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Orígenes del lenguaje. El mito y el logos

allisoncamila230Documentos de Investigación27 de Julio de 2021

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Artículo especial        


Arch Argent Pediatr 2017;115(4):382-384 / 382

El lenguaje: eso que nos hace humanos

Language: what makes us humans

Dr. Horacio Lejarraga, DMa

a. Profesor Honorario, Universidad de Buenos Aires.

Correspondencia:

Dr. Horacio Lejarraga: cursotesis07@gmailcom

Financiamiento:

Ninguno.

Conflicto de intereses:

Ninguno que declarar.

Recibido: 9-3-2017.

Aceptado: 15-3-2017

Publicado Primero en Internet: 6-7-2017


RESUMEN

Los pediatras vigilamos el desarrollo del lenguaje como uno de los componentes del desarrollo infantil. Sin embargo, el lenguaje es algo más que eso. La trasformación del sentido mágico que inicialmente tuvo la palabra (mito) en un sentido representativo del objeto (logos) llevó unos 40 000 años. Con la adquisición del lenguaje, el hombre fue capaz de pensar, de desarrollar el pensamiento; éste y la palabra van de la mano, pero este logro tuvo un alto precio, que fue el alejamiento del hombre de la naturaleza. La palabra pasó a ser, así, una construcción social que, lejos de representar los objetos a los que se refería, fue capaz de asignar atributos y significado a las cosas: decimos que algo “vale” cuando, en realidad, “cuesta”. El lenguaje es también parte del sujeto; según Lacan, estamos “constituidos” por el lenguaje. Promoviendo el lenguaje, contribuimos a la promoción de la persona del niño como individuo y como ser social.

Palabras clave: lenguaje, desarrollo infantil, promoción, pensamiento, integración social.

http://dx.doi.org/10.5546/aap.2017.382 Texto completo en inglés: http://dx.doi.org/10.5546/aap.2017.eng.382

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INTRODUCCIÓN

Los pediatras “usamos” el lenguaje en el niño como una herramienta más para la vigilancia y promoción de su desarrollo. La adquisición del lenguaje es la aventura intelectual más importante del ser humano. El lenguaje está incluido en la lista de las áreas del desarrollo, integrada por la motricidad fina, la relación personal-social, la motricidad gruesa y muchas otras.

Se trata de una práctica muy relevante y muy necesaria, y, para ello, hay guías, tests de pesquisa y recomendaciones.1,2 Sin embargo, el lenguaje es mucho más que uno de los aspectos del desarrollo; tiene implicancias que invaden toda nuestra existencia. Es por ello por lo que creí pertinente describir algunos aspectos del lenguaje que podían ayudar a comprender mejor su significado trascendente.


Orígenes del lenguaje. El mito y el logos

H a c e u n o s 4 0 0 0 0 a ñ o s aproximadamente, comenzaron a aparecer las primeras expresiones orales. Si estas palabras o ruidos tenían relación onomatopéyica con el objeto que representaban es un tema de debate lingüístico,3 pero teniendo en cuenta que, en muchos idiomas del mundo, hay palabras comunes a todos (por ejemplo, la palabra “mama” o “mamá”), es posible que hayan tenido un origen relacionado con el objeto.

En los orígenes de la palabra, los hombres creían que ellas tenían un efecto concreto sobre la realidad, es decir, creían que había una fuerza mágica en la palabra que podía influir sobre las cosas. Este período de la historia en que la palabra se confunde con las cosas que simbolizan toma el nombre de “mito”. Hay reminiscencias de esta creencia en nuestros días. Por ejemplo, en el cuento (de Las mil y una noches) de Alí Babá y los 40 ladrones, se relata que, al volver de sus correrías, el ladrón pronunciaba “Ábrete, sésamo”, y la piedra de la cueva se abría. La palabra “abracadabra”y otras más son usadas por los magos para producir un efecto especial.

Cuando expresamos el deseo de que le ocurra algún mal a alguien (“ojalá se...”), si esa persona después sufre realmente ese mal, nos invade una gran culpa a nosostros mismos, pensando que nuestras palabras puedan haber tenido alguna participación. Tenemos restos ancestrales del período del mito. Borges dice que la poesía es un intento del hombre de rescatar el sentido mágico ancestral del lenguaje.4

Las pinturas rupestres en las cuevas de Altamira o en las del río Pinturas en Argentina, donde figura un ciervo o un guanaco con una flecha clavada en su cuerpo, no son un intento del troglodita de decorar el living de su cueva; son una herramienta en la lucha por la vida,

El lenguaje: eso que nos hace humanos / 383

para que su pintura convoque mágicamente al éxito de la caza.

Pero, después de algunas decenas de miles de años, el hombre se da cuenta de que la palabra “árbol” nada tiene que ver con el árbol que simboliza. La palabra, efectivamente, está separada de las cosas; adentro de la palabra “casa” no se puede habitar, y la palabra “calor” no le sirve a uno para calentarse. Esto tiene consecuencias muy grandes para el hombre y su destino. En primer lugar, el hombre comienza a pensar (se piensa con palabras), construye un mundo con su pensamiento, y ese pensamiento lo aleja de la naturaleza.

Cuando el hombre habla de su tribu, ya no está (ni lo estará nunca más) hablando de la tribu real, sino de la tribu que él tiene en la cabeza. El hombre comienza a construir el mundo en su cabeza, el mundo en el que él cree que vive, y eso nos expulsa de alguna manera de la naturaleza. Algún escritor dijo: “El tigre no reflexiona sobre su tigritud, el tigre salta”. Nosotros, en cambio, reflexionamos. En cierto modo, la expulsión del paraíso descrita en la Biblia5 es verdadera, en cuanto esta expulsión se dio con el desarrollo del lenguaje.

El lenguaje y el pensamiento

El lenguaje y el pensamiento van de la mano; pensamos con palabras, para decirlo un poco esquemáticamente. Si tenemos pocas palabras, tenemos pocos pensamientos. La palabra es, de alguna manera, una expresión de nuestra relación con el mundo. El perro no tiene lenguaje, no tiene palabras, por lo tanto, no tiene pensamientos. Nadie dice que no tenga sentimientos (celos, rabia, miedo, hambre, etc.), pero no tiene lo que se entiende por pensamiento. Si un perro pudiera hablar, ¿saben lo que diría?, diría “guau”.

Las palabras y las cosas

La primera interpretación racional sobre el lenguaje la dio Platón en su libro Cratilo.6 El filósofo decía que cada palabra reflejaba un objeto de la naturaleza. Por ejemplo, si en la naturaleza había árboles, entonces, se generaba la palabra “árbol”; si había caballos, entonces, aparecía la palabra “caballo”, y así sucesivamente, de tal manera que la palabra “caballo” contenía todos los caballos del mundo real. Esta interpretación del lenguaje inspiró a Borges7 a escribir los siguientes versos.

Si, como dice el griego en “El Cratilo”, el nombre es arquetipo de la cosa

en la letra de rosa está la rosa,

y todo el Nilo en la palabra Nilo.

Pero, lamentablemente, esta interpretación resulta un tanto naíf, porque ¿a qué objetos


representan las palabras “democracia”, “libertad”? Estos conceptos no están en la naturaleza, son construcciones del hombre y, precisamente como tales, están representadas por palabras. Las metáforas se usan para nominar personas u objetos que podrían tener otros nombres, por ejemplo, a alguien malo le decimos “escorpión” o cosas por el estilo. Entonces, las palabras no representan los objetos que están en la naturaleza, por el contrario, asignan significados a las cosas; es un proceso inverso al que creía Platón. Aquí vale la pena citar al poeta José Martí, que dijo: “El lenguaje no es el caballo del pensamiento, es su jinete”.8 Es por ello por lo que nos preocupa el deterioro del lenguaje que observamos en algunos adolescentes, cuya pobreza, lejos de ser algo gracioso, solo expresa un preocupante vacío interior. La práctica de la lectura, recomendada por muchos pediatras a los adolescentes, es, en ese sentido, una herramienta eficaz de promoción del lenguaje y, por ende, del pensamiento.

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