que se opta por un cambio de registro. Heterodoxia, eclecticismo, marginalidad, revuelta, deformación o ruptura son algunos de los temas clave que pretenden definir este movimiento propio de finales del siglo XX que se emplea en antropología, sociología, filosofía, geografía, estudios teológicos, crítica literaria o economía, por mencionar sólo algunas áreas. Así, la literatura posmoderna ya no puede ser realista en el sentido tradicional de la realidad porque la propia realidad ha sido puesta en cuestión. Por lo tanto, la literatura sólo puede ser autorreferencial: se borra, así, la frontera entre realidad y ficción, el tratamiento al mismo nivel narrativo de hechos supuestamente reales y de hechos de ficción, el autor indigno de confianza, mentiroso, la multiplicidad de códigos narrativos en la misma obra: novela policíaca, cómic, novela filosófica, todo ello animado frecuentemente por una intención irónica o paródica. Hemos descubierto que nada puede saberse con certeza, la posmodernidad desdibuja los grandes relatos, no lucha contra casi nada, carece de convicciones firmes, da por perdidas las grandes causas por las que luchó la modernidad; se vuelca en las pequeñas causas, en lo fragmentario y episódico, en lo instantáneo. No es de extrañar, por tanto, que en las novelas de Ruiz Zafón, los géneros se entremezclen sin un orden aparente. Quizá el eje genérico vertebrador de sus novelas sea su particular concepción de la novela folletinesca. Lo folletinesco siempre se ha identificado por lances exagerados, historias inverosímiles, personajes de maldad o bondad sobrehumanas, y, desde luego, por un diseño narrativo delirante, repleto de golpes de efecto y con una intriga suspensiva. la importancia de la incorporación de algunos rasgos de la novela gótica, de multitud de aventuras y situaciones en la concepción de la novela del escritor barcelonés; resulta casi una "aventura" tratar de sintetizar el argumento de cualquiera de estas dos novelas. El lector se verá completamente abrumado por multitud de situaciones, personajes, laberintos y descubrimientos sorprendentes que recuerdan a las mejores novelas del género. Emilio Carilla [5], al estudiar el origen y desarrollo de la novela bizantina en España, observa una serie de características comunes a todas ellas, que coinciden prácticamente con la visión del género empleada por nuestro novelista: preponderancia de aventuras sobre un paisaje cambiante; eje amoroso, vinculado a los protagonistas, y puesto a prueba por esas separaciones y desencuentros; abundancia de personajes episódicos; movimiento inusitado; sueños y visiones (y presencia circunstancial de la magia); toques de humor; relato in media res ; comienzo por un episodio avanzado, para ir descubriendo después la iniciación y el encadenamiento. No faltan, tampoco, referencias a la novela picaresca, especialmente de la mano de Fermín Romero de Torres quien relata así parte de su origen familiar:

De niño sentí la llamada del verso y quise ser Sófocles o Virgilio, porque a mí la tragedia y las lenguas muertas me ponen la piel de gallina, pero mi padre, que en gloria

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