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Malos sueños proféticos. (Alan Ríos)


Enviado por   •  24 de Agosto de 2019  •  Informes  •  10.340 Palabras (42 Páginas)  •  118 Visitas

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              Malos sueños proféticos. (Alan Ríos)

Capítulo 1: “Los sueños se hacen realidad…”

  Un lunes de madrugada, desperté muy agotado, sentía que el corazón se me salía. Intenté calmarme. Recordé soñar algo en la escuela. Cuando comencé a recapacitar, escucho el sonido de la alarma, era hora de alistarme para ir al colegio. Todavía estaba en shock por eso, pero debía apresurarme. Salí de mi casa corriendo para alcanzar el colectivo. Una vez arriba, comencé a sentir cómo si nadie estuviera a mi alrededor, sentía que algo en mi estaba por explotar. En eso, escucho que alguien me estaba hablando…  

 — Oye, oye, ¡Noha! — Era mi novia, Daiana. Estaba agitándome del brazo. - ¿Estás bien?  — Preguntó.

 C-claro. Respondí volviendo a la realidad.

 — ¿Qué te pasa? Jeje – Me preguntaba entre risas. –  Pensé que me estabas ignorando.

- Am… N-no, sólo estaba distraído pensando en otra cosa. – No la quería preocupar con lo que me pasó, así que decidí no decirle nada.

- Okey… ¡Te extrañé! – Saltó a mí acompañando con un fuerte abrazo.

  Seguimos nuestro camino al colegio, entre abrazos, besos y diciendo cosas que no eran muy realistas. Realmente me encantaba todo lo que tenía que ver con ella, pero aún pensaba en lo que pasó, así que no le presté mucha atención en nuestro camino. Llegamos al colegio y cada quién se dirigió a su clase. Cuando entro a mi aula, me encuentro a dos amigos hablando, uno llamado Nahuel y otro Julián. Me quedé conversando con ellos…

¡Hola! – les grité

¡Hola!  Me responden al mismo tiempo.

Hace frío, ¡hermoso!  exclamó Nahuel con alegría.

 Perfecto para quitárselo con abrazos, ¿o no?  Murmuró Julián a mi oído.

Jejejeje, claro que sí.  —  Lo dije más para seguirle la corriente que otra cosa.

  Pasan unos minutos, y llegó a quién esperé todo el fin de semana, ya que me había prometido que prepararía un bizcochuelo,

¡Migueee!  Grité con el poco aire que tenía.

Hola carnal.  Me saluda típicamente a lo mexicano, como de costumbre.

— ¡¿Trajiste el bizcochuelo?!   Pregunté ansioso.

No me respondía nada, sólo miraba al suelo.

No me digas que…   Decaído, lo decía pensando en que no lo trajo.

 Perdón por… ¡Haber hecho el bizcochuelo más delicioso del mundo!

¿O sea que si lo trajiste?  Pregunté sin entender.

 Pues si wey no mames.  Respondió

 ¡Yey! – Estaba feliz porque tenía hambre en ese momento.  Oye, yendo a lo serio…

 ¿Qué pasa? — Me preguntó.

 Hoy me desperté muy agotado, cómo si algo me hubiese pasado mientras dormía, pero fue más que eso, cómo una sensación extraña.  

 — ¿En serio? ¿soñaste algo?

Sólo recuerdo que alguien me hablaba, estaba en el colegio, y mi actitud era seria, por mis ojos corrían lágrimas, mientras había personas detrás mío.   

 Recordé eso justo en ese momento. Empecé a sentir nuevamente ese dolor en el pecho, no podía respirar, era horrible. De un momento a otro caigo de rodillas al suelo.

¡Noha!  Gritó Miguel preocupado y sosteniéndome del brazo - ¡¿Qué pasa?!

Kj-kj…  Intenté hablar, pero no podía.  E-estoy bien, tch, ya pasó, ayúdame.

  Ayudó a levantarme, aunque lo vi preocupado, no me dijo nada, sólo me miraba constantemente. Esperamos a que suene el timbre para ir a formar, aunque aún dolía, decido actuar de una buena forma para despreocuparlo.

 No te preocupes, ya pasó.  Le dije como si sólo hubiese sido una picadura de mosquito.

 Ajam…  — Miguel no estaba convencido de eso.  vamos a formar, ya está por tocar timbre.

 Okey. — Le respondí sonriendo, intentando que se dé cuenta que ya estaba bien.

  Sonó el timbre, y todos llegaron a formar, saludamos a la bandera, y entramos a la clase. Me senté junto a Miguel, Nahuel se sentó en frente nuestro, y estuvimos hablando tan pacíficamente hasta que…

— ¡Llegó el wey del chorizooo! — Era Nicolás, que justo entró antes de que la preceptora llegue a tomar asistencia. — ¿Qué tal? ¿Cómo están? — Nos preguntó.

— Bien… — Respondieron Nahuel y Miguel.

— Bien, hasta que llegaste. — Le dije molestándolo

— Oye, ¿qué te hice?  — Me lo preguntó enfurecido, o eso creo.

— Nacer, JAJAJAJ… — y en ese momento... — ¡AHH! — Grité de dolor tomándome del pecho.

— ¡JA! Eso es por molestarme. — Se burló Nicolás.

— ¡No jodas! de verdad le duele. — Miguel lo retó por la burla. — ¿Estás bien Alan? — Me preguntó.

— E-estoy bien. — Respondí con la cabeza apoyada en la mesa.

— ¿Seguro? Estás pálido. — Me lo preguntó Nahuel con preocupación.

— S-sí. — Se lo dije no tan convencido.

  Pasó el tiempo y la profesora de la primera clase no llegó. Estuvimos hablando de nuestras vidas en esa hora libre. Bueno, la verdad ellos hablaban, yo estuve serio, cosa que no era común en mí. Llegó la hora del descanso, decidimos ir con Nicolás al receso a hablar de nuestras cosas diarias.

- Primero… ¿Vamos al baño? – Como siempre, quería ir a arreglarme el cabello.

...

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