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La locura de mi pasado

Jessica NataliaReseña20 de Marzo de 2017

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LA LOCURA DE MI PASADO

Un viernes cinco de mayo en la tarde, cinco días antes del acontecimiento, se encontraba Mariana recostada en el sillón de ENTHEOS THYMOS (1), recordando confusamente su pasado. En ese entonces no entendía lo que pasaba - dijo Mariana – mi hermana lloraba, yo veía lo que pasaba, lo vine a entender cuando me llegó el turno a mí. Mi padre… - interrumpió la doctora – ¿Tu padre? ¿Qué tiene que ver? – Siguió Mariana -  Mi padre desde muy chicas a eso de los ocho, nueve años… Abusaba de nosotras, al principio en medio de mi inocencia, creía que era un juego; luego lo entendí. Mi hermana y yo llenas de temor y de vergüenza por la situación incómoda en la que vivíamos nunca nos decidimos por acusarlo ni contarle nada a nadie.

Cuando cumplí quince años me escape de la casa, no era solo la presión de lo que mi padre me pudiera llegar a hacer, junto a esto mi casa era un infierno, llevaba una vida triste, mi padre golpeaba a mi madre a cada rato, mi hermana se volvió consumista de drogas, junto a esto el asco que tenía por los hombres la llevo a ser homosexual, mi soledad era peor cada día, pensé cientos de veces en suicidarme; ¡No podía más!

“Espera” – Interrumpió la doctora – Cálmate, ¿quieres agua? – No, estoy bien - Dijo Mariana – ¿Puedo continuar? – Claro – Dijo la doctora. Eh, ¿en qué íbamos?... Ah sí, empecé a vivir en la calle, nunca consumí droga, ni robe, pero me acosté con muchos de los muchachos que se ven en la calle. Lastimosamente siempre creí, que era mi destino, que era la vida que yo merecía. Hace seis meses conocí a Jonás un chico de buena familia, vestía bien y no vivía en la calle, venía a verme todos los días, me traía agua y comida, aunque a veces sentía que tenía actitudes raras, se me asemejaba a mi padre. – quedo todo en silencio, hasta que cinco minutos después Mariana comenzó a llorar.

Es tan triste doctora, ¿Sabe?, sí creer que la única persona en el mundo que se preocupaba por mi tuviera actitudes de mi asqueroso padre, y aun así hacerse a la idea de que algo podría estar sucediendo, esta vida es una porquería – Dijo Mariana en medio de su llanto.

Pero hay algo mas – Agregó – el jueves ocho de diciembre del año pasado… *suspiro tristemente* Ese infeliz, se aprovechó. – ¿Se aprovechó? – Preguntó la doctora – ¡Sí!, se aprovechó de mi alma perdida, se aprovechó de lo que fui, soy y seré, una ingenua y melancólica. Me violo, me recordó la despreciable vida que me dio mi padre, y he aquí lo que traigo conmigo, un bastardo, ese que me va a recordar toda la vida lo asqueroso que fue que tantos hombres se aprovecharan de mi dolor y aun así no hiciese nada por cambiar, ¡Soy una basura!. – Gritaba Mariana.

¡Para! ¡Basta ya!, no hables de esa forma niña, ese pequeño que llevas dentro no tiene la culpa de todo lo sucedido, debemos superar esto, yo sé que se puede.- Decía la doctora un poco asustada con el comportamiento bipolar que presentaba Mariana. ¡Calla!, esto ya no será igual, ¡este niño que viene no tendrá un futuro doctora! -  fue lo último que dijo Mariana antes de marcharse.

Camino un buen rato por un parque desolado, pensando que podría hacer para acabar con tanto dolor, vio un puesto de revistas y se acercó, observó una por un largo rato, que narraba el trágico final de una mujer por los celos obsesivos de su pareja; al ver esto se le ocurrió una idea acabar con su vida y hacer que Jonás se viese como culpable, cobrando así su venganza, planeo bien ese fin de semana y decidió llevar a cabo el miércoles, ya que sabía que Jonás saldría de su casa y ella podría entrar.

Llego el día. Mariana entro a la casa de Jonás apenas lo vio salir, hizo una llamada a la policía. Empezó a hablar con voz agitada, cuando repentinamente comenzó a gritar - “¡Auxilio!, este hombre me va a matar, ¡ayúdenme!, vengan por mí, ¡está loco! – Seguido de esto, Mariana fue a la cocina por un cuchillo de filetear y se dirigió al baño, se miró al espejo y dijo: “Por fin, mi vida de porquería terminó”. Se enterró el cuchillo en el estomagó, sangraba pero no veía venir su pronto final, sabía que su pequeño había muerto, pero quería acabar con su vida definitivamente, tres minutos después llego Jonás la vio llena de sangre y le grito cosas horribles, enloquecieron ambos. Mariana salió a correr para evitar que Jonás pudiera recurrir a alguna ayuda. A lo que salió de la casa, atravesó la calle velozmente pero no pudo llegar al otro lado pues venía un automóvil bastante rápido lo que no le dio tiempo para frenar, la elevo unos cuantos metros más allá de la casa, detrás venia Jonás, gritó, pidió ayuda, la gente corría alterada, pero lastimosamente nadie pudo hacer nada, ese fue el final de una vida triste y amarga, tal vez no el final que la chica imaginaba, pero así fue, ni ayuda psicológica ni una nueva vida podría remediar el daño y el trauma que desde pequeña su padre le generó.

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